Boletín UNAM-DGCS-079
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 6 de febrero de 2013


Donovan Omar Villanueva Pineda

           


LENTES DE CONTACTO, UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD


• Al ser diagnosticado con queratocono, Donovan Omar Villanueva Pineda, estudiante de la Facultad de Ciencias de la UNAM, pensó en abandonar la escuela para trabajar, juntar dinero y tratarse el padecimiento
• Para evitar su deserción y como una manera de apoyar a estudiantes de escasos recursos como él, la DGOSE le proporcionó la atención que necesitaba; hoy el joven de 19 años no sólo piensa graduarse en Ciencias de la Tierra, sino hacer una segunda carrera en Física

“A los 19 años haces muchos planes, quieres probar y verlo todo, pero si de pronto alguien te dice que podrías quedar ciego, tu mundo cae de golpe; al menos eso fue lo que sentí al momento en que me diagnosticaron queratocono, y esta emoción se agravó al darme cuenta de que la noticia no pareció importarle a mi familia ni a mis amigos”, compartió Donovan Omar Villanueva Pineda.

Actualmente, el alumno de la Facultad de Ciencias tiene un par de lentes de contacto proporcionados por la Dirección General de Orientación y Servicios Educativos (DGOSE) que le ayudan no sólo a frenar el avance de su padecimiento, sino a continuar con sus estudios, pues enterarse de que podría perder la vista lo sumió en una profunda depresión. “No quería saber nada de nada ni de nadie, al grado que decidí abandonar la escuela”.

Se calcula que una de cada dos mil personas presenta queratocono, padecimiento progresivo en el que la córnea se adelgaza y protruye hacia delante. Es tratado mediante lentes de contacto y transplantes, pero ambas alternativas resultan costosas y para Donovan eran impensables; “¿qué podía esperar si el apoyo que recibo de mis parientes es de 20 pesos diarios?”.

El dinero como limitante

Donovan vive en la colonia Barranca Seca, en la delegación Magdalena Contreras, con su madre, quien se dedica a preparar alimentos que vende a oficinistas de la zona, generalmente a 15 pesos el platillo. Si le va bien, obtiene 300 pesos, de los que invierte 200 para preparar el menú del día siguiente

“El dinero es de las cosas más absurdas, te limita tanto. Hubo un momento en que decidí que quería tener mis cosas y vivir por mi cuenta, y me puse a trabajar. No me fue nada bien, en menos de ocho meses pasé como por cinco empleos y, al final, quedé desocupado, con apenas 700 pesos en la bolsa, que utilicé para realizarme un estudio llamado topografía de la córnea, que me confirmó que tenía queratocono. Ahí supe que debía hacer algo, aunque ignoraba qué”.

Recibir un salario, ahorrar, procurarse tratamiento, todo con tal de no quedar ciego… Éstas fueron algunas de las ideas que pasaron por la mente del joven, y todas lo orillaban a dejar los estudios. Decidido a hacer lo posible por salvar sus ojos, se dirigió a la coordinación de su carrera, Ciencias de la Tierra, para avisar que se daría de baja por un año; sin embargo, ahí le plantearon otra alternativa.

“No quería dejar los estudios, pero creía que no había de otra. Sin embargo, en la facultad me propusieron recibir una beca-trabajo o ver si en una FES podían apoyarme con el tratamiento, pero todo se me complicó; por un lado, ya tenía de parte de la Universidad un apoyo alimenticio, por otro, tras haberme ido a laborar me convertí en alumno irregular, y eso dificultó el asunto, hasta que me dieron una tercera opción, ¿y por qué no expones tu caso directamente en la DGOSE?”.

Retomar el camino

Donovan era el típico estudiante de secundaria que se sentaba en la última fila del salón para cotillear con sus compañeros, pero siempre con el hábito de tomar apuntes de cuanto hubiera en la pizarra; en sus años de CCH ocupaba las hileras de en medio y, al iniciar la carrera, estaba en los asientos de enfrente, pero ya no alcanzaba a ver las anotaciones de tiza que escribía el profesor.

“Siempre me he preguntado, ¿cómo aprende un ciego? Yo quería que se me desarrollaran los otros sentidos, asimilar el conocimiento de otra manera. La verdad es que transcribía todo lo que decía el maestro y, a la hora del examen, nunca venía lo que se decía en clase, sino lo que se apuntaba en el pizarrón. De un día para otro vi mis calificaciones ir en picada. En realidad admiro a los invidentes y lo que hacen para instruirse”.

La tarde en que Donovan acudió a la DGOSE no sabía qué decir y mucho menos qué esperar. “Expuse mi caso, no sé si bien o mal, pero sí atropelladamente, quería contarlo todo y creo que no dije mucho, pero a lo mejor fue lo suficiente, porque salí de ahí con una carta para que me hicieran los lentes. Sentí que tenía otra oportunidad”.

Lo que viene

El joven sabe que los lentes no son una solución, pero sí una herramienta para evitar el avance de su padecimiento hasta que un trasplante de córnea sea factible, “y quiero hacer las cosas bien”.

“Suena absurdo, pero los pupilentes ahora son el factor determinante para acomodar mis horarios en la Universidad. Como sólo puedo usarlos ocho horas, compacté mis clases en bloques de seis horas, para tener 45 minutos para salir de casa y otros tantos para regresar. El objetivo es no pasarme del lapso marcado por los oftalmólogos”.

¿Han cambiado las cosas?, para Donovan no hay duda de que sí, pues tras varias materias reprobadas, acaba de obtener su primer 10 en matemáticas.

“Sólo soy bueno para la ciencia, y que se me truncara de esta manera la posibilidad de prepararme, me deprimió. Ahora siento que retomé el camino, a tal grado que quiero estudiar Física como segunda carrera. Sé que es difícil, porque soy alumno irregular y porque por ahora mis calificaciones no son tan buenas, y todo por este episodio. No obstante, justo por haber pasado por esto y lo difícil que fue, tengo la impresión de que puedo hacerlo todo”.

—o0o—

 


Fotos

Para Donovan, haber sacado su primer 10 en matemáticas es una señal de que de ahora en adelante su vida académica mejorará.