Para celebrar la historia de la geocronología
en México, el Laboratorio Universitario de Geoquímica
Isotópica (LUGIS) del Instituto de Geofísica
(IGf) de la UNAM, organizó el Simposio 50 ±
1 σ años de Geocronología en México.
“El objetivo es recordar a las personas que
en México hicieron los primeros trabajos en la materia”,
dijo Peter Schaaf, responsable del LUGIS y del Laboratorio
de Termoluminiscencia, en el mismo Instituto.
La disciplina ha revolucionado significativamente
el conocimiento de los geólogos, porque con fechamientos
precisos se desarrollaron mejor problemas geológicos
que no tenían solución. “Los primeros
fechamientos en el país fueron los de la pirámide
de Cuicuilco, hechos con radiocarbono, al inicio de los
años 50”, recordó.
La directora del Institutos de Geología
(IGL), Elena Centeno, destacó que la entidad a su
cargo fue una de las precursores en los trabajos de geocronología
en los años 60. En el Laboratorio de Geocronometría
se hicieron los primeros fechamientos con el método
de cromo-alfa, que se divulgaron en 1965 en el Boletín
del Instituto, con el título de Contribuciones del
Laboratorio de Geocronometría.
En él, varios especialistas empezaron a
publicar los primeros fechamientos de rocas mexicanas. “Hoy
estamos en el preámbulo de otra etapa importante.
El nuevo edificio en el IGL, que albergará a los
laboratorios, nos permitirá abrir nuevos espacios,
explorar metodologías, planear hacia dónde
vamos”.
Por su parte, Gerardo Carrasco, director del Centro
de Geociencias (CGeo) en Juriquilla, indicó que este
encuentro es importante porque algunos personajes presentes
fueron precursores en las diversas investigaciones, y hoy
ven los frutos del trabajo que desarrollaron con muchos
esfuerzos, pues en esos años carecían de los
medios para avanzar, como hoy se hace.
El CGeo se une a la iniciativa del IGL para la
creación del nuevo laboratorio nacional. “Contamos
con el Laboratorio de Estudios Isotópicos, en el
que se realiza investigación de punta en fechamientos
de uranio-plomo, así como en cristales de zircón
y de microanálisis de alta precisión”,
acotó.
En tanto, Valdés Galicia comentó
que para el Simposio ningún lugar fue mejor que el
auditorio Tlayolotl, “el corazón de
la Tierra”, y consideró adecuado el nombre
“50 ± 1 σ ”, porque finalmente la evolución
de la geocronología ha tratado, en gran medida, de
hacer ese 1 s cada vez más pequeño, que se
tengan métodos mejores y exactos, y utilizar tecnologías
más sofisticadas.
“Ello nos ha obligado a buscar otras maneras
de hacer investigación, como la iniciativa del LUGIS,
ejemplo más señalado de esta nueva forma de
hacer ciencia, organizarse mejor con diversas entidades
para trabajar con propósitos comunes y complementar
los saberes de unos y de otros para proponerse metas más
ambiciosas”.
Asimismo, celebró la presencia de tres precursores
de la geocronología. “Mi amigo Zoltan de Cserna;
mi profesor de álgebra en los años 70 en la
Facultad de Ciencias, Cesar Rincón Orta, y el ingeniero
José Solorio, quien ha estado en la batalla durante
estos años”.
Peter Schaaf expresó que Dante Morán,
director General de Asuntos del Personal Académico
(DGAPA), es uno de los padres de este laboratorio, y que
sin su ayuda seguramente el LUGIS no existiría.
En tanto, Morán comentó que la geocronología
es una de las disciplinas que más se ha beneficiado
de las técnicas de análisis isotópico,
pero también la petrogénesis ígnea,
en la que trabajamos hoy, sobre la génesis de los
magmas, su evolución y relaciones con la corteza
terrestre.
La edad y procedencia de los depósitos elementales
ha cobrado fuerza con el fechamiento individual de zircones,
las afinidades tectónicas y las conexiones paleogeográficas,
ahora que hay grupos internacionales que hacen refinamientos
buenos sobre cuestiones paleogeográficas y tectónicas.
Zoltan de Cserna, investigador emérito del
IGL, externó que él no era geoquímico,
geocronólogo, ni físico. “Peter Schaaf
me invitó a hablar como uno de los sobrevivientes,
en realidad el único, del principio. Como sucede
en muchos casos, uno prepara su rollo, pero al ver el programa,
ahora las cosas son diferentes”.
La geocronología en México
Determinar la edad de las rocas es una forma de
reconstruir los eventos geológicos fundamentales
en la historia de un país, una región o del
planeta entero. A esta tarea de gran precisión se
dedica la geocronología, que celebra 50 años
de investigación y aplicaciones en México.
“Los métodos absolutos de fechado
basados en la inestabilidad de elementos como uranio, rubidio
y potasio, a partir de los años 70 del siglo pasado
dieron un vuelco al conocimiento de la edad de las rocas
graníticas y metamórficas del sur de México,
con la separación en grupos, cuyas edades variaron
entre el Precámbrico y el Cretácico”,
recordó Fernando Ortega Gutiérrez, investigador
emérito del IGL.
Al ofrecer la conferencia plenaria del segundo
día de trabajos del Simposio, destacó que
esa disciplina en el país se desarrolló tempranamente,
desde que las rocas cristalinas del sur del país
fueron descritas por Alexander von Humboldt a inicios del
siglo XIX, y observadas por los naturalistas españoles
Andrés Manuel del Río y Fausto Elhúyar.
Los estudios que marcaron el inicio de la época
moderna corresponden a la década de 1970, que dieron
la pauta y el marco tectónico para que a partir de
1980 se lograse el fechado sistemático de los eventos
principales que dieron lugar a la formación de los
complejos de Xolapa y Acatlán, de gran importancia,
subrayó.
Los análisis en esos sitios revelaron que
los granitos expuestos en las costas de Guerrero y Oaxaca,
antes considerados del Cretácico, son del Paleógeno;
que el Complejo Xolapa, postulado del Paleozoico, ha modificado
su edad hasta el Cretácico; mientras que el Acatlán,
asignado al Paleozoico Temprano, ha mostrado con su historia
de cristalización que se ha extendido hasta el Jurásico.
“Estas nuevas edades, por lo general más
jóvenes de lo que se creía, y que se han documentado
con métodos geocronológicos modernos, han
resuelto en su mayor parte la incógnita del traslape
de la mitad meridional de México en las reconstrucciones
de Pangea”, indicó.
Equipos de microanálisis
Luigi A. Solari, del CGeo, expuso que los estudios
geocronológicos por medio de microanálisis
son de uso cotidiano en esa disciplina.
Para realizarlos, se utilizan técnicas de
alta tecnología, como la Microsonda Iónica
de Alta Resolución (SHRIMP, por sus siglas en inglés),
desarrollada hace 20 años para el estudio de las
rocas lunares, y la Ablación Láser (LA), sistemas
a los que en los últimos 12 años se han acoplado
espectrómetros de masas.
En México, reveló, el único
sistema que funciona para el fin es el que está instalado,
desde fines de 2007, en el Laboratorio de Estudios Isotópicos
(LEI) del CGeo, en Juriquilla.
“Las ventajas del fechamiento mediante este
sistema isotópico radican en su rapidez, pues realiza
un estudio en 70 segundos, y permite hacer centenares de
ellos en un día de trabajo; la resolución
espacial (de pocas micras), y sus costos reducidos”,
detalló.
El LEI de la UNAM ha permitido realizar el fechamiento
de más de 850 muestras durante los últimos
cinco años, finalizó.
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