La contaminación atmosférica exacerba
la morbilidad y la probabilidad de muerte debido a problemas
cardiovasculares y respiratorios; además, genera
dificultades reproductivas, neurológicas y algunos
tipos de cáncer, explicó Omar Amador Muñoz,
investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera
(CCA) de la UNAM.
El ozono que respiramos en la atmósfera
es irritante y oxidante, reduce la función pulmonar
e inflama las células, aseguró el doctor en
Ciencias Químicas e integrante del grupo de Mutagénesis
Ambiental de esa entidad.
En la conferencia Riesgos de la contaminación
atmosférica en zonas urbanas, ofrecida en el
auditorio Julián Adem del CCA, detalló
que el monóxido de carbono afecta la concentración
y los reflejos; además. genera confusión,
mareo y dolor de cabeza.
En tanto, los dióxidos de azufre y de nitrógeno
causan tos, irritación de nariz y garganta, bronco-constricción
y reducen las defensas ante enfermedades respiratorias;
mientras, compuestos no regulados como los orgánicos
o los metales, producen retraso del crecimiento intrauterino,
nacimientos prematuros, bajo peso al nacer y síndrome
de muerte temprana. El único metal pesado regulado
es el plomo, cuyos efectos provocan daños en los
riñones y en los sistemas nervioso y reproductivo.
Las partículas suspendidas son multicontaminantes
de alto riesgo, y sus efectos dependen de su tamaño
y composición química; entre más pequeñas,
más peligrosas. Una de las familias que las integran
son los hidrocarburos aromáticos policíclicos,
cuyas concentraciones halladas en la Ciudad de México
se encuentran en el intervalo relacionado con la disminución
del coeficiente intelectual de los niños de madres
expuestas a estos compuestos.
El universitario reconoció los esfuerzos
de los gobiernos para lograr una buena calidad del aire
en esta metrópoli, sin embargo, puso como ejemplo
la medición de la calidad del aire en 2011, que sólo
tuvo cinco días con buena calidad. “De los
365 días del año antepasado, 212 fueron malos,
pues uno o varios de los contaminantes estuvieron fuera
de norma. Se ha hecho mucho, pero aún falta más
por hacer”.
“La tendencia para los dióxidos de
azufre y de nitrógeno, así como monóxido
de carbono, es a disminuir, pues en los últimos 10
años han funcionado los programas de calidad del
aire puestos en marcha en la Ciudad de México. Pero
el ozono, aunque se redujo del año 2000 al 2010,
a partir del 2011 ha tenido un aumento; lo mismo ocurre
con las partículas, cuya tendencia ha incrementado
desde el 2000, de acuerdo con el informe del 2011 de la
Secretaria del Medio Ambiente”.
La concentración baja en la época
de lluvias, de mayo a agosto, pero aumenta en los meses
fríos y calientes de secas.
Amador recordó que las principales fuentes
de emisión son los vehículos de transporte
y la industria, por lo que recomendó reconsiderar
el uso generalizado del automóvil, así como
impulsar aquellos programas relacionados con la educación
ambiental de la población.
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