En materia de conservación de la biodiversidad,
uno de los temas de relevancia es la preservación
de los polinizadores; “probablemente la factura ambiental
más cara que podríamos pagar será la
disminución de sus poblaciones, afirmó Mireya
Ímaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario
de Medio Ambiente (PUMA) de la UNAM.
Al comentar los datos presentados por Daysi Vilamajó
y Miguel Ángel Vales, investigadores del Centro Nacional
de Biodiversidad del Instituto de Ecología y Sistemática
de Cuba, afirmó que existen lugares que viven colapsos
ecológicos por la ausencia de polinizadores, como
las zonas de cultivo de almendras en California, Estados
Unidos, donde los productores importan abejas para hacer
esa función.
Al respecto, Vilamajó apuntó que
más de 100 mil especies animales, incluidos los murciélagos,
proveen ese servicio y, en promedio, un tercio de los alimentos
para los seres humanos provienen de plantas fertilizadas
por polinizadores silvestres.
En el auditorio Carlos Graef de la Facultad
de Ciencias (FC), Ímaz Gispert apuntó que
llegó a considerarse que la desaparición de
los grandes mamíferos provocaría un colapso
ambiental. Esto no ha ocurrido, al menos no a gran escala,
pero podría darse por falta de polinizadores, pues
70 por ciento de las plantas con flores requiere de esos
agentes biológicos para reproducirse.
Por otra parte, refirió que entre México
y Cuba existen puntos de coincidencia en el ámbito
de los mecanismos institucionales y políticas públicas
en materia de conservación de la biodiversidad. No
obstante, el territorio nacional “está sobrerregulado
y al final del día no hay ordenación alguna;
ha terminado por constituirse en un sistema de regularización
de lo que ya pasó; en realidad los ordenamientos
no planean, sino que resuelven los conflictos pasados”.
Gestión ambiental en Cuba
En su intervención, Vilamajó y Vales
consideraron que la gestión ambiental tiene como
propósito constituirse en el motor del desarrollo
sostenible de Cuba desde la óptica ambiental. Para
ello, el trabajo tendría como base la acción
de la política y la estrategia ambiental nacional,
la estructura organizativa del país y el conjunto
de prioridades y necesidades nacionales, así como
los compromisos internacionales.
Para hacer gestión en materia ambiental,
explicaron, es necesario conocer con qué recursos
naturales se cuenta, para estar en posibilidad de manejar
esa diversidad. En el caso de la botánica cubana,
por ejemplo, se conoce 97 por ciento de la flora.
Tras hacer un recuento de la diversidad biológica
de la isla caribeña y mencionar los mecanismos institucionales
y políticas públicas con que cuenta para la
conservación y gestión de la biodiversidad,
Vales resaltó que se han detectado tres grandes amenazas:
la fragmentación del hábitat, resultado de
la actividad antrópica; las especies exóticas
invasoras, y los efectos del cambio climático, que
ya son evidentes en Cuba.
Finalmente, Vilamajó, refirió que
desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología
y Medio Ambiente, en Cuba se requiere de una licencia ambiental
para cualquier proyecto de desarrollo, “misma que
está amparada por la evaluación del impacto;
es lo que mejor ha funcionado”.
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