Integrantes del Instituto de Geofísica (IGf)
de la UNAM, instalaron en Sierra Negra, Puebla, a cuatro mil
600 metros de altura, un supertelescopio centellador de rayos
cósmicos, único en el mundo por ser el detector
de partículas solares más grande y preciso.
José Francisco Valdés Galicia, investigador
de la entidad, explicó que se trata de una donación
hecha por el Solar-Terrestrial Environment Laboratory, de la
Universidad de Nagoya, Japón; con ello, se podrá
detectar cualquier tipo de partículas que vengan del
espacio: muones, positrones, neutrones, electrones y rayos gamma.
“Y si tenemos la suerte de detectar un chubasco
de rayos cósmicos completo, veremos con detalle qué
partículas hay, cuáles decayeron, cuáles
se frenaron, y si decayeron, en qué otras se transformaron.
Observaremos toda la traza; será de una riqueza inusitada.
La física que podemos hacer con ese detector es muy importante”,
dijo el científico.
Desde 2003, recordó, el IGf colocó un
Telescopio de Neutrones Solares en Sierra Negra, que continúa
con la aportación de datos e información sobre
la actividad de nuestra estrella brillante. Desde entonces comenzó
la colaboración con los japoneses.
Existen unos cuantos telescopios de ese tipo en el
mundo: en Hawái; Suiza; Armenia; Japón; el Tíbet;
Bolivia y México (Sierra Negra). Pero ahora “somos
los únicos en contar con este otro detector”, el
más grande que hay para registrar rayos cósmicos
solares.
El Supertelescopio Centellador estuvo en el Fermilab
de Chicago –donde se ubica el segundo acelerador de partículas
más potente del mundo–, en un experimento de neutrinos
que ya concluyó; luego, los japoneses se lo ofrecieron
a Valdés Galicia.
En Estados Unidos, el instrumento estaba colocado de
“pie”, de cara al haz del acelerador de partículas.
Pero “acostado” sería capaz de ver el haz
que llega del cielo: los rayos cósmicos.
Fue embarcado y traído a México, primero
a uno de los talleres donde fue construido el Gran Telescopio
Milimétrico (GTM), en las instalaciones del Instituto
Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica
(INAOE), en Tonantzintla, Puebla.
El centellador cuenta con 15 mil canales de información,
“barritas” de fibra óptica de dos por un
centímetro y tres metros de largo, puestas en 118 placas
orientadas en diferentes sentidos, para obtener un detector
conocido como X-Y. Todo instalado hace un instrumento de tres
por tres, por dos metros.
También, con 224 fotomultiplicadores de ánodo
múltiple; cada uno de ellos capta 64 canales de información
o fibras ópticas. Tiene un sistema solar-eólico,
celdas solares y un rehilete que captan energía, para
que, en caso de falta de electricidad, trabaje hasta 18 horas
más.
Para diseñar la estructura que iba a soportar
al instrumento de 27 toneladas se contó con la ayuda
de Roberto Meli, del Instituto de Ingeniería, y su equipo.
Luego de instalarlo, se construyó la caseta que lo protege.
Debe estar cubierto con un plástico de alta densidad
y quedar totalmente oscuro para funcionar, “porque captamos
señales luminosas, que se transforman en eléctricas
y se amplifican para extraer la información que contienen”.
Valdés Galicia destacó el apoyo recibido
por el INAOE y por el impulsor del GTM, Alfonso Serrano, que
en todo momento estimularon la presencia de la UNAM en Sierra
Negra, así como de la generosidad del equipo japonés,
que “decidió construir un primer detector para
nosotros, y supongo que está contento, porque ya nos
donó otro”.
Asimismo, señaló que en el experimento
en Fermilab trabajaban alrededor de 100 expertos; aquí,
son aproximadamente 30 mexicanos y japoneses quienes lo hacen
funcionar.
El Telescopio de Neutrones Solares envía los
datos que recopila hasta las instalaciones del IGf. Eso ocurrirá
en el futuro con el centellador, pero para eso se requiere una
infraestructura mayor; “necesitaremos mucha capacidad
de almacenamiento y un servidor que nos brinde batería
para funcionar con todos estos datos”.
Ello, porque se tendrá una resolución
de 10 lecturas por segundo, es decir, 10 veces por 15 mil canales
cada segundo; por supuesto, sólo se guardarán
los datos útiles para la investigación.
Aunque ya está en funciones, el centellador
no está prendido de forma permanente, debido a que se
diseña el sistema de protección atmosférico,
para evitar que las descargas echen a perder los equipos. En
julio, ya podría dejarse prendido todo el tiempo.
Por lo pronto, el instrumento está instalado
y ha captado datos; con los primeros resultados, el científico
ya dio una conferencia en el encuentro de la Unión Geofísica
Americana, en días pasados.
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