México es un país pluricultural,
conformado por 68 pueblos indígenas. A diario, sus
más de 15 millones de integrantes reciben expresiones
de rechazo por ser considerados inferiores por su aspecto
físico, idioma, vestimenta y tradiciones.
De los 386 municipios considerados de alta marginación
en el país, 209 son de población mayoritariamente
indígena, localizados sobre todo en Oaxaca, Chiapas,
Guerrero y Veracruz. Sus habitantes sobreviven en condiciones
precarias de salud y alimentación, rezago educativo,
pobreza y exclusión, sin acceso a servicios básicos.
A nivel nacional, no hay estrategias para promover
la diversidad cultural, a través, por ejemplo, de
apoyos para la agricultura, actividad prioritaria de las
comunidades originarias. Las políticas vigentes no
impulsan el desarrollo del campo y, en cambio, propician
su abandono, sostuvo Ana Bella Pérez Castro, del
Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA)
de la UNAM.
Al emigrar al Distrito Federal, al norte del país
para trabajar en las maquiladoras, o a Estados Unidos, los
grupos étnicos buscan, por un lado, renunciar a lo
que se les dice ser, y, por otro, tal posición subordinada
en espacios sociales ajenos, les lleva a buscar mecanismos
identitarios para revalorar su pertenencia.
La mejor forma de lograrlo es propiciar el reencuentro
con el lugar de origen, a través de la recreación
de sus tradiciones culturales, dijo con motivo del Día
Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo
y el Desarrollo, que se conmemora este 21 de mayo.
La experta señaló que las estrategias
creadas para impulsar el desarrollo de estas comunidades
no responden a sus necesidades y transforman sus costumbres
en aras de la explotación turística. Además,
no han creado las condiciones para asegurar su participación
en la toma de las decisiones del país o establecer
un debate en condiciones de igualdad con todos los sectores
de la población.
En tanto persista el atraso y exclusión
de los pueblos originarios y no se atiendan los problemas
económicos del campo, ni se impulse la generación
de empleos en el sector, no podrá establecerse un
diálogo para resolver necesidades culturales y políticas
de estas comunidades, aseguró.
En el discurso, enaltecemos el legado de esas culturas;
pero en la realidad, consideramos a los indígenas
símbolo de atraso y pobreza, y que viven en estas
condiciones por su gusto. En distintas épocas, con
estos argumentos, se les arrebatan sus tierras, en aras
de la productividad y la competitividad, como sucede con
selvas y bosques, ejemplificó.
Movilidad y exclusión
A nivel nacional, en todas las entidades, aún
en Aguascalientes, Baja California Sur, Colima, Nuevo León,
Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas, que no tienen poblaciones
originarias significativas, se reporta la presencia de grupos
que, ante las carencias en sus comunidades, deciden buscar
trabajo en las ciudades, donde son discriminados por su
aspecto físico, vestimenta y habla.
Así, mazahuas, triquis, mixtecos, mixes,
náhuatls, y otras etnias, ocupan lugares en los centros
urbanos, donde enfrentan racismo y exclusión, plasmados
en expresiones como “nacos” o al considerar
que “afean las ciudades”, lo que da cuenta del
rechazo hacia esas comunidades, expuso la docente del posgrado
de Antropología de esta casa de estudios.
De acuerdo con la segunda Encuesta Nacional sobre
Discriminación en México, más del 40
por ciento de la población en el país considera
que no se respetan los derechos de los indígenas,
tres de cada 10 encuestados opinaron que sólo se
hace de manera parcial, mientras que 22 de cada 100 afirmaron
que sí están garantizados.
Además, la discriminación es el problema
principal que reporta la población perteneciente
a alguna comunidad originaria, seguido de la pobreza, la
falta de apoyos del gobierno y la barrera lingüística,
de acuerdo a los datos del sondeo realizado en 2010 por
el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación
(Conapred), apoyado por el Instituto de Investigaciones
Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
Las políticas públicas no consideran
el papel de la diversidad en el desarrollo nacional y sólo
responden a ciertos intereses. Los programas de desarrollo
social son de corto plazo y no están encaminados
a promover el crecimiento económico de estas comunidades.
En tanto persistan estas condiciones, México
no podrá establecer un diálogo para impulsar
su riqueza cultural, al no existir respeto y reconocimiento
a las diferencias. Es necesario erradicar las deficiencias
de las estrategias vigentes y propiciar encuentros para
fomentar la democracia en el país, concluyó.
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