Cuarenta por ciento del territorio mexicano padece
sequía en distintos grados de intensidad. Desde el punto
de vista geográfico, ha cobrado mayor fuerza en la zona
centro y, sobre todo, norte del país, particularmente
Sonora, Chihuahua, Durango, Zacatecas, Coahuila, Tamaulipas
y San Luis Potosí, afirmó Emilio Romero Polanco,
investigador del Instituto de Investigaciones Económicas
(IIEc) de la UNAM.
En mayo, la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), declaró
zona de emergencia a 50 municipios de Coahuila, 51 de Nuevo
León, y 41 de los 43 de Tamaulipas, refirió.
Los problemas derivados de la sequía se concentran
principalmente en la ganadería, tierras de agostadero
y en cultivos de trigo, maíz, sorgo y otros forrajes.
Esta situación afecta las labores que integran y juegan
un papel importante, directa o indirectamente, en la conformación
de la canasta básica alimentaria, apuntó.
En lo que va del año, la captación de agua fue
menor a la registrada en 2012, y ahora las presas presentan
niveles bajos, sobre todo en la zona centro-norte, donde se
estima que están entre 20 y 30 por ciento de su capacidad.
Empieza la temporada de lluvias, pero el panorama no es alentador,
pues no se sabe si aminorará la sequía que se
ha registrado en los últimos años, resaltó
el economista.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua),
hay tres grandes factores que generan emergencias: ciclones,
lluvias y sequías; si estas últimas se extienden,
pueden desequilibrar los sistemas ecológicos e hidráulicos
de una región. Si es prolongada y no se atiende, provocará
la muerte de animales, plantas e incluso seres humanos, alertó.
Está documentado históricamente que es
un fenómeno recurrente, sobre todo, por la orografía
nacional; buena parte del territorio está constituido
por tierras áridas y semiáridas, y los periodos
de sequía acentúan esa condición y tienden
a destruir el suelo fértil, los nutrientes clave para
la agricultura y la ganadería.
No obstante, este fenómeno no es exclusivo del país,
“estamos en un contexto en donde el llamado cambio climático
y el calentamiento global han tenido, como una de sus manifestaciones,
este proceso en distintas regiones del planeta”, indicó.
Según la FAO, refirió, en la actualidad países
del Cuerno de África y la región del Sahel; Estados
Unidos; México; el noreste de Brasil, zonas de China,
India y Rusia, así como sureste de Europa, se ven afectados.
Incluso la pampa argentina y algunas naciones centroamericanas
han tenido consecuencias negativas por la presencia de este
fenómeno.
“Dado que afecta la producción agrícola
para cubrir sus necesidades básicas, México se
ha visto en la necesidad de importar alimentos, pero como también
se presenta en otros territorios, hay menos disponibilidad en
el mercado mundial, y si los hay, el precio es mayor”,
comentó el especialista en economía agrícola.
De continuar esta tendencia, nuestra nación,
de aquí al 2030, importará hasta 80 por ciento
de sus alimentos, “lo que en un país de sus dimensiones
demográficas es alarmante y peligroso, no sólo
para la seguridad alimentaria, sino incluso para la nacional”,
advirtió.
Se debe considerar que 40 por ciento de nuestra superficie se
asocia a la producción de maíz y fríjol,
y se estima que de esta actividad dependen más de tres
millones de familias; además, 80 por ciento de los productores
rurales tienen menos de cinco hectáreas, y esta problemática
los afecta más, mencionó.
Ante ello, indicó, es necesario revisar las políticas
hidráulicas, canalizar mayores recursos para fortalecer
y procurar el mantenimiento de esa infraestructura, buscar estrategias
para optimizar el uso del líquido, revitalizar la economía
campesina y robustecer las bases del autoconsumo.
También, sugirió desarrollar nuevas estrategias
en materia de ciencia y tecnología para saber cómo
producir en función de cada región; tener conocimiento
de las semillas más resistentes a las sequías
y plagas, y apoyar directamente la labor de los campesinos.
Asimismo, redoblar esfuerzos en materia de créditos y
de seguros a productores de escasos recursos, pues en México
sólo seis por ciento de ellos tiene acceso, y el resto,
por no ser económicamente viable, está en desventaja.
De igual manera, prosiguió, se requiere un seguimiento
y monitoreo de las regiones afectadas, y conjuntar todo tipo
de esfuerzos institucionales para dar vigilancia y evaluar el
futuro de la sequía en México, concluyó.
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