Detalladas observaciones astronómicas para
detectar estrellas jóvenes, núcleos activos
de galaxias, muerte estelar y destellos de rayos gamma,
los más energéticos del Universo, son posibles
con el nuevo instrumento RATIR –siglas de Re-Ionization
and Transients InfraRed Camera—.
Está formado por cuatro cámaras (dos
ópticas y dos infrarrojas), con las que los astrónomos
detectan objetos celestes en seis diferentes colores que
recorren el espectro electromagnético del visible
al infrarrojo cercano.
Instalado en el telescopio Harold Johnson de 1.5
metros –medida del diámetro de su lente principal—
dentro del Observatorio Astronómico Nacional (OAN)
de San Pedro Mártir, Baja California, el RATIR forma
parte de la modernización de esa instalación,
ubicada en la sierra del mismo nombre, a dos mil 830 metros
sobre el nivel del mar, una de las zonas más privilegiadas
del mundo para estudiar el cielo.
Se pretende que los telescopios de San Pedro Mártir,
de 1.5 y 2.1 metros, y de 84 centímetros, sean más
modernos en su instrumentación, para que funcionen
mejor y se aprovechen al máximo, comentó Alan
Watson, investigador del Instituto de Astronomía
(IA) de la UNAM, entidad que financió el RATIR, junto
con el Centro Goddard de la NASA y las universidades de
California y Estatal de Arizona.
“Con ello concluimos la modernización
del telescopio de 1.5 metros, que pasó de ser un
instrumento limitado que hacía ciencia de rutina,
a uno con capacidad de hacer ciencia de frontera en su área
a partir de noviembre de 2012”, destacó.
Tras destellos de rayos gamma
La meta principal del proyecto, que convenció
a la NASA de invertir en el RATIR, es realizar observación
y seguimiento de los destellos de rayos gamma, que son los
‘hermanos mayores’ de las supernovas, y se presentan
al momento que explota una estrella.
“Estas últimas estallan con tanta
energía, que además de luz visible emiten
rayos gamma, detectables con el satélite Swift de
la NASA, que localiza la parte del cielo donde está
el destello. Después nosotros apuntamos al sitio,
identificamos el objeto en luz visible e infrarroja, y damos
seguimiento al evento”, explicó el universitario.
Además de buscar fuentes de rayos gamma
para otros grupos científicos, los investigadores
del IA realizan estudios propios sobre el origen y la física
de los destellos de rayos gamma.
Estos brotes provienen de sistemas estelares de
galaxias distantes y producen emisiones que duran entre
segundos y minutos. En las horas y días siguientes,
la luminiscencia residual –o afterglow— que
se produce en el óptico y el infrarrojo cercano,
es detectable con telescopios terrestres y permite obtener
información del evento y del medio en que ocurrió.
Esos destellos también provienen de la fusión
de estrellas de neutrones, en el momento que éstas
se unen violentamente tras cientos de millones de años
de girar una alrededor de la otra en un sistema binario.
Con el nuevo instrumento, Watson observa estrellas
jóvenes, que nacen en las nubes moleculares.
“La luz visible no penetra en las nubes moleculares
y por eso detectamos en infrarrojo con el RATIR. Observamos
cada noche durante meses y percibimos variaciones, como
manchas calientes y frías en la estrella, mientras
ésta gira. Con ese efecto medimos que tan rápido
rota, y esto es importante para entender la interacción
entre esos cuerpos celestes jóvenes, y los discos
protoplanetarios a su alrededor”.
En esa interacción, se transfiere masa del
disco a la estrella, y también el momento angular,
que regula la rotación de esta última. “Aprendemos
sobre su proceso de crecimiento, en este caso de las jóvenes,
de menos de un millón de años. Hay pocas cosas
que se pueden saber de ellas, como su masa, temperatura
y momento angular”, apuntó.
Telescopio robótico, observación
constante
Como el telescopio de 1.5 metros es robótico
–otro logro de la modernización del OAN—,
es posible hacer observaciones constantes, durante meses,
y robustecer los datos, con un mínimo de esfuerzo
humano. “Programamos en la computadora lo que queremos
observar esta noche, y en la mañana siguiente bajamos
los datos”.
Tras ser programado, el telescopio robótico
abre la cúpula, enfoca, ubica los objetos y observa,
para luego enviar sus resultados a las sedes Ensenada y
Ciudad Universitaria del OAN, adscrito al Instituto de Astronomía.
Actualmente existen unos 100 telescopios robóticos
en el mundo, el de la UNAM es uno de los más grandes.
“Es muy útil para dar una respuesta rápida
al proyecto de destellos de rayos gamma, pues en segundos
se dirige al sitio ubicado por el satélite Swift,
algo difícil de lograr con personal humano”,
finalizó.
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