Para entrenar y atraer a los jóvenes a la
ciencia y tecnología en materia satelital, el Instituto
de Ingeniería (II) de la UNAM diseñó
y manufacturó Satedu, satélite educativo elaborado
y validado para su uso en laboratorios y aulas de clase
en bachilleratos, tecnológicos, universidades, posgrados
y centros de investigación.
Por la facilidad de trabajo que brinda, se pueden
realizar prácticas reales, desde sencillas para estudiantes
de nivel medio superior, hasta aquéllas más
profundas, para carreras y el posgrado de ingeniería,
apuntó Esaú Vicente Vivas, investigador del
II, quien encabeza este desarrollo tecnológico.
Se trata de un satélite artificial pequeño
(picosatélite), que cumple con las normas internacionales
de satélites Cubesats (estándar generado por
la Universidad de Stanford, Estados Unidos, en 1999) en
cuanto a dimensiones, características y operación,
entre otras. “De hecho, son pocas las modificaciones
que se harían para que éste pudiera trabajar
de manera exitosa en el espacio”.
El también profesor del posgrado en Ingeniería
de la Universidad Nacional, explicó que Satedu cuenta
prácticamente con todos los subsistemas de un aparato
comercial, aunque en este caso son pequeños, portátiles
e inteligentes, características que permiten que
puedan emplearse en otros de mayor masa para beneficio de
México.
Entre los subsistemas que lo conforman se encuentran
la estructura, potencia, computadora de vuelo, comunicaciones
inalámbricas, sensores de plataforma satelital y
de navegación inercial, así como estabilización
por ruedas inerciales y bobinas de torque magnético.
Un 95 por ciento de este proyecto es de manufactura
universitaria, el resto, los componentes electrónicos,
son extranjeros “porque en México no se fabrican;
todo lo demás fue realizado en la UNAM”, indicó.
Además, añadió, el software
de Estación Terrestre (ejecutado en computadora personal)
que permite la comunicación inalámbrica con
el pequeño satélite, también es un
producto universitario generado con la participación
de estudiantes. “Nuestro compromiso con ellos es entrenarlos,
motivarlos y retroalimentarlos con proyectos de alta tecnología.
De esa manera, contribuimos no sólo a formar recursos
humanos mejor preparados, sino también a participar
en el desarrollo de artefactos útiles al país”.
Vicente Vivas ejemplificó que los de percepción
remota vuelan relativamente bajo –a distancias de
entre 300 kilómetros y mil kilómetros de altura–;
se utilizan en México para hacer seguimiento de desastres
naturales, huracanes, inundaciones, incendios forestales,
desertificación y sismos, entre otros fenómenos
naturales, por lo que a partir del Satedu, “pronto
estaremos en posibilidad de generar los de tipo comercial
que la nación requerirá en los próximos
años”.
Nuestra obligación principal es la formación
de recursos humanos y reducir la brecha tecnológica,
por lo que es de suma importancia ofrecer a los estudiantes
herramientas y proyectos de alta tecnología y bajo
costo.
“Existe un nicho de oportunidad tecnológica
para estos instrumentos y para llevarlos a jóvenes
de bachillerato, licenciatura, posgrado y centros de investigación,
y decirles que dentro de poco tiempo tendrán el potencial
de desarrollar ésta y otras tecnologías en
la materia, pues México despuntará y habrá
un proceso de industrialización”.
Otro de los objetivos es la generación de
satélites de comunicaciones (geoestacionarios), que
proporcionan servicios de video, voz y datos, entre otros.
“Primero desarrollaremos uno de percepción
remota para producir las imágenes que requiere el
país, y así atender y dar seguimiento a desastres
naturales que afectan a la población. Posteriormente,
incursionaremos en el proceso del primer satélite
geoestacionario mexicano (de comunicaciones). En las próximas
décadas aportaremos soluciones de alta tecnología
en ese sentido”.
Desde septiembre pasado, Satedu se encuentra en
proceso de patente y se está en pláticas con
una empresa en San Luis Potosí para su fabricación
en serie, adelantó.
Si bien este tipo de instrumentos educativos se
realizan en muchas universidades de países desarrollados,
“nuestra visión es más grande, porque
sabemos que es un paso al crecimiento, a la proyección
de ideas, a la generación de empresas estudiantiles
y hacia nuevos y mejores empleos para la juventud. Esto
lo hacemos junto con la Agencia Espacial Mexicana, para
formar caminos que nos permitan llegar a tecnologías
y soluciones que el país y nuestra sociedad requieren
en la materia”.
Satedu y Humsat
Gracias a la experiencia del investigador en este
tipo de desarrollos, México, a través de la
UNAM, será parte de la constelación internacional
de pequeños satélites llamada Humsat, apoyada
por la Agencia Espacial Europea, Naciones Unidas y la NASA.
El proyecto es liderado por la Universidad de Vigo,
España; California Politechnic State University (Calpoly),
Estados Unidos, y nuestro país; la participación
universitaria es apoyada por la Agencia Espacial Mexicana.
La constelación Humsat tendrá un
conjunto de picosatélites para conectar a los usuarios
a una red de sensores que estaría distribuida en
el mundo. Su propósito es brindar ayuda humanitaria
en aspectos básicos como telemedicina a zonas marginadas
de cualquier parte del planeta, así como recabar
información de redes instaladas a nivel global para
realizar estudios en cambio climático, cuyos resultados
sean accesibles a investigadores de todo el mundo.
“De igual manera, se podría aplicar
para redes de sensores nacionales gubernamentales (Comisión
Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos o Comisión
Nacional del Agua, por ejemplo), o de uso privado, a fin
de validar el transporte de datos, finalizó.
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