La única verdad es la mentira, condensa Sara
Sefchovich tras documentar e indagar en el Instituto de Investigaciones
Sociales (IIS) de la UNAM, durante 15 años, el fenómeno
que, según la Real Academia de la Lengua Española,
consiste en la “expresión o manifestación
contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”: la mentira.
“Hemos establecido un método de funcionamiento
en la sociedad, un acuerdo donde todos sabemos que mentimos,
que nos mienten y de cualquier modo jugamos a creer. Todos,
desde el más pequeño niño, hasta el más
encumbrado ser, mentimos en este país, es parte esencial
de nuestra cultura”, indicó Sefchovich.
Esa expresión “se practica cotidianamente
en nuestras casas, al dejar que se tire el agua sin llamar al
plomero, pero al mismo tiempo, nos pronunciamos públicamente
a favor de la importancia del medio ambiente y de su cuidado”,
ejemplificó.
La académica del IIS explicó por qué
es un fenómeno cultural: “México es un país
que por las razones propias de su historia, de la forma de colonización
y de conquista, por su relación con el mundo, desarrolló
dos elementos clave en su cultura: uno es la mentira, y el otro,
la corrupción”.
Sara Sefchovich mencionó algunos ejemplos de
lo que denomina “el piso para la mentira: no definir,
no evaluar, improvisar, apostar al azar y no reconocer errores”,
entre otros.
Asimismo, como indica en su libro País de mentiras,
enumera en infinitivo algunas de las mil y una formas de mentir:
“prometer, alardear, descalificar, hablar demasiado, dar
versiones diferentes, no llamar a las cosas por su nombre, usar
doble discurso, diluir la responsabilidad y darle nuevos nombres
a lo viejo”, entre otras.
Incuantificable, subjetiva, casi incomprobable, la
mentira como tópico de estudio, fue la que la descubrió
a ella, hace poco más de 15 años.
“El tema me llamó a mí y no yo
a él, en el momento en que empecé a escribir en
un diario de circulación nacional y, por alguna razón,
me llamó la atención que nunca coincidían
los datos con lo que sucedía en la realidad. Por ello
empecé a indagar y, sin darme cuenta, se armó
este trabajo”.
Lo que ocurre es que en nuestra cultura las miradas
de la realidad pasan por el filtro que las embellece (o al menos
que suaviza su dureza), y tergiversa, oculta o silencia aquello
que no nos gusta, acotó. “Día con día,
y sobre cualquier tipo de asunto, encontramos ejemplos de declaraciones
que pretenden decir la verdad, y quien las emite pretende que
se le crea, pero resultan falsas si se les pone a prueba”.
Finalmente, expresó que el revulsivo contra
este fenómeno llegará en el momento que la sociedad
se harte de la mentira, “tendrá que suceder, pero
tendrá que empezar por nosotros mismos, aunque por ahora
no veo la menor posibilidad, pues todos estamos cómodos
en ese juego y no parece que alguien lo quiera cambiar”.
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