Boletín UNAM-DGCS-137
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 2 de marzo de 2013


Eberto Novelo Maldonado
           


ALGAS EPILÍTICAS PROTEGEN DEL DETERIORO A MONUMENTOS ARQUEOLÓGICOS MAYAS EN CHIAPAS


• A diferencia de líquenes, hongos y musgos, no penetran en la roca calcárea ni producen ácidos orgánicos que disuelven el carbonato de calcio, explicó Eberto Novelo Maldonado, de la Facultad de Ciencias de la UNAM

Las algas epilíticas que cubren monumentos arqueológicos de roca calcárea en las regiones tropicales de México, no producen biodeterioro, como los líquenes, hongos, musgos, helechos y plantas vasculares.

Al no ser especies perforantes, las variedades que Eberto Novelo Maldonado, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, ha encontrado en Chiapas, sólo producen mucílagos, que estabilizan las partículas sueltas del material intemperizado.

Tras ocho años de trabajo en Palenque, Bonampak y Yaxchilán, tiene la certeza de que las algas conservan los muros y escalinatas de los monumentos mayas, pues tienen una función protectora al adoptar la forma del substrato donde crecen, agregó el coordinador del Proyecto Ecología de Algas Epilíticas en Monumentos Arqueológicos, con apoyo del PAPIIT- UNAM.

“No penetran activamente en la roca, ni la destruyen, pues los cristales de calcio se mantienen consolidados. Tampoco producen ácidos orgánicos que disuelvan el carbonato de calcio. Todos los cambios son previos al crecimiento de algas. Líquenes, helechos y otras plantas sí deterioran la roca calcárea como la de Palenque, al introducirse en fisuras y romper las estructuras de los edificios”.

Por eso fue cerrada la tumba de Pakal. Una filtración previa de agua disolvió el carbonato de los estucos y formó escurrimientos donde crecieron algas. Eso, más los focos del recinto, la temperatura de Palenque y el flujo de visitantes, la convirtieron en una cámara de cultivo, expuso.

“Primero fue el líquido y luego estos organismos. Al quitar la luz y controlar la humedad, estos desaparecieron y se controló la disolución del carbonato”.

¿Qué hacer con los monumentos arqueológicos manchados con el naranja, morado o negro intensos que producen las colonias de algas epilíticas? ¿Cómo conservarlas y, al mismo tiempo, mantener una apariencia atractiva para el turismo?

Uno de los fines del proyecto es conservar ambas: primero, la biodiversidad y, después, la estructura del monumento. Para eso, propone podar y controlar el crecimiento en vez de eliminarlo por medios drásticos.

Un ejemplo es el Palacio de las Inscripciones, al que ya no se puede ingresar. Subía tanta gente, que el tránsito desgastó los escalones. Así como ahora se restringe el paso, hay que controlar el crecimiento de cualquier otro organismo, algas incluidas.

También propone limpiar si crecen en otro lado. En el caso de un mural valioso, es preciso tomar una muestra, cultivarla, buscar si tiene otro hábitat y tener la certeza de que no desaparecerá una especie que vive sólo ahí.

Al respecto, insiste en que es necesario conservar las algas. “Todas las especies merecen respeto, no sólo porque éstas llegaron antes al planeta que el humano y proporcionan oxígeno, sino porque son un recurso desconocido desde el punto de vista químico, bioquímico, biotecnológico y alimentario”.

Sabemos mucho de algas acuáticas, pero poco de las subaéreas, a pesar de que son investigadas por numerosos grupos en Estados Unidos y Europa.

La ecología de las algas epilíticas es un tema en desarrollo y sin un cuerpo teórico estable para una aproximación equivalente a la que existe en el caso de las acuáticas, especialmente las planctónicas.

Con los datos recabados en este proyecto, Novelo Maldonado espera construir un marco explicativo de los crecimientos en los muros de los monumentos mayas de Chiapas y contribuir a la construcción de una teoría ecológica de las variedades epilíticas subaéreas.

Estudios taxonómicos en muestras recolectadas indican que “hay muchísimas algas, nuevas para México, aunque no para la ciencia”, explicó.

La cuantificación es una aproximación a partir del análisis morfológico. Se trata de aproximadamente 400 especies registradas por primera vez en el país. “Nuevas para el mundo, de las que he visto, son más de 60, pero no puedo dar nombres porque aún no se hacen las secuencias de genes y la comparación con otros grupos. Estamos en ese proceso”.

Se ha registrado buena cantidad de la morfología de todas las especies, pero no se tiene certeza absoluta. Las algas presentes en las zonas arqueológicas de Chiapas son principalmente cianoprocariontes, clorofitas (como Trentepohlia aurea) y algunas diatomeas.

En un edificio del conjunto Murciélagos, de Palenque, a nivel morfológico, se han recolectado 33 especies de diferentes géneros: Aphanothece, Gloeothece, Synechococcus, Synechocystis, Aphanocapsa, Gloeocapsa, Chondrocystis, Chroococcus, Gloeocapsopsis y Cyanosarcina.

“Las algas son parte de nuestra riqueza nacional y debemos conservarlas porque no sabemos si de ellas se pueden obtener colorantes o si serán un recurso importante en los años venideros, como lo fue la espirulina (Arthrospira) para los aztecas”.

De hecho, la UNESCO la propone como uno de los alimentos del futuro. En México, de ser el primer exportador, pasamos a ser importadores, pese a que crece masivamente en Texcoco. Sin embargo, no hay empresa ni dependencia de gobierno interesada en explotar esta alga que contiene proteínas más digeribles que las del ganado vacuno.

Para Novelo Maldonado se trata de un problema de cultura. “Con la Conquista, los habitantes del Valle de México dimos la espalda al agua: en Xochimilco, las casas no dan al canal, sino a la calle; el entorno acuático es la parte trasera, que sirve de drenaje o relleno.

Como biólogo, argumenta que hay que conservar la biodiversidad, porque nos enriquece como país. “Como el folclor, los bailes, las artesanías y el mole, ésta nos da identidad y es patrimonio nacional”, concluyó.

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Fotos

Eberto Novelo Maldonado, de la Facultad de Ciencias de la UNAM.