Con la toxina y protoxina de una bacteria, Leticia
Moreno Fierros, investigadora de la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, podría mejorar
vacunas, pues descubrió que induce inmunidad en las
mucosas nasales e intestinales.
Especialista en mucosas, la doctora en biología
celular descubrió que la proteína (protoxina
y toxina) Cry1Ac de la bacteria Bacillus thuringiensis
–microorganismo que vive en el suelo, con actividad
tóxica hacia varias larvas de polillas y mariposas—
es inmunogénica, es decir, tiene la capacidad de
despertar una buena respuesta inmunológica.
En la Unidad de Biomedicina de la FES Iztacala,
Moreno probó a nivel experimental la eficiencia de
la protoxina en las mucosas de varios modelos de infecciones
parasitarias en ratón.
“Esta proteína Cry1Ac ya se ha estudiado;
desde 1930 se ha utilizado como bioinsecticida porque no
es tóxica para los vertebrados; la empleamos inicialmente
como herramienta para analizar la respuesta inmune en los
diferentes tipos de mucosas, pero en los experimentos descubrimos
sus propiedades coadyuvantes que mejoran la respuesta inmunológica
hacia diferentes antígenos, como péptidos
de VIH, polisacáridos de neumococo, antígeno
de superficie de hepatitis B y enfermedades parasitarias”,
destacó Moreno.
Las mucosas son la principal vía de entrada
de los organismos patógenos; que invaden los tractos
gastro-intestinal, el respiratorio y el genito-urinario.
“Son una barrera protectora. En ellas se
localizan muchas células del sistema inmunológico
y células epiteliales que nos protegen, así
como factores inespecíficos como moco, enzimas, defensinas
y quimiocinas, importantes como barrera de defensa”,
detalló.
Cada una cumple una función específica.
En la del tracto respiratorio se realiza la respiración
y participa en el intercambio de gases. En el tracto gastro-intestinal
se lleva a cabo la digestión y en el genito-urinario
las funciones reproductoras del organismo.
Aunque en el pasado se les conoció como
“sistema común de mucosas”, los distintos
sitios donde residen tienen grandes diferencias, por ejemplo,
entre los intestinos delgado y grueso, o en la nariz y los
pulmones, pues están altamente compartimentadas y
reguladas.
En su trabajo de laboratorio, la universitaria
logró la estandarización de metodologías
para aislar los linfocitos que se encuentran en las mucosas,
como los intraepiteliales (entre las células epiteliales),
los de la lámina propia (tejido conectivo debajo
del epitelio) y de los agregados linfoides.
“Habitualmente los inmunólogos de
esta área trabajan sólo con agregados linfoides
obtenidos del bazo (centro de actividad del sistema inmune),
pero nosotros logramos estandarizar y aislar las células
de distintos compartimentos con una metodología laboriosa”.
Con esta técnica, Moreno Fierros puede avanzar
hacia una posible aplicación de mejora de vacunas.
“Nos interesa dirigir la respuesta inmune hacia ciertos
sitios, (según la vía de infección
de los distintos patógenos) y para lograrlo requerimos
más conocimiento de cómo regularla en zonas
específicas”, relató.
Buscan mecanismo y receptores
Actualmente, la investigadora y sus colaboradores
se enfocan a dilucidar el mecanismo de acción de
la toxina Cry1Ac en células inmunes.
“Buscamos a su posible receptor a nivel celular.
Hasta ahora se conoce su blanco tóxico y su receptor
en larvas de insectos, pero vemos que tiene la capacidad
de activar directamente células del sistema inmunológico.
Con esto presumimos la existencia de algún receptor
que esperamos identificar en nuestras actuales investigaciones”,
finalizó.
—o0o—