Un grupo científico internacional, del que
forman parte 21 investigadores de la UNAM, analizó
y comparó por primera vez, los genomas y transcriptomas
de cuatro parásitos céstodos, causantes de
cisticercosis y equinococosis, padecimientos que generan
quistes en diferentes regiones del cuerpo, como el cerebro
y el hígado.
El estudio, publicado hoy en la revista Nature,
abre nuevas oportunidades para el tratamiento, prevención
y control de esas enfermedades desatendidas que afectan
a países en vías de desarrollo, afirmó
Juan Pedro Laclette San Román, académico del
Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de
la UNAM y coautor del trabajo.
Al conocer con precisión el material genético
de estos parásitos, los expertos pueden generar estrategias
para ubicar blancos potenciales para nuevos fármacos,
además de profundizar en la biología molecular
de esos organismos, la identificación de nuevos candidatos
a vacunas y métodos de diagnóstico.
Los genomas y transcriptomas analizados son de
los gusanos aplanados Taenia solium, Echinococcus multilocularis,
Echinococcus granulosus e Hymenolepis microstoma.
Los tres primeros, de la misma familia, afectan al ser humano
y a animales de importancia económica como borregos,
alpacas y camélidos, mientras que el cuarto es un
modelo biológico muy utilizado en investigación.
Multidisciplina universitaria
El equipo científico mexicano se formó
originalmente en 2005 en la UNAM en torno al Proyecto del
Genoma de Taenia solium, pero avanzó a una
colaboración más amplia con grupos de investigación
del Wellcome Trust Sanger Institute, de Gran Bretaña;
la University of Würzburg, de Alemania; y el Instituto
de Genómica de Beijing, China, entre otras instituciones
de primer nivel que comparten la publicación del
artículo.
El grupo mexicano que firma hoy en Nature
está integrado por Alejandro Garcíarrubio,
Alejandro Sánchez Flores, Karel Estrada, Enrique
Morett, Tobías Portillo y Xavier Soberón,
del Instituto de Biotecnología (IBt); Raúl
J. Bobes, Gladis Fragoso, Edda Sciutto, Marco V. José,
Julio C. Carrero, Carlos Larralde, Jorge Morales Montor,
Jorge Limón Lason y Juan Pedro Laclette, del Instituto
de Investigaciones Biomédicas (IIBm).
También, por Miguel A. Cevallos y Víctor
González, del Centro de Ciencias Genómicas
(CCG); Abraham Landa y Lucía Jiménez, de la
Facultad de Medicina (FM); y Víctor Valdés,
de la Facultad de Ciencias (FC), todos de la UNAM, así
como Adrián Ochoa Leyva, del Instituto Nacional de
Medicina Genómica (Inmegen).
“Es la primera vez que se analizan los genomas
de estos cuatro gusanos para revelar blancos potenciales
de nuevos fármacos. Aquéllos proporcionan
un nuevo recurso que ofrece maneras más rápidas
para desarrollar herramientas que ayuden en el control de
la cisticercosis y la equinococosis”, comentó
Laclette.
Estos parásitos han acompañado al
ser humano a lo largo de la historia, pues las infecciones
por Taenia solium ya eran conocidas en los tiempos
de Confucio en China y en la Atenas de Aristóteles.
“Las infecciones por parásitos céstodos
son frecuentes en varias regiones del mundo y su carga devastadora
es comparable a la esclerosis múltiple o el melanoma
maligno”, señaló Matthew Berriman, coautor
del trabajo e investigador del Wellcome Trust Sanger Institute.
En tanto, Klaus Brehm, coautor por parte de la
Universidad de Würzburg, Alemania, destacó que
“dado que hay muy pocas opciones de tratamiento verdaderamente
eficaces, esperamos identificar y validar nuevos tratamientos
que disminuyan la carga de estas enfermedades debilitantes”.
Semejanzas con el cáncer
El equipo multidisciplinario buscó semejanzas
entre los seres humanos y los parásitos, pues ambos
son organismos multicelulares. Encontraron que algunos procesos
de la cisticercosis y la equinococosis son similares a los
de los tumores malignos, lo que sugiere que los céstodos
podrían ser susceptibles a los tratamientos ya existentes
para el cáncer, que incluyen medicamentos que suprimen
la división celular al inhibir la replicación
de ADN.
En la búsqueda en los genes de estos organismos
aquellos susceptibles de utilizarse como blanco para desarrollar
nuevos fármacos, los investigadores encontraron que
la lista de candidatos coinciden con los del cáncer.
“Estos organismos se caracterizan por ser
altamente proliferativos. Entonces se abre una posibilidad
muy interesante de que algunas drogas que actualmente utilizamos
en contra del cáncer se puedan también usar
para tratar estos parásitos”, detalló
Laclette.
Otra posible línea de investigación
está en los mecanismos de estrés, que estos
parásitos desarrollan al vivir al extremo, según
el huésped, del que toman alimento y procesos como
la síntesis de aminoácidos, colesterol y ácidos
grasos.
“Al depender de su huésped, evolutivamente
han omitido muchos procesos para sobrevivir, pero han desarrollado
mecanismos de estrés que también son de interés”,
finalizó Laclette.
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