El actual enfriamiento global es el preámbulo
de la siguiente era glacial, que durará 100 mil años
a causa de la disminución de la actividad solar y
cambios en el baricentro del astro, explicó el investigador
del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, Víctor
Manuel Velasco Herrera, en la conferencia El día
después del mañana: un escenario inesperado
del cambio climático, en el auditorio Tlayolotl.
Después de una era glacial continúa
un periodo cálido, llamado interglacial, el cual
dura en promedio 12 mil años, es decir, las eras
glaciales y los interglaciales son recurrentes.
Hasta ahora, los modelos climáticos más
modernos no incorporan los cambios del baricentro solar;
este último es una de las contribuciones de las investigaciones
de Velasco; según el especialista, al término
del actual periodo interglacial, denominado Holoceno, seguirá
una nueva era glacial de 100 mil años, independientemente
de la actividad del hombre.
¿Pero cómo conciliar las evidencias
de que el planeta entrará a una nueva era glacial,
con aquéllas que aseguran que se calienta?
“Actualmente hay una discusión entre
las supercomputadoras y el cerebro humano. Sólo las
personas crean conocimiento y ciencia, además no
existe en la naturaleza una mejor supercomputadora, más
perfecta y poderosa que nuestro cerebro. Pero será
solamente la naturaleza la que demuestre qué teoría
es la correcta, y esto se confirmará durante el siglo
XXI. Ojalá no sea demasiado tarde para corregir”,
explicó el universitario.
Cambio Climático y Contaminación
Ambiental
La protección de la salud y el derecho a
un medio ambiente sano, de acuerdo al Artículo 4º
constitucional, debería ser la base de una nueva
política ambiental y la prioridad en las líneas
de investigación relacionadas con el cambio climático.
Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de
las Naciones Unidas, es garantizar la sostenibilidad del
medio ambiente, prosiguió.
México, en su calidad de país no-Anexo
I del Protocolo de Kioto, no está obligado a reducir
sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); sin
embargo, tiene compromisos relativos a formular y actualizar
regularmente programas nacionales de mitigación y
adaptación, recordó.
Por ello, en los últimos años la
política ambiental y las investigaciones relacionadas
con el cambio climático se han centrado, principalmente,
en realizar escenarios futuristas e inventarios de los GEI,
en lugar de realizar políticas concretas para disminuirlos,
junto con la contaminación ambiental, a fin de mejorar
la salud y bienestar de la sociedad.
Es necesario dejar a un lado la política
ambiental centrada en escenarios no comprobables y simulaciones
de modelos climáticos para el año 2100-2300,
que no tienen relevancia alguna con el presente, recalcó
el académico.
Velasco Herrera consideró fundamental el
papel del Panel Intergubernamental del Cambio Climático
(IPCC, por sus siglas en inglés) en la discusión
de la conservación del ambiente; sin embargo, mejoraría
si ofreciera pronósticos más realistas que
ayudaran a la toma de decisiones económicas de cada
país.
Hasta ahora, el IPCC se ha limitado a contribuir
a la disminución de la contaminación atmosférica,
pero es necesario considerar otros aspectos. “No hay
ninguna política internacional para cuidar el agua
y su contaminación podría ser más crítica
que la atmosférica. Tampoco hay normas que preserven
el ambiente en armonía”, sostuvo.
La reforestación de los bosques juega un
papel primordial a nivel mundial. Si no se logra a corto
plazo, advirtió, la degradación ecológica
será de proporciones enormes; en consecuencia, se
deben tomar decisiones en la que todos se comprometan. “Conservar
la naturaleza es fundamental”, subrayó.
Para reducir la contaminación atmosférica
se requieren acciones de control, cambios en la producción
y tecnología innovadora, lo que equivaldría
a una nueva revolución industrial y energética.
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