El desapego a la apariencia es el solaz e involuntario
acto de Samuel Segura Moreno. Burla la facha convencional
de quien podría ser un escritor, como si encarnara
a algún personaje de sus tramas; camina bajo la caracterización
real de un inquieto baterista de rock y emprende el diálogo
con clase universitaria.
“Todo requiere su tiempo. A la banda sólo
le dedico los domingos. La escritura y el periodismo van
de la mano, para mi suerte, y a eso me dedico el resto de
la semana. Lo único que alguien me dijo una vez,
es que tenía un amigo baterista que poseía
buen ritmo en su escritura”.
Samuel es pasante de la licenciatura en Ciencias
de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas
y Sociales (FCPyS), y recibió el Premio Nacional
de Novela Corta de Humor en su primera edición, por
la obra El Sufrimiento de un hombre calvo, convocado
por el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes.
El gobierno de Tamaulipas creó, a través
de ese instituto, los concursos nacionales en los géneros
de novela negra, corta de humor y dramaturgia, además
de otros certámenes a nivel estatal, con la finalidad
de promover la creación literaria en el país.
El joven oriundo de Ecatepec, Estado de México,
comentó que este reconocimiento representa su primera
vez en muchas cosas. “Mi primera novela, mi primer
premio, mi primer viaje en avión, mi primera vez
en Tamaulipas, mi primera publicación, la primera
vez que gano algo”.
Comunicación capilar
El humor y la paradoja acompañan las letras
del joven universitario. Escruta su ensortijada cabellera
castaña obscura en cualquier superficie que actúe
de espejo, y justo sobre el conflicto que causa en un adolescente
tener un padre con alopecia, trata su obra prima, que él
estima tiene 50 por ciento de autobiográfica.
“Era una labor que tenía en mente
desde hace tiempo; en el momento que comencé a escribir,
me propuse hacer una novela sobre un calvo, o un tipo que
se quedaba sin greña. El resultado fue muy grato,
estaba satisfecho. No es tan fácil sentirse así,
pero con este trabajo, mientras lo hacía, me sentía
poseído por alguien más, una voz que me decía,
quizá la de los personajes, la del narrador, que
hiciera tal o cual cosa, que las situaciones irían
a tal lugar”.
El novel escritor, señaló que fue
brutal experimentar eso en su primera obra, es decir, “no
tener plenamente el control de lo que sucedía, convertirme
en una especie de transcriptor de aquella historia, no como
un periodista, sino alguien a quien simplemente le dictan”.
Samuel, a quien hace unos meses le fue conferido
el Octavo Premio Nacional Rostros de la Discriminación
Gilberto Rincón Gallardo, en la categoría
de Crónica en Medios Impresos y/o Internet, por el
texto titulado Viaje al ritmo de un perreo, publicado
en el medio de comunicación Kaja Negra,
de total manufactura universitaria, aseguró que tiene
más letras en puerta.
“Hice una novela que debo reparar porque
tiene muchas fallas, y por ahí también tengo
un libro de cuentos. Eso en lo que se refiere a lo que ya
está terminado; en proyección hay otro de
cuentos y otra novela, pero están todavía
en mi mente, como lo estuvo la del calvo. Espero trabajarlas
más antes de empezarlas a teclear”, concluyó.
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