Un equipo de alumnos, académicos e investigadores
de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, dirigido por
Concepción Morán Martínez, recurre a la música
como facilitadora de la conciencia corporal en niños con
parálisis cerebral, padecimiento que impide controlar las
funciones del sistema motor.
“Buscamos, más allá de una rehabilitación
ortodoxa, que la música juegue un papel lúdico en
estos pequeños para que intenten moverse. Es decir, que haya
un contenido emotivo, y los enriquezca como seres humanos, porque
finalmente la música los ayuda a manejar las emociones”,
dijo la investigadora.
Quienes padecen esta enfermedad empiezan a tocar instrumentos
de percusión, por ejemplo, hasta que intentan mover su cuerpo,
mantenerlo erguido.
A diferencia de la rehabilitación ortodoxa, en esta
terapia hay una parte motivacional sutil, en la que el movimiento
cobra un valor intrínseco.
“Muchas veces lograr algo, cualquier cosa, nos gusta
tanto que no esperamos que se nos felicite por ello; pero el mero
hecho de conseguirlo, nos enriquece y hace sentirnos muy bien. A
eso lo llamamos motivación intrínseca, y es la que
intentamos generar”, indicó Morán Martínez.
La música como fuente de conocimiento psicológico
Al asegurar que la música es una fuente de conocimiento
psicológico, la investigadora universitaria destacó
al compositor austriaco Franz Schubert, autor de, entre otras obras,
numerosos lieder (canciones), en las que se da una amalgama maravillosa
de contenido emocional que nos lleva a vivir, en los tres o cuatro
minutos que duran, algo intenso.
Si alguien con conocimientos musicales escucha “Margarita
en la rueca”, basada en el Fausto, de Goethe, se
dará cuenta que tiene cierta estructura y sabrá apreciarla,
también, desde un punto de vista técnico. Pero si
la escucha un individuo sin conocimientos musicales o que no sabe
alemán, idioma en el que está cantada, de cualquier
forma percibirá perfectamente el contenido emocional expresado.
“En el caso de las personas con parálisis
cerebral, la percepción será la misma porque, en general,
los problemas que conlleva ese padecimiento tienen que ver más
con el movimiento motor que con el procesamiento de información”,
añadió.
Mientras la sensación se relaciona con todo lo que
toca a nuestros receptores internos, la percepción es el
significado que damos a la información recibida a partir
de lo que hemos aprendido y de la memoria de ese aprendizaje, más
el momento en que recibimos aquélla.
“Y en el mundo del arte, la percepción tiene
una gran importancia. Si percibimos una pintura o una sinfonía,
es como si el artista nos tomara la cara o los oídos, y nos
hiciera ver cosas que no vemos, u oír cosas que no escuchamos”,
explicó.
Los artistas desarrollan una capacidad novedosa de agrupar distintos
elementos, que nos permite ver esa otra realidad que está
presente, pero que no habíamos percibido o que quizá
no habíamos construido así.
“Por ejemplo, la percepción está integrada perfectamente
en la obra de Johan Sebastian Bach. Infiero, aunque no puedo saberlo
a ciencia cierta que, al componer, tenía presentes las teorías
de la percepción que hoy conocemos”, finalizó
Morán Martínez.
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