El paludismo es la primera causa
de muerte por parásitos en el mundo. La enfermedad
es causada por el Plasmodium, transmitido por la
picadura del mosquito anófeles; sus especies falciparum,
malariae y vivax son contagiadas al humano,
y las dos primeras son mortales.
En el Reporte Mundial de la Malaria
2012 de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
se refiere que más de tres millones de personas viven
en zonas de riesgo de transmisión, localizadas en
más de 107 países de América Latina,
Asia y África.
En la región subsahariana
del último continente, se registran 60 por ciento
de todos los casos del planeta y cerca del 90 por ciento
de las defunciones. Cada minuto, cobra la vida de un niño
africano.
También conocida como malaria,
la enfermedad ha sido erradicada de las naciones más
desarrolladas, que no destinan recursos a la investigación
médica para combatirla. Por sus características,
es una enfermedad de la pobreza, estableció Jacinto
Santiago Mejía, de la Facultad de Medicina (FM) de
la UNAM.
En México constituye un problema
de salud pública. Los casos se reportan, principalmente,
en los estados de Sinaloa, Tabasco, Michoacán, Nayarit,
Oaxaca, Chiapas y Guerrero. En el país, el tratamiento
farmacológico disponible a nivel mundial es efectivo,
al ser uno de los pocos países donde los parásitos
no han desarrollado resistencia al fármaco más
recomendado, explicó en ocasión del Día
Mundial del Paludismo, que se conmemora este 25 de abril.
Causa estragos entre los más
pobres que, al estar desnutridos, son vulnerables a las
complicaciones de salud que provoca el parásito.
Las mujeres gestantes y los menores de un año tienen
mayor riesgo de infectarse por la debilidad de su sistema
inmune, precisó.
Para erradicar la enfermedad del
territorio nacional, debe prevenirse la proliferación
del mosquito, con campañas para desinfectar las zonas
de riesgo para su transmisión, eliminar áreas
con agua estancada, fumigar los alrededores y promover la
detección y atención tempranas en las regiones
donde se presenta, recomendó.
El mal
Se adquiere por contacto con el
Plasmodium, transmitido por la picadura del mosco
anófeles, que habita en zonas templadas, tropicales
y subtropicales. Al picar a una persona, principalmente
entre el atardecer y el amanecer, puede inocular cuatro
especies. En México, los casos reportados se atribuyen
a las variantes falciparum y vivax.
Un cuadro clásico se manifiesta
con fiebre intensa, escalofríos, sudoración,
cefalea, náusea, vómito, dolor abdominal y
manifestaciones de anemia.
La Dirección General de Epidemiología
de la Secretaría de Salud (SS), refirió que
hasta el 7 de abril de este año, se reportaron dos
casos de paludismo por falciparum, uno en Sinaloa
y otro en Tabasco, y uno por la especie vivax,
en Sinaloa. En el mismo periodo, pero de 2012, los registros
sumaron 40. El año pasado hubo 86 pacientes en el
país.
Manejo farmacológico
El especialista explicó que
el contagio por la especie falciparum se trata
con cloroquina, y se dispone de la combinación de
artesunato y mefloquina, disponible en una sola tableta.
El paludismo por vivax
requiere sumar a la dosis de cloroquina la sustancia primaquina.
De presentarse resistencia, el paciente necesita combinaciones
basadas en artemisina. Como alternativas, se dispone de
una mezcla de sulfadoxina con pirimetamina si no hay los
fármacos indicados para el manejo del paludismo o
si el paciente es alérgico. Su utilización
implica mayor riesgo.
Los medicamentos disponibles no
atacan los parásitos de las especies vivax
y ovale que, en su fase durmiente, se hospedan
en el hígado. Para eliminarlos, se requiere de primaquina
o quinina, sustancias que actúan en el tejido hepático
para combatir la infección crónica.
Para el manejo de fiebre y anemia
—los síntomas más frecuentes—
se prescriben antipiréticos y hierro. En niños,
el control de la temperatura es crucial, para evitar que
convulsionen, señaló.
A escala global, México es
una de las naciones donde la cloroquina todavía es
efectiva para el tratamiento. Para erradicar la enfermedad
del país, las estrategias de prevención son
prioritarias.
Para prevenir, deben emplearse mosquiteros
y mallas rociados con insecticida de larga duración,
basados en permetrina; vestirse con ropa adecuada para evitar
la exposición a las picaduras, y utilizar repelente
en las zonas no cubiertas, como cara y manos. Además,
al atardecer, durante la noche y hasta el amanecer, no estar
en las zonas donde vive el mosquito, para evitar el contagio,
recomendó.
Formación para la salud
El especialista señaló
que en las escuelas de medicina, debe promoverse que los
futuros profesionales de la salud dominen los fundamentos
sobre los hábitos del insecto que transmite la enfermedad,
el ciclo de vida del parásito y las características
de los humanos con más susceptibilidad de enfermarse.
Además, deben conocer las
diversas estrategias individuales y comunitarias disponibles
para prevenir, y las propiedades de los medicamentos útiles
en el manejo de pacientes.
Durante su formación, se
requieren elementos para establecer una relación
médico-paciente adecuada, que incida en aspectos
de adherencia terapéutica y mejores posibilidades
de curación.
En consulta, deben recomendar medidas
que fortalezcan al sistema inmune, que constituye la meta
principal para un control a largo plazo de ésta y
otras enfermedades infecciosas que sufre la humanidad.
La mayor parte de estas competencias
ya están integradas en los planes de estudio actuales.
Sólo necesitamos contar con instrumentos de evaluación
para conocer sus fortalezas y debilidades.
“Con estos resultados estaremos
en posibilidades de elevar el nivel académico en
este proceso de enseñanza-aprendizaje”, concluyó.