Las algas epilíticas que cubren monumentos arqueológicos
de roca calcárea en las regiones tropicales de México,
no producen biodeterioro, como los líquenes, hongos, musgos,
helechos y plantas vasculares.
Al no ser especies perforantes, las variedades que Eberto
Novelo Maldonado, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, ha encontrado
en Chiapas, sólo producen mucílagos, que estabilizan
las partículas sueltas del material intemperizado.
Tras ocho años de trabajo en Palenque, Bonampak
y Yaxchilán, tiene la certeza de que las algas conservan
los muros y escalinatas de los monumentos mayas, pues tienen una
función protectora al adoptar la forma del substrato donde
crecen, agregó el coordinador del Proyecto Ecología
de Algas Epilíticas en Monumentos Arqueológicos,
con apoyo del PAPIIT- UNAM.
“No penetran activamente en la roca, ni la destruyen,
pues los cristales de calcio se mantienen consolidados. Tampoco
producen ácidos orgánicos que disuelvan el carbonato
de calcio. Todos los cambios son previos al crecimiento de algas.
Líquenes, helechos y otras plantas sí deterioran
la roca calcárea como la de Palenque, al introducirse en
fisuras y romper las estructuras de los edificios”.
Por eso fue cerrada la tumba de Pakal. Una filtración
previa de agua disolvió el carbonato de los estucos y formó
escurrimientos donde crecieron algas. Eso, más los focos
del recinto, la temperatura de Palenque y el flujo de visitantes,
la convirtieron en una cámara de cultivo, expuso.
“Primero fue el líquido y luego estos organismos.
Al quitar la luz y controlar la humedad, estos desaparecieron
y se controló la disolución del carbonato”.
¿Qué hacer con los monumentos arqueológicos
manchados con el naranja, morado o negro intensos que producen
las colonias de algas epilíticas? ¿Cómo conservarlas
y, al mismo tiempo, mantener una apariencia atractiva para el
turismo?
Uno de los fines del proyecto es conservar ambas: primero,
la biodiversidad y, después, la estructura del monumento.
Para eso, propone podar y controlar el crecimiento en vez de eliminarlo
por medios drásticos.
Un ejemplo es el Palacio de las Inscripciones, al que
ya no se puede ingresar. Subía tanta gente, que el tránsito
desgastó los escalones. Así como ahora se restringe
el paso, hay que controlar el crecimiento de cualquier otro organismo,
algas incluidas.
También propone limpiar si crecen en otro lado.
En el caso de un mural valioso, es preciso tomar una muestra,
cultivarla, buscar si tiene otro hábitat y tener la certeza
de que no desaparecerá una especie que vive sólo
ahí.
Al respecto, insiste en que es necesario conservar las
algas. “Todas las especies merecen respeto, no sólo
porque éstas llegaron antes al planeta que el humano y
proporcionan oxígeno, sino porque son un recurso desconocido
desde el punto de vista químico, bioquímico, biotecnológico
y alimentario”.
Sabemos mucho de algas acuáticas, pero poco de
las subaéreas, a pesar de que son investigadas por numerosos
grupos en Estados Unidos y Europa.
La ecología de las algas epilíticas es
un tema en desarrollo y sin un cuerpo teórico estable para
una aproximación equivalente a la que existe en el caso
de las acuáticas, especialmente las planctónicas.
Con los datos recabados en este proyecto, Novelo Maldonado
espera construir un marco explicativo de los crecimientos en los
muros de los monumentos mayas de Chiapas y contribuir a la construcción
de una teoría ecológica de las variedades epilíticas
subaéreas.
Estudios taxonómicos en muestras recolectadas
indican que “hay muchísimas algas, nuevas para México,
aunque no para la ciencia”, explicó.
La cuantificación es una aproximación a
partir del análisis morfológico. Se trata de aproximadamente
400 especies registradas por primera vez en el país. “Nuevas
para el mundo, de las que he visto, son más de 60, pero
no puedo dar nombres porque aún no se hacen las secuencias
de genes y la comparación con otros grupos. Estamos en
ese proceso”.
Se ha registrado buena cantidad de la morfología
de todas las especies, pero no se tiene certeza absoluta. Las
algas presentes en las zonas arqueológicas de Chiapas son
principalmente cianoprocariontes, clorofitas (como Trentepohlia
aurea) y algunas diatomeas.
En un edificio del conjunto Murciélagos, de Palenque,
a nivel morfológico, se han recolectado 33 especies de
diferentes géneros: Aphanothece, Gloeothece, Synechococcus,
Synechocystis, Aphanocapsa, Gloeocapsa, Chondrocystis, Chroococcus,
Gloeocapsopsis y Cyanosarcina.
“Las algas son parte de nuestra riqueza nacional
y debemos conservarlas porque no sabemos si de ellas se pueden
obtener colorantes o si serán un recurso importante en
los años venideros, como lo fue la espirulina (Arthrospira)
para los aztecas”.
De hecho, la UNESCO la propone como uno de los alimentos
del futuro. En México, de ser el primer exportador, pasamos
a ser importadores, pese a que crece masivamente en Texcoco. Sin
embargo, no hay empresa ni dependencia de gobierno interesada
en explotar esta alga que contiene proteínas más
digeribles que las del ganado vacuno.
Para Novelo Maldonado se trata de un problema de cultura.
“Con la Conquista, los habitantes del Valle de México
dimos la espalda al agua: en Xochimilco, las casas no dan al canal,
sino a la calle; el entorno acuático es la parte trasera,
que sirve de drenaje o relleno.
Como biólogo, argumenta que hay que conservar
la biodiversidad, porque nos enriquece como país. “Como
el folclor, los bailes, las artesanías y el mole, ésta
nos da identidad y es patrimonio nacional”, concluyó.
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