El manantial de la Mintzita y los humedales asociados
a él, fuente que aporta cerca del 40 por ciento del
agua que utilizan los habitantes de la ciudad de Morelia,
podrían estar en riesgo por malas prácticas
de manejo. Pero no sólo está en peligro su
calidad, sino la riqueza de especies de flora y fauna, alertó
Roberto Lindig Cisneros.
El integrante del Centro de Investigaciones en
Ecosistemas (CIEco) de la UNAM, con sede en esa ciudad,
explicó que ahí existen alrededor de 60 especies
de plantas, “muy alto para ese tipo de ecosistemas”,
y es el hábitat de al menos seis endémicas
de peces. “Antes había más, pero con
el paso de los años el manantial y sus humedales
han sufrido degradación”.
Esa situación es, en parte, consecuencia
del crecimiento de la mancha urbana, y del uso agrícola
y pecuario que se le da a la cuenca donde está el
manantial.
La Mintzita se ubica al sur de Morelia, como a
seis kilómetros de la zona urbana, en lo que se conoce
como el área periurbana porque es intermedia a las
dos.
El manantial no es muy grande; con el sistema de
humedales, cubre un área de 57 hectáreas,
y eso lo hace aún más vulnerable, pues aunque
se dañe una pequeña parte, se afecta una proporción
grande del ecosistema.
A pesar de su tamaño, su aporte es considerable,
de 1.4 metros cúbicos por segundo. Morelia tiene
alrededor de un millón de habitantes, es decir, 400
mil podrían depender directamente de esta fuente
del recurso.
Malas prácticas
Con ocho años de labor en el sitio, Lindig
explicó que se empiezan a ver los efectos de malas
prácticas de manejo. Por ejemplo, en época
seca, las quemas de los humedales, para favorecer el crecimiento
de pastos para el ganado, o el lavado de ropa en el manantial.
En torno al sitio se ubican dos ejidos, una colonia
urbana y pequeños propietarios. Es un área
socialmente compleja, donde viven no más de tres
mil personas en la vecindad inmediata, explicó.
El estado de conservación es razonable,
“por lo que estamos en un momento en el que se deberían
comenzar a tomar medidas drásticas, ahí tratamos
de tener cierta influencia en quienes toman las decisiones
y las personas que echan mano del recurso de forma directa”.
Como parte de sus resultados de investigación
básica, publicados en revistas internacionales como
Aquatic Botany, el científico y su equipo han encontrado
que hay especies que responden mejor que otras a los nutrientes,
lo que propicia que se vuelvan invasoras, aunque sean nativas.
Eso pasa, por ejemplo, con los tules, plantas del género
Typha.
También han visto que un carrizo, Phragmites
australis, es beneficiado por los incendios. Al respecto,
señaló que debido al conocimiento obtenido,
es posible hacer recomendaciones para un manejo adecuado
del área.
“Sabemos que los incendios de baja intensidad
y poco frecuentes favorecen la biodiversidad. Al estudiar
otros sistemas similares en Pátzcuaro, y el manejo
tradicional que hace la gente, se ha visto que los que ocurren
cada tres o cuatro años, no necesariamente en las
secas, época en que se pueden volver muy severos,
permiten la quema de hojas secas, sobre todo de los tules,
y el crecimiento de otras especies”.
En contraste, los incendios que se repiten año
con año, que queman el suelo, son dañinos
para algunas nativas y benefician a otras, como el carrizo.
Para un uso sustentable, el universitario sugiere
que la gente no lave la ropa en el manantial, tratar de
reducir los efluentes de aguas agrícolas y otros
desechos, el control de incendios y de ganado.
De forma adicional, trabaja con la comunidad para
generar conciencia sobre la importancia de los manantiales,
y hacer un manejo adecuado de ellos y de los humedales que
tienen asociados.
Filtros naturales
Las plantas de humedal son como filtros que limpian
el líquido. Absorben nitrógeno y fósforo,
fertilizantes que se emplean en los campos. “Nos prestan
muchos servicios, y sustituirlos con tecnología es
caro; existen las plantas potabilizadoras, pero el proceso
es más complejo”.
A los ejidatarios y vecinos del sitio se les han
impartido talleres; de igual forma, en escuelas primarias
se han dado pláticas a niños para tratar la
importancia de los manantiales y humedales, y se pone como
ejemplo al de la Mintzita. Asimismo, con el apoyo de la
fundación inglesa Rufford, se hicieron carteles que
se repartieron en toda la ciudad.
El gobierno estatal ha comenzado a tomar medidas,
lo mismo que la Comisión Nacional de Áreas
Naturales Protegidas, reconoció; “tal vez las
acciones no son tan rápidas como nos gustaría,
porque vemos la degradación, pero hay que entender
que las autoridades deben lidiar con una realidad más
compleja que la meramente ecológica y negociar con
distintos actores sociales”.
Lo que se haga deberá dar resultados, porque
de continuar la tendencia actual “veríamos
la extinción de especies, que en el caso de las endémicas
significaría su fin, la pérdida de la calidad
del agua para consumo humano y la destrucción del
ecosistema como tal”, concluyó Roberto Lindig.