“Nuestro recorrido no estará completo hasta
que encontremos una mejor manera de recibir a los inmigrantes esforzados
y esperanzados que aún ven a Estados Unidos como el país
de las oportunidades”, afirmó Barack Obama en su discurso
de investidura como presidente por un segundo periodo, lo que abre
la posibilidad de lograr una reforma migratoria en los próximos
cuatro años.
El mandatario estadounidense ha mostrado disposición
para conseguirla y ya no tiene capital político que perder.
El mejor antecedente es la postura que asumió para resolver
el precipicio fiscal que amenazaba la economía estadounidense,
ante la imposibilidad de lograr consensos con los legisladores republicanos,
aseguró Ana María Aragonés Castañer,
del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la
UNAM.
En este momento, tiene mayor capacidad de movimiento, incluso
si la decisión final está en el Congreso. Puede presionar
a través de decisiones ejecutivas, y el Partido Demócrata
negociar las posturas de sus contrapartes al interior de las cámaras,
aseguró.
La experta subrayó que para ello se necesita discusión
bilateral, y los sectores académico, político, económico
y social de nuestro país están obligados a intervenir
para lograr una reforma integral que incluya a los 11 millones de
indocumentados que residen en la Unión Americana.
Su estancia debe ser regularizada mediante amnistías
o medidas como el pago de multas. Al establecer programas temporales
de trabajo, no debe condicionarse el regreso a sus países
de origen; “este punto no debe incorporarse como requisito”,
enfatizó.
Lo que el mandatario hizo con las deportaciones —en
promedio 400 mil migrantes por año— es deplorable.
La medida, utilizada para alcanzar el consenso necesario para una
reforma migratoria con los republicanos no logró este objetivo.
Aunque buscará acuerdos en bien de la unidad, dejó
en claro que utilizará las prerrogativas de su investidura
presidencial para tener la última palabra en cualquier decisión,
incluido este rubro, precisó.
Ante la baja de la tasa de natalidad y los problemas de
su sistema educativo, Estados Unidos requiere tanto trabajadores
para la agricultura y la construcción como de migrantes calificados,
lo que amplía las posibilidades, destacó.
La cobertura en educación superior no es completa,
ante los altos costos de las universidades. Además, aún
con los créditos que otorgan las instituciones y el apoyo
familiar, los jóvenes no concluyen su preparación,
lo que se traduce en una eficiencia terminal baja.
En contraparte, estudiantes extranjeros cursan carreras
relacionadas con la economía del conocimiento, a los que
Obama aludió en su discurso de investidura: “Nuestro
recorrido no estará completo hasta que los jóvenes
estudiantes e ingenieros brillantes formen parte de nuestra fuerza
laboral en lugar de que se les expulse de nuestro país”.
Aragonés Castañer recordó que para
residir en Estados Unidos, después de concluir sus estudios,
enfrentan un laberinto burocrático.
Requieren el talento de estos jóvenes. Incluso,
legisladores republicanos han propuesto aumentar el número
de visas para universitarios extranjeros con desempeño sobresaliente
en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Aún con los problemas económicos y los conflictos
internacionales, el mandatario tiene claro que no puede defraudar
a los latinos que residen en EU, porque el voto de este sector fue
central para su reelección y de eso está consciente.
Estamos en un momento decisivo, con posibilidades de lograr una
reforma migratoria, concluyó.
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