El estudio del espacio es motor para el desarrollo de innovaciones
en distintos campos. Debido a la tecnología satelital, contamos
con el sistema de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en
inglés), telecomunicaciones, pronóstico del tiempo
y navegación aérea.
Con estos propósitos se desarrollan satélites
lanzados a distintas órbitas. En las bajas (a menos de mil
kilómetros de la superficie) circulan artefactos para investigación
científica, pequeños y de bajo costo. En las medias
(hasta 30 mil kilómetros) navegan los dispositivos de posicionamiento,
y en la órbita geoestacionaria (a 35 mil kilómetros)
se ubican los de telecomunicaciones, que proporcionan servicio de
Internet, televisión satelital y telefonía móvil.
Actualmente, se analizan las regulaciones internacionales
relacionadas con el lanzamiento de misiones al espacio, con el propósito
de reducir la generación de basura que orbita el planeta.
En este contexto, investigadores del Centro de Alta Tecnología
(CAT) de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, campus
Juriquilla, Querétaro, en conjunto con los de otras instituciones
mexicanas, desarrollan trabajos orientados a planear las misiones
del futuro con un enfoque de sustentabilidad.
Los trabajos abordan la detección de partículas
espaciales, modelos matemáticos de generación de desechos,
su medición y planes de protección. El objetivo es
integrar los esfuerzos de la Red Universitaria del Espacio (RUE)
de esta casa de estudios, y de las Redes Temáticas de Ciencia
y Tecnología Espacial y la Red Temática del Medio
Ambiente Sustentable, apoyadas por el Conacyt, informó Saúl
Santillán Gutiérrez, coordinador del CAT.
En el equipo se encuentran investigadores, estudiantes
de posgrado y de las licenciaturas de Tecnología e Ingeniería.
Posteriormente se integrarán expertos de otras disciplinas.
El propósito es asegurar que al final de la vida
útil de los satélites, la última dotación
de combustible sea utilizada para moverlos a una trayectoria que
los devuelva a la superficie terrestre, precisó.
Actualmente, se preparan los avances de las investigaciones
para ser presentados a la Agencia Espacial Mexicana, a fin de definir
la postura del país respecto a este problema, adelantó.
Desechos siderales
Se considera basura espacial a los satélites fuera
de uso, fragmentos de cohetes utilizados en lanzamientos a las órbitas
más lejanas y residuos de combustible no quemado. El 95 por
ciento de los desechos que circundan al planeta fueron generados
por las misiones espaciales, refirió.
Además, de manera natural, en el espacio hay partículas
que se convierten en micrometeoritos. Al diseñar satélites,
es necesario integrar mecanismos de protección para aminorar
cualquier impacto, explicó.
Las regulaciones respectivas contemplan la “regla
de los 25 años” para la destrucción total de
los artefactos, después de caer a la atmósfera. Al
respecto, existen lagunas para deslindar responsabilidades en los
impactos de los dispositivos obsoletos con los de misiones más
recientes, expuso.
Actualmente, la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) trabaja en una norma ISO para legislar el uso de la órbita
LEO (hasta mil kilómetros de la superficie terrestre), la
más llena de residuos. “Como país, tenemos la
responsabilidad de estudiar esta problemática y asumir una
postura en el ámbito internacional”, consideró.
Santillán Gutiérrez señaló
que el propósito de las indagaciones es promover el manejo
sustentable para integrarlo en el protocolo de administración
y planeación de las misiones espaciales nacionales, e insertar
a México como un agente positivo en la reducción de
este tipo de basura.
Los trabajos constituyen un punto de partida para el desarrollo
de la ciencia y la tecnología espacial en el país,
y permitirá sumar esfuerzos multidisciplinarios y formar
recursos especializados, concluyó.
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