Indagar la historia de la ciudad y el paisaje en el Valle
de México, y cómo se expresa en los diferentes tipos
de imágenes, es la tarea de Peter Krieger, del Instituto
de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
La Ciudad de México y su zona conurbada es un caso
extremo de urbanización. Hoy en día tiene, aproximadamente,
21 millones de habitantes (hace 50 ó 60 años tenía
unos tres millones; y a inicios del siglo XX, 350 mil).
En la historiografía actual hay una tendencia llamada
ecohistoria, que estudia el cambio ambiental de urbes y paisajes.
Él reconstruye la ecohistoria (algo más o menos novedoso
en el país), y más específicamente, la ecoestética
del Valle, a través de material visual
A invitación expresa de Miguel Fernández
Félix, director del Museo Nacional de Arte (Munal), Krieger
asumió el reto de responder a la interrogante de cómo
se ha dado el crecimiento desmesurado de la urbe, mediante un proyecto
editorial que tuvo como punto de partida la selección de
imágenes del fondo del Munal, y de la colección de
aerofotografías de la Fundación ICA AC, de la empresa
Ingenieros Civiles Asociados (ICA), una de las constructoras más
grandes de América Latina.
“La idea básica fue animar el fondo del Munal
por medio de un diálogo inesperado, innovador entre dos tipos
de imágenes: la obra de arte y la fotografía aérea
documental”, dijo Krieger.
Esa fundación guarda un tesoro cultural importante:
la colección de aerofotografías tomadas por la Compañía
Mexicana Aerofoto SA de CV, que documentan el crecimiento urbano
en el Valle de México y de otras partes del país desde
1930, hasta finales de la década de los 60.
“Fernández Félix me invitó a
realizar ese proyecto editorial, porque sabe que mi tarea como investigador
gira en torno a la imagen urbana y la imagen del paisaje. El resultado
es el libro Transformaciones del paisaje urbano en México.
Representación y registro visual (Madrid, El Viso, 2012)”,
indicó.
Paralelamente, el director del Munal instó a Krieger
a que, basado en su labor profesional, y con motivo del centenario
de la muerte de José María Velasco (1840-1912), revisara
la obra del paisajista mexicano, así como de sus antecesores
y sucesores, e hiciera una comparación con otras tantas aerofotografías
para dar cuenta de las modificaciones que la modernidad ha impreso
en el entorno natural.
De este modo, seleccionó 13 obras de Velasco y de
otros artistas relacionados, pertenecientes al museo, e igual número
de aerofotografías de la colección de la Fundación
ICA, para montar la muestra “Transformaciones del paisaje.
La herencia de Velasco”, que estará abierta al público
en la Sala de Exposiciones Especiales del Munal hasta el 10 de febrero.
“Revisé alrededor de 40 mil aerofotografías
para hacer el libro y montar la exposición. Para ésta
escribí otro texto enfocado en Velasco. Ambos son productos
basados en la investigación que efectúo en el IIE”.
Ecohistoria
El trabajo de Krieger en el IIE le permite integrarse,
desde la perspectiva de las investigaciones estéticas, a
un debate interdisciplinario sobre la redefinición de la
ciudad y el paisaje.
“Todavía tenemos en la cabeza que el paisaje
siempre es natural, pero el natural casi no existe. Si revisamos
documentos visuales, fotografías del siglo XIX, o justamente
la obra de Velasco, vemos cómo el agrícola o urbano
se transforma paso a paso, es cultural, construido”.
Así, lo que indaga es la historia de la ciudad y
el paisaje en el Valle de México, cómo se expresa
en los diferentes tipos de imágenes. Reconstruye la ecohistoria,
y más específicamente, la ecoestética de la
zona por medio de material visual.
“Me interesa cómo la ecohistoria se expresa
en imágenes. Ahora bien, éstas no son documentos neutrales,
no son registros fieles de la realidad, sino construcciones visuales
que requieren un análisis cuidadoso con las metodologías
–establecidas e innovadoras– de la historia del arte”,
apuntó.
Con esto en mente, Krieger buscó algo nuevo: el
diálogo entre la obra de arte, que es una construcción
visual específica, en la que influyen las tendencias estéticas
de la época y la idea del pintor, que escoge, por ejemplo,
en el caso de Velasco, una posición elevada o baja para ver
el paisaje y pintarlo, y las aerofotografías de los proyectos
emblemáticos que construyó ICA: Ciudad Universitaria,
el Instituto Politécnico Nacional, unidades habitacionales,
puentes y autopistas, entre otros.
“Por lo que se refiere a las aerofotografías,
carecen de una intención estética, aunque también
requieren una cuidadosa interpretación, pues tampoco son
documentos neutrales: dependen del ángulo con que se tomaron,
del día (si había sol o neblina) y de la hora”,
comentó.
Tanto para el libro como para la exposición, no
sólo se enfocó en la obra de Velasco, sino también
en la de sus antecesores, como el italiano Eugenio Landesio (1810-1879),
su maestro, y el inglés Daniel Thomas Egerton (1800-1842),
así como en la de sus sucesores, como el Dr. Atl (Gerardo
Murillo, 1875-1964), que llevó a cabo varias investigaciones
vulcanológicas y logró convertir el paisaje mexicano
en algo emblemático, y Juan O’Gorman (1905-1982), que
hizo representaciones del paisaje en crisis, con la contaminación
o el efecto de los sismos.
Intención ética y didáctica
La investigación de Krieger tiene una intención
ética y didáctica: generar en el lector una conciencia
visual de su entorno y, en el caso de la exposición, convierte
la sala del Munal en una especie de laboratorio de experiencias
urbanas, donde el público pueda llegar con su propia imagen
de la Ciudad de México, de la megalópolis que es hoy;
puede ver otras maneras de percibirla, otras épocas y preguntarse
en qué hábitat vive y, posiblemente, qué quiere
cambiar y mejorar hacia un ambiente más sustentable.
“He observado que, a veces, la gente le da la espalda
a la ciudad, se refugia en su casa, en su lugar de trabajo, en una
plaza comercial, y no la ve en conjunto... la niega. Tenemos una
infinidad de espacios abandonados, contaminados, sucios, descompuestos.
Por eso mi empeño de reconstruir la ecohistoria del Valle
de México a partir de sus imágenes, se encamina a
estimular la conciencia visual de dónde vivimos y de los
cambios que ha experimentado el paisaje”, finalizó
el investigador.
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