La concentración demográfica y la falta
de programas de manejo en los ecosistemas costeros han derivado
en una situación de crisis de esa frágil zona
de transición, informaron Martha Reguero y Mayra Cruz-
González, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología
(ICMyL) de la UNAM.
En la conferencia Moluscos bénticos y ambientes
costeros, señalaron que tanto el uso inadecuado
de los recursos naturales, en este caso moluscos, como los efectos
por las acciones antrópicas, han conducido al deterioro
de la estructura de los sistemas costeros, incluidos los organismos
que los habitan.
El vertimiento de residuos y la extracción excesiva
de recursos como abulones y almejas, han provocado la eutrofización
de los sistemas acuáticos y el decremento de las poblaciones
naturales, detallaron.
En el aula Leonila Vázquez, de la Facultad
de Ciencias (FC), señalaron que esos ecosistemas contienen
gran cantidad de nutrientes y, por lo tanto, sirven como sitios
de desove y reproducción para varios organismos del océano
abierto.
Luego de mencionar las características de lagunas,
bahías, estuarios, deltas y marismas, entre otros elementos
geomórficos de las costas, Cruz-González refirió
que temas como el ascenso del nivel del mar, la intrusión
salina y subsidencia, la mitigación y adaptación
ante impactos derivados del cambio climático, y la erosión
de la línea de costa, son tópicos interrelacionados
que, en los ámbitos nacional e internacional, se abordan
como prioritarios.
En tanto, aclaró, la condición de béntico
es un criterio asignado a una comunidad de especies que viven
en el fondo de sistemas acuáticos, entre los que figuran
los ambientes costeros.
Para ubicar a las comunidades de organismos acuáticos
hay conceptos aplicables tanto a los sistemas de agua dulce,
como marina, precisó Martha Reguero. El plancton es el
conjunto de organismos que viven suspendidos y se trasladan
pasivamente, es decir, no nadan. Luego, el necton, se forma
de los que nadan activamente, como los calamares, y el bentos,
de los que viven en el fondo, sean móviles, como los
pulpos, o inmóviles, como las ostras.
En tanto, los moluscos son un gran grupo de invertebrados
que incluye caracoles, almejas, mejillones, pulpos, calamares
y babosas.
Son un clan triunfador, refirió la investigadora.
Viven en una gran diversidad de hábitats, desde las altas
montañas, hasta el nivel del mar en el continente, y
desde la línea de marea alta o playas, hasta las profundidades
abisales de más de siete mil metros en los océanos.
Ocupan zonas desérticas, bosques húmedos,
ríos, lagos, presas, estanques temporales, lagos congelados,
y soportan temperaturas extremas. “Los moluscos dominaron
los mares del mundo antes de que comenzara la vida sobre la
tierra firme”, recordó Reguero.
De ellos, las almejas y caracoles también viven
en aguas dulces, y sólo los últimos, junto con
las babosas, han logrado conquistar el ambiente terrestre.
La relación de los moluscos con los humanos
data de la prehistoria, fase en que nuestros ancestros caminaban
por las playas y descubrieron que dentro de la concha había
un organismo adecuado como alimento. Pero las conchas duras
y de bordes aserrados, también les sugerían diversos
usos, como herramientas, joyas, instrumentos musicales y moneda.
Además, se trata de los únicos animales
que producen gemas; las perlas son resultado de un bivalvo conocido
como madre perla. Pero el uso más notable de ese grupo
está en las neurociencias, porque ahí se ubica
la especie de invertebrado más grande conocida, el calamar
gigante, originario del Atlántico Norte, de hasta 15
metros de longitud con tentáculos extendidos y cerca
de media tonelada de peso, y el colosal, de dimensiones similares,
de la Antártica.
“Sus nervios son 50 veces más largos que
los de otros animales, y mil veces más gruesos que los
del humano”; por ello, el interés de estudiarlos.
Estos organismos también se han utilizado como
indicadores de contaminación e impacto por derrames de
hidrocarburos, porque muchos se alimentan al filtrar grandes
volúmenes de agua, y fijan los contaminantes en su tejido.
Después de destacar la importancia de los moluscos
bénticos y el ambiente en el que habitan, Martha Reguero
y Cruz-González concluyeron que los sistemas costeros,
al ser franjas de transición entre los ambientes marino
y continental, están sometidos al constante intercambio
de materia y energía, y que la naturaleza de esa dinámica
registra en la actualidad incrementos adicionales, derivados
del impacto del cambio climático y de las acciones antrópicas.