El cangrejo ermitaño, especie abundante en los ecosistemas
costeros, es objeto de estudio de un grupo de investigadores del
Departamento de Ecología y Recursos Naturales de la Facultad
de Ciencias de la UNAM, coordinado por Guillermina Alcaraz Zubeldía.
Hasta ahora, los resultados indican una sorprendente conducta individual
y grupal, y comprueban datos empíricos de su posición
en la cadena trófica.
Los investigadores han establecido que el adjetivo “ermitaño”
no es preciso para definir la vida gregaria del crustáceo
y cuentan con información suficiente para documentar esa
afirmación. En este análisis, el objetivo es conocer
su fisiología, conducta y ecología. Su caso es excepcional,
pues son los únicos seres vivos que utilizan los restos de
un cuerpo como refugio, es decir, la concha de un gasterópodo,
que debe ser cambiada constantemente debido a que al aumentar de
talla, requieren corazas más grandes.
De acuerdo con Alcaraz Zubeldía, al igual que otras
especies de cangrejos, los ermitaños son detritívoros
(se alimentan de detritos), carroñeros y, a veces, se nutren
de pequeños organismos y algas.
Además, limpian las playas de residuos, y si se
estima que las poblaciones pueden ser relativamente extensas, su
labor es considerable. Forman parte de la cadena alimenticia, no
como depredadores, sino como carroñeros.
La especie con la que trabajan los universitarios presenta
una coloración roja y su talla no sobrepasa los cinco centímetros.
En referencia a la utilidad que representen para la especie humana,
la investigadora descartó el aspecto alimentario.
El propósito de estudiar a estos vistosos animalitos,
abundó Alcaraz, es contar con un modelo de población.
Su comportamiento representa un caso excepcional de la lucha por
recursos; “para ellos, el más importante son las conchas
de caracoles, que son limitadas, lo que motiva la competencia”.
En este tipo de análisis son importantes las respuestas de
desempeño individual, el uso y la distribución de
medios para sobrevivir en la población y las diferencias
funcionales y conductuales entre ejemplares.
Para estudiar esta conducta, el grupo de biólogos
seleccionó la especie Calcinus californiensis, presente
en todo el litoral mexicano. Los especialistas registraron y midieron
las conchas de gasterópodos, blanco de la disputa para protegerse
de los elementos adversos, depredadores y ecosistema. Tras un minucioso
registro morfológico, determinaron que son cinco conchas
las preferidas por los cangrejos de la playa Troncones, en el municipio
de Zihuatanejo, Guerrero.
Por sus características (resistencia, ligereza o
tamaño de la apertura) los ermitaños prefieren las
de los caracoles Cantharus sanguinolentus, Stramonita biserialis,
Mancinella triangularis, Nerita scabricosta y Columbella
fuscata, en esa secuencia, pues poseer alguna de ellas representa
costos y beneficios. Las fácilmente depredadas son las menos
ocupadas y, por el contrario, las difíciles de romper son
las preferidas, aunque son más pesadas y dificultan la locomoción.
Otro aspecto de la evaluación consiste en precisar
su distribución en las zonas de oleaje. De acuerdo con Alcaraz,
los ermitaños utilizan diferentes en distintos niveles; así,
su ocupación en el gradiente intermareal está determinada
por las ventajas que estas corazas ofrecen frente a la presión
hidrodinámica.
No obstante, el hallazgo más interesante, según
la investigadora, se refiere a la pequeña población
de cangrejos (apenas un cinco por ciento) que habita en conchas
rotas. “Vivir en una con estas características disminuye
su metabolismo —crucial en las habilidades de locomoción
y competitivas— y dificulta conseguir recursos. Los cangrejos
en corazas con fisuras ya no pelean por éstas. De ahí
que sea una de las preguntas que me interesa responder”.
Para resolver esta cuestión, el grupo de investigadores
experimentó con animales con conchas dañadas e intactas,
colectados en condiciones similares. “Vimos que los animales
que viven en las rotas tienen mayor motivación y que sólo
por eso ganan combates a cangrejos cuyas cubiertas no tienen grietas.
A pesar de tener metabolismos deficientes, están motivados
a pelear de manera eficiente por recursos. Eso no sólo los
anima, sino que hace que en situaciones similares, ganen en un enfrentamiento”.
Otra vertiente del trabajo pretende dilucidar la dinámica
poblacional de moluscos y cangrejos ermitaños. “Mueren
los primeros y los segundos aumentan en número, pero si no,
el crecimiento se estanca. Entonces, ¿cómo se relacionan
esas dos poblaciones? No lo sabemos, aún hay muchas preguntas
que contestar a nivel poblacional, conductual, fisiológico
y de integración hormonal”, concluyó.
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