Nueva Estrella es un “barrio bravo” de
Pachuca, Hidalgo. En ese lugar marginado, a las afueras de la
ciudad, en lo que alguna vez fuera zona minera, los asaltos
a mano armada y las agresiones callejeras por algunas pandillas
son comunes. Pero, ¿qué tiene que ver aquí
la arquitectura?
Paulina Lechuga Osorio, estudiante del segundo semestre
de la maestría en el área, con especialidad en
Economía Política y Ambiente, respondió
que sí hay relación, y mucha. “Me interesa
otra perspectiva de la arquitectura, que va más allá
de construir edificios y casas bonitas. Todo se genera a partir
de procesos económicos y políticos, que determinan
la morfología de las cosas, la ciudad incluida”.
Con su tesis “Una nueva estrategia para reducir
los índices de inseguridad y violencia en el barrio Nueva
Estrella, en Pachuca, Hidalgo”, la universitaria espera
ofrecer propuestas de solución al problema de inseguridad
en esa zona.
Se trata de una de las tres más peligrosas de la capital
hidalguense –las otras son La Raza y El Arbolito–,
en la parte superior de los cerros, donde se asienta la población
que no tiene ingresos suficientes para acceder al mercado formal
de vivienda. Ahí las casas son de lámina, sin
piso.
Ello, aunado a la falta de acceso a servicios públicos,
como transporte y alumbrado, y lo inaccesible de ciertas áreas
para el ingreso de la policía, llamó el interés
de Paulina.
A esos aspectos se sumó el boom de violencia
en el territorio nacional. “Las políticas públicas
en la materia son reactivas, pues si se comete un delito y se
incrementan los índices de inseguridad, el gobierno reacciona”.
Lechuga Osorio sostuvo que debería ser al revés
y resolver los problemas de origen: la pobreza, la marginación,
la falta de empleo y de educación, y de acceso a otros
beneficios que provee el Estado. “Si atacamos la raíz,
se reduciría mucho la inseguridad que enfrenta el país
y que nos afecta a todos como sociedad”.
Tras asistir a un congreso de arquitectura y urbanismo,
de conocer a la organización no gubernamental Architecture
for humanity y los trabajos que realizan en países como
Haití, donde con pequeñas acciones, como la construcción
de canchas de futbol o la colocación de alumbrado público,
se mejora la calidad de vida, decidió su tema de tesis.
Este trabajo se divide en cuatro capítulos:
el primero, gira en torno a una perspectiva general de Hidalgo,
Pachuca y Nueva Estrella, de lo general a lo particular.
Luego, a la arquitecta le interesa analizar la violencia
como proceso, sus tipos, cómo se genera, cómo
incide en la población, otra vez, de lo general a lo
particular, desde México y las políticas federales,
hasta aterrizar en el barrio y sus manzanas.
Después, relacionará el problema con
la arquitectura; planea organizar un tipo de taller participativo
con los habitantes, para conocer sus necesidades. “Normalmente
las instituciones llegan a intervenir como creen que es mejor,
pero no se ponen en contacto con las personas que viven ahí
y no detectan las necesidades reales”. También
realizará encuestas.
Por último, con base en charlas con los habitantes,
propondrá una solución arquitectónica-urbana,
que trate de combatir la inseguridad y los índices de
delincuencia, que produzca más “vida” en
el sitio y un sentimiento de apropiación por parte de
los habitantes, al haber participado en el proceso.
Al concluir su estudio, la becaria del Conacyt espera
presentarlo ante el gobierno local, pues “muchas veces
existen los presupuestos, pero no se sabe cómo aplicarlos”.
Bajo la coordinación del posgrado de Hermilo
Salas Espíndola y la tutoría de Orlando Moreno,
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, Paulina
se instruye en teoría económica y política,
aunque reconoce que le cuesta trabajo, porque su formación
es otra. “Nunca lo había pensado, pero cuestiones
como el imperialismo y la colonización aún se
reflejan en el modelo de ciudad que tenemos”.
La oriunda de Pachuca y egresada de la carrera de Arquitectura
del Tec de Monterrey, campus Querétaro, indicó
que al terminar su licenciatura trató de abrir su panorama
en la UNAM.
“La elegí porque es la máxima casa
de estudios del país; como arquitecto estudias a la Universidad,
su campus central es un ícono, pero no la conocía
físicamente y desde la primera vez que vine, sentí
un ambiente distinto, que te genera empatía y te dan
ganas de estar aquí. Siempre había querido estudiar
en la Universidad y ahora que tengo la oportunidad estoy muy
feliz”, finalizó.
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