La actividad más reciente del volcán
Popocatépetl comenzó en diciembre de 1994,
y en los últimos 18 años ha tenido diferentes
manifestaciones, desde la formación de cuerpos de
lava, hasta explosiones que los destruyen, explicó
Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica
(IGf) de la UNAM.
“En la actualidad observamos un fenómeno
más de este tipo, pero con características
particulares, como un ascenso de más material magmático
que puede dar origen al crecimiento del cuerpo de lava que
se encuentra en el cráter y, eventualmente, a una
posible destrucción de dicho cuerpo”, detalló
el vulcanólogo.
Delgado consideró que esta nueva actividad
con eyección de material puede tener varios escenarios:
esta última puede continuar para luego decaer, sin
que suceda nada; aumentar la producción de lava y
derramarse por los bordes del cráter; incrementar
la emisión, con eventual destrucción de los
cuerpos de lava con eventos explosivos, e incluso, un aumento
que genere una explosión de mayor magnitud.
Atentos al derrame de lava
El crecimiento del cuerpo de lava puede ser suficientemente
grande para que ésta se derrame por los flancos.
“Esto lo ha hecho el Popo por miles de años;
de hecho, la acumulación es lo que ha permitido la
construcción del edificio volcánico, que ocurre
a partir de flujos que se desbordan desde el cráter”.
En la actividad más reciente –de 1994
a la fecha– no se ha observado este fenómeno,
pues ninguno de los cuerpos ha rebasado el borde. Una posibilidad
es que se derrame por alguno de los flancos y fluya normalmente
o, si no es muy fluida, se pueden desprender pedazos que
se derrumben y bajen por las laderas del coloso, previó.
Normalmente, los volcanes tienen erupciones con
diferentes tipos de fluctuaciones y momentos de reposo.
Pero “no se da de golpe. El magma se produce a cierta
profundidad, más allá de 30 kilómetros,
y su ascenso no ocurre en un solo evento, sino en varias
burbujas”.
La erupción va a depender de la llegada
de una de esas porciones, pero puede ocurrir que suba el
magma y salga en forma de lava, o bien, que ascienda sin
suficiente volumen o flotabilidad para llegar a la superficie,
y se estanque en el interior del edificio volcánico.
“Hasta ahora no hemos visto el derrame, pero
es algo que puede ocurrir tras un evento explosivo como
los de años anteriores, o con uno de mayor magnitud.
El Popocatépetl ha tenido varios con liberación
de energía considerable, aunque sin afectar gravemente
a la población”, recordó.
Alerta amarilla, fase tres
Mientras los vulcanólogos miden con diferentes
instrumentos parámetros como la sismicidad, inflación
del cuerpo del volcán, las emisiones de gases y la
actividad geoquímica, en colaboración con
personal del Centro Nacional de Prevención de Desastres
(CENAPRED), las autoridades mantienen el semáforo
en alerta amarilla; el mensaje es: “Permanece atento
y prepárate para una posible evacuación”.
Dentro de las tres fases de la alerta amarilla,
el Popo está actualmente en la tercera, lo que significa
que puede presentar actividad explosiva de intermedia a
alta; crecimiento y destrucción de domos de lava;
existencia de plumas de vapor de agua, gases y cenizas persistentes;
explosiones de intensidad creciente con lanzamiento de fragmentos
incandescentes; posibilidad de flujos piroclásticos
de corto alcance asociados a las explosiones, y flujos de
lodo o escombros de corto alcance.
“Para la población, la recomendación
es informarse sobre lo que son y hacen los volcanes, estar
atentos de la autoridad para hacer caso de sus indicaciones,
y leer con atención los folletos informativos del
Centro Nacional de Prevención de Desastres (www.cenapred.gob.mx),
donde se explica qué hacer en caso de caída
de cenizas o explosión”, concluyó Delgado.
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