Boletín UNAM-DGCS-401
Ciudad Universitaria.

06:00 hrs. 2 de julio de 2013..

Rodrigo Peniche Amante
           


POCO PRESENTE, EL EMPODERAMIENTO EN LAS ORGANIZACIONES MEXICANAS


• En países de Europa, así como en Estados Unidos y Japón, los empleados consideran que este proceso está presente hasta en 90 por ciento, refirió Rodrigo Peniche, profesor de la FP de la UNAM
• Las agrupaciones más efectivas y productivas son aquellas donde los trabajadores tienen más injerencia en la toma de decisiones, explicó

Las organizaciones mexicanas desaprovechan el potencial del empoderamiento, y esto las coloca en desventaja frente a otros países. Aquí, los empleados perciben que esta capacidad de facultar a alguien para que asuma ciertas responsabilidades y tome decisiones, puede estar presente hasta en 50 por ciento de las actividades, consideró Rodrigo Peniche Amante, profesor de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

En cambio, en naciones de Europa, así como en Estados Unidos y Japón, los trabajadores estiman que este proceso está presente hasta en 90 por ciento, refirió.

En las empresas mexicanas donde se aplica, hay una mejor cultura organizacional y, en consecuencia, son más exitosas; la percepción del empoderamiento sube hasta 83 por ciento.


“En una cultura como la nuestra, centralista, paternalista y sobreprotectora, este proceso asusta; además, los empleados incurren en la sobreprotección y temen tomar decisiones, porque piensan que requieren aprobación o supervisión en sus labores”, dijo.

Actualmente, prosiguió, se tiende a pensar que las organizaciones funcionales no siguen una línea de mando vertical, sino horizontal, y eso permite que las personas colaboren en mayor medida, y que no se les visualice como individuos incapaces de desarrollar tareas o ser autónomos.

En este tipo de entidades, abundó, se incrementa la calidad, la productividad y el clima organizacional, precisamente porque al apropiarse de la responsabilidad, el trabajo del empleado se vuelve gozoso y tiene mayor significado; además, es cuidadoso y comete menos errores.

Las agrupaciones que adoptan esta filosofía proyectan mejor los ejes a seguir y valores que las rigen, lo que a su vez, deriva en que haya más compromiso y aporten ideas; paulatinamente, se refleja en cuestiones como el lugar que ocupan en el mercado, la calidad y variedad de los productos o servicios que ofrecen, e incluso en el trato al cliente, puntualizó.

Practicarla no sólo debe tomarse como una moda, o implementarse sin un compromiso de sus directivos, pues para que sea eficaz se necesitan cambios desde los niveles más altos; además, hay que considerar que si se asumen responsabilidades y se toman decisiones, inicialmente los errores son inevitables; no obstante, los frutos comenzarán a cosecharse tras este periodo de adaptación.

También, visualizar a los colaboradores como parte de la organización, como personas que van a compartir de algún modo el poder en la empresa. Asimismo, informar a los empleados el objetivo de esta filosofía.

Este cambio ha de implementarse de manera gradual, inicialmente con pequeñas metas y con el otorgamiento de estímulos, en la medida que se cumplan los objetivos.

Fracasa si no se tiene bien definido el rumbo del trabajo, no se toma en cuenta que implica una transformación en la filosofía organizacional, no se miden los resultados, o no se recompensa a los colaboradores en la justa medida de sus contribuciones.

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Fotos

Rodrigo Peniche Amante, de la Facultad de Psicología de la UNAM.