Ante el riesgo de infección, la primera línea
de defensa de nuestro cuerpo recibe el nombre de respuesta inmune
innata, y a través de ella bacterias, virus y parásitos
son eliminados por células generadas en la médula
ósea; éstas se localizan en diferentes tejidos y son
reclutadas en el sitio dañado o invadido.
Algunas de las poblaciones defensoras son los macrófagos
y las células dendríticas, y para entenderlas mejor
son analizadas en el Laboratorio de Inmunidad Innata, en la Unidad
de Investigación en Biomedicina de la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Iztacala, a cargo de Miriam Rodríguez Sosa.
Con sus trabajos, ha ayudado a entender mejor diversos
mecanismos inmunológicos que participan en padecimientos
como la artritis reumatoide y la diabetes tipo 2, así como
en la respuesta a enfermedades parasitarias que constituyen problemas
graves de salud en México, como cisticercosis, tripanosomiasis,
leishmaniasis y toxoplasmosis.
Por sus aportaciones —consignadas en más de
30 publicaciones internacionales con cerca de 900 citas— al
conocimiento básico y aplicado sobre posibles mecanismos
de la respuesta inmune, la experta recibió el Premio Estatal
de Ciencia y Tecnología 2012, del gobierno del Estado de
México, en el área Salud.
Las líneas de investigación desarrolladas
en su laboratorio analizan la regulación de la respuesta
inmune innata y adquirida a través del factor inhibidor de
la migración de macrófagos (MIF), frente a las enfermedades
mencionadas.
“Estudiamos cómo esta molécula contribuye
a restringir el crecimiento de los parásitos. Las aportaciones
están orientadas a entender la respuesta inmune y resultarían
útiles en el diseño de vacunas o nuevas drogas”,
explicó Rodríguez Sosa, también galardonada
con la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes
Académicos en Ciencias Naturales, en 2009.
A nivel experimental, se ha determinado que el proceso
de inflamación es bueno para contener o erradicar afecciones
en algunas enfermedades infecciosas, mientras que es dañino
en las patologías inflamatorias. Su trabajo se enfoca a establecer
la participación de la molécula MIF en padecimientos
parasitarios y en la modulación de afecciones como la artritis
reumatoide y la diabetes mellitus 2.
“Proponemos a la molécula MIF como un blanco
terapéutico, al reducirla como fuente de inflamación
en enfermedades autoinmunes, o propiciarla para hacer frente a infecciones,
sobre todo parasitarias”.
Conocimiento básico
La experta, quien realizó una estancia posdoctoral
en el Departamento de Inmunología y Enfermedades Infecciosas
de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, recordó que
la molécula MIF fue descubierta a mediados de los 60 del
siglo pasado, y su importancia ha sido reconocida en los últimos
años.
La MIF es una citocina capaz de favorecer la presencia
de otras moléculas que actúan en la inflamación,
respuesta inicial de nuestro cuerpo ante los microorganismos. En
su ausencia, no se presenta adecuadamente la “cascada inflamatoria”,
lo que indica que podría funcionar como precursor del proceso,
explicó.
La inmunóloga expuso que en los cuadros de parasitosis,
en los que este fenómeno restringe el crecimiento de los
microorganismos nocivos, la MIF detiene su diseminación en
el cuerpo. Al eliminarla o suprimirla, los parásitos crecen
sin control, de ahí su importancia como mecanismo de restricción,
precisó.
En contraparte, los procesos inflamatorios intensos son
malos para quienes padecen enfermedades como diabetes mellitus 2
o de tipo autoinmune. “Los individuos capaces de resistir
infecciones debido a un MIF eficiente, pueden ser susceptibles a
otros padecimientos, agravados con inflamaciones intensas”.
Un amor para quedarse
Después de una estancia académica en Estados
Unidos, en la que trabajó con el profesor emérito
de la Universidad de Harvard, John R. David, el interés de
la investigadora por el estudio de los mecanismos inmunológicos
relacionados con enfermedades parasitarias aumentó.
La experta —que ha participado como editora invitada
de las revistas International Journal of Biological Sciences
y Journal of Biomedicine and Biotechnology— compartió
que tras realizar su tesis en el Instituto de Investigaciones Biomédicas
(IIBm) de la UNAM decidió especializarse en inmunología.
“Vine a concluir la licenciatura y el plan era regresar
a Veracruz, mi estado natal. Decidí quedarme a estudiar la
maestría y el doctorado. Después, tuve la oportunidad
de trabajar en Harvard con John David, el descubridor de la molécula
MIF”.
Me inspiró con su entusiasmo por el conocimiento.
A los 70 años aún trabajaba en el laboratorio. Al
concluir mi estancia posdoctoral, me obsequió sus ratones
experimentales, entonces únicos en el mundo. Con esta aportación
he desarrollado mis líneas de investigación y formado
jóvenes universitarios”, concluyó.
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