En la Ciudad de México, la injusticia social tiene
su expresión territorial en la gestión urbana. A los
pobres hoy se les trata como cifras y se les define a partir de
sus carencias, sin percatarnos que la desigualdad se reproduce en
el intercambio cotidiano, particularmente, en las calles, aseguró
Antonio Azuela, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS)
de la UNAM.
Parece que se trata de una población sin ninguna
relación con los grupos sociales que no sufren de exclusión,
expresó en el marco del Día Mundial de la Justicia
Social, que se conmemora este 20 de febrero.
El experto sostuvo que los precios altos del suelo en la
urbe representan una manifestación de injusticia social.
La necesidad de construir casas de interés social sólo
podrá satisfacerse si el mercado inmobiliario se reajusta,
para eliminar la especulación, con la finalidad de que los
sectores populares tengan vivienda dentro de las zonas urbanas.
Ante el precio de los terrenos, los conjuntos habitacionales
se edifican en lugares remotos. Las familias comprometen su presupuesto
con un crédito para adquirir una casa que no ocupan ni rentan.
Una de cada cuatro viviendas construidas en los últimos
ocho años está vacía. En total, en México
hay cinco millones de casas deshabitadas en el país, refirió.
En el diseño de políticas públicas
que garanticen equidad social en la metrópoli, deben considerarse
medidas para abaratar los precios del suelo, para garantizar vivienda
digna a los sectores populares, con acceso a los servicios públicos,
recomendó.
El automóvil
Azuela señaló que el diseño de las
ciudades, que concentran a la mayor parte de los habitantes del
país, se define a partir del automóvil.
En la de México, refirió, el 15 por ciento
de los traslados se realizan en vehículo particular y los
automovilistas ocupan la mayor parte del espacio público.
La relación entre éstos y los peatones ejemplifica
la injusticia urbana.
Ante la necesidad de estacionar el carro en las calles,
aparecieron personas que se ganan la vida cuidándolos, a
quienes se les señala como delincuentes. En la discusión
de la desigualdad se olvida la experiencia cotidiana en la ciudad,
concluyó.
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