La Universidad Nacional, a través del Centro
de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco), con sede en Morelia,
Michoacán, participa en un proyecto internacional para
desarrollar protocolos y estándares que permitan evaluar
el funcionamiento de estufas y su impacto ambiental en el mundo.
Se trata de la colaboración de Omar Masera Cerutti,
y su equipo, con la Alianza Global para Estufas Limpias (Global
Alliance for Clean Cookstoves, creada, entre otras instancias,
por la Fundación de las Naciones Unidas), donde también
se establecerán los lugares prioritarios para la implementación
de esos artefactos, hasta alcanzar 100 millones en 2020.
La UNAM, referencia internacional en el tema por la
creación de las estufas Patsari, en conjunto con el Grupo
Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada (GIRA,
A.C.), fue invitada a participar con instancias como la Universidad
de California y la Environmental Protection Agency, de Estados
Unidos, así como organizaciones e instituciones educativas
de países como la India, Uganda, Kenia, Nigeria, Honduras
y Bolivia, entre otros.
La leña se usa en fogones abiertos que producen
mucho humo, y necesitan grandes cantidades de madera, y la cocción,
explicó el científico, define a una cultura, pues
cada lugar tiene sus propias necesidades de alimentación;
éstas determinan el tamaño de la estufa o el tipo
de combustibles.
Por ejemplo, en Etiopía se usa una de leña
especial que necesita un comal de 80 centímetros de diámetro
para preparar a fuego lento la “njera”, una especie
de “crepa” gigante; en India utilizan estiércol,
que se quema lentamente, para elaborar comidas que requieren
poco calor, pero constante y en un largo tiempo; en Mesoamérica
es fundamental el consumo de la tortilla, y las estufas deben
contar con comales de diferentes tamaños para cocerlas.
Por tanto, abundó el experto, se requieren adaptaciones
locales. Se trata de mejorar las condiciones de cocción
y aportar elementos para que en cada lugar se generen las mejores
estufas. Si se logra, el impacto puede ser enorme, consideró
el científico.
Otro punto fundamental es que no se tiene información
confiable sobre el uso real de las estufas, pues la mayoría
de los programas se dedican a instalarlas o venderlas, sin considerar
su adopción y uso posterior.
En este aspecto, junto con Ilse Ruiz-Mercado, investigadora
posdoctoral del grupo de Masera Cerutti, se desarrolla un protocolo
internacional para evaluar su empleo en tiempo real mediante
sensores electrónicos de bajo costo (o SUMS, por sus
siglas en inglés).
Este trabajo, precursor en el mundo, permitirá
tener por primera vez, información estadística
confiable y objetiva sobre el uso real de las estufas eficientes
en campo, y con ello, mejorar diseños y estrategias de
distribución para optimizar su impacto en el nivel de
vida de los pobladores.
Masera Cerutti explicó que en el planeta tres
mil millones de personas cocinan con leña. En México,
la cifra alcanza los 24 millones, especialmente en las áreas
rurales, aunque también en muchas zonas urbanas, sobre
todo del centro y sur del territorio. Además, ante el
aumento en el precio de los energéticos, algunos usuarios
que ya utilizaban gas, vuelven a la combustión de madera.
Con las estufas Patsari, los universitarios hicieron
un proceso de innovación que permite las prácticas
de cocina tradicionales, pero de manera eficiente y limpia.
El proyecto, con el que se obtuvo el premio internacional Ashden
Awards, en 2006, comenzó hace más de una
década.
A partir de entonces, “como universidad promovimos
un consorcio, un grupo de investigación donde participaran,
además de los científicos, gente de las comunidades
rurales y organizaciones no gubernamentales, para impulsar una
alternativa innovadora a los fogones abiertos”. Hoy existen
100 mil estufas Patsari, sobre todo en las áreas más
pobres, y con una apropiación social de la tecnología.
Gracias al uso de esos instrumentos, se reduce hasta
en 80 por ciento la contaminación al interior de las
viviendas y, con ello, el riesgo de enfermedades como neumonía
o edema pulmonar, porque las mujeres que cocinan con leña
deterioran sus pulmones, como si fumaran dos cajetillas de cigarros
al día; los niños también se ven afectados.
Además, con esta innovación los alimentos ya no
están en contacto con el piso y se reducen indirectamente
las diarreas y otras enfermedades gastrointestinales.
Asimismo, disminuye el uso de leña entre 50
y 60 por ciento, y el tiempo que se emplea para cocinar, lo
mismo que el gasto, pues las familias más pobres invierten
hasta 20 por ciento de su ingreso en comprarla.
Hasta ahora, las estufas están distribuidas
en casi en todo el país, particularmente en regiones
indígenas en pobreza extrema de entidades como Sonora,
Sinaloa, Michoacán, San Luis Potosí, Estado de
México, Oaxaca, Chiapas e Hidalgo.
Con otro reconocimiento internacional a su equipo,
por el mejor artículo de la revista Indoor Air, en
2011, Masera Cerutti explicó que su proyecto ha pasado
a una nueva etapa.
Se creó una unidad de investigación en
ecotecnologías, donde además de las estufas, se
comenzarán a estudiar y evaluar dispositivos para la
captación y uso del agua de lluvia, diseño de
viviendas sustentables, sanitarios ecológicos y calentadores
solares, entre otros.
La idea es apoyarse en los grupos de indagación
existentes en este ámbito y fortalecer el trabajo de
monitoreo, síntesis y evaluación de los impactos
de las distintas ecotecnologías. Además, se impulsa
una red nacional en el área, para tratar de coordinar
mejor los esfuerzos en México.
Por último, Masera Cerutti expuso que en este
tipo de innovaciones se requiere trabajar con la gente. Sus
ideas son básicas para que cada tecnología sea
útil y adecuada.
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