La prostitución en adultos mayores es un tema
complejo, pues constituyen un grupo vulnerable e invisible para
la sociedad. Son, además, un asunto contaminado y políticamente
manoseado, consideró Fernando Quintanar Olguín,
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.
Ante la situación, Quintanar Olguín y
un grupo de universitarios brindan apoyo a la Casa Hogar Xochiquetzal,
ubicada en Tepito. Este espacio, único en el país
y en el mundo, es refugio para trabajadoras sexuales adultas
mayores (algunas tienen 85 años de edad), que ejercen
en la zona de Arcos de Belén, Salto del Agua o la Merced.
Para efectos de estudio, la tercera edad se considera
de entre 60 y 65 años en adelante; pero en ese espacio,
el grupo va de 55 a 85, pues en la clasificación “formal”
queda fuera un sector desprotegido, los llamados presenectos,
que van de los 55 a 60 años, aclaró.
En lo que fuera el museo de la fama del boxeo, en la calle Carlos
Quinteros, muchas de esas mujeres encontraron albergue al huir
de la pobreza, y después de negarles apoyo en centros
de salud y grupos religiosos. “La prostitución
es una actividad vinculada con la imagen empobrecida y entristecida
de este segmento. Hablar de quienes la ejercen significa que
todo gira en torno a ellas, no de quienes las llevaron a esa
situación, a esas personas suele dejárseles de
lado.
“Muchas de ellas llegaron a esa actividad porque
las llevó la pareja, algún familiar las indujo,
u orilladas por la pobreza y marginación social; muy
pocas lo hicieron por elección personal. Normalmente,
se piensa que quienes la ejercen tienen un historial de abuso
sexual, maltrato y violencia, pero no siempre es así”,
refirió.
De manera habitual, sus clientes son consuetudinarios
y establecen vínculos familiares que rebasan la amistad,
para llegar a una especie de enamoramiento. Generalmente, con
ellos ya no son víctimas de maltrato o de agresiones,
se identifican, hay una confianza poco común y se convierten
en acompañantes ante condiciones de soledad, depresión,
abandono y desesperanza.
A su vez, ellas constituyen un colectivo social que
sirve de válvula para una serie de padecimientos o afecciones
psicosociales de otro grupo vulnerable que ha vivido en la marginación.
Psicología del envejecimiento
Mediante el programa Psicología del envejecimiento,
tanatología y suicidio, con 14 años de vida y
a cargo de Quintanar, se capacita al personal de la casa hogar,
que el universitario considera un pequeño laboratorio
social, que le ha permitido indagar algunos aspectos relacionados.
Además, se establecen estrategias de sensibilización
e integración de los residentes. “Hemos elaborado
procesos grupales por medio de rituales como las ofrendas de
muertos u orientación personal y familiar. Lo más
importante es que los responsables de Xochiquetzal aceptaron
hacer esa tarea en equipo”, detalló.
También, los universitarios intervienen como
grupo de contención ante muertes por asesinato, violencia
o enfermedad. “Trabajar la vejez y al adulto mayor incluye
su entorno, el proceso de cambio y con quién convive;
se requiere una visión de curso de vida, una perspectiva
más gerontológica y menos geriatrizada”.
Casa Hogar Xochiquetzal
Actualmente, en la Casa Hogar Xochiquetzal, que en
su origen fue planeado para 40 residentes, conviven entre 18
y 24 mujeres, que entran y salen en forma constante.
Desde hace casi cinco años, Quintanar Olguín
visita dos o tres veces por semana ese espacio para dar continuidad
al programa de apoyo. “En otras ocasiones lo hace Carlota
García Reyes-Lira, colaboradora cercana, o egresados
de Psicología y de otras carreras que se imparten en
la FES”.
Para ese fin, trabajan de forma cercana con Verónica
Montes de Oca Zavala, del Instituto de Investigaciones Sociales,
quien coordina el Seminario Universitario Interdisciplinario
de Envejecimiento y Vejez.
Apoyaremos a Xochiquetzal tanto como nos lo permitan.
El programa requiere estrategias de atención, exige creatividad,
tiene que ser una tarea sustentable, con visión profesionalizada,
pues no se puede estudiar un tema sin aterrizarlo, ni participar
con las residentes y el personal sólo para obtener información
sin brindar algo a cambio, concluyó.
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