Boletín UNAM-DGCS-067
Ciudad Universitaria.
12:00 hrs. 31 de enero de 2013


Eric Morales Casique


Óscar Escolero Fuentes

           


NECESARIOS, MÁS ESTUDIOS Y PERFORACIONES PARA ANALIZAR RESULTADOS DEL POZO PROFUNDO DE IZTAPALAPA


• Falta conocer las propiedades hidráulicas del acuífero, su extensión y relación con las formaciones geológicas que lo rodean, la cantidad y ubicación de sus zonas de recarga, dijo Eric Morales Casique, del IGL de la UNAM
• La entidad universitaria ha participado en el análisis de datos y en pruebas hidráulicas, a través de un convenio con el gobierno del DF, que deberá renovarse para continuar la investigación, añadió Óscar Escolero Fuentes, de la misma entidad

El éxito de un pozo con agua explotable a dos mil metros de profundidad en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México es relevante, pero son necesarios más estudios y perforaciones exploratorias adicionales para evaluar las características del acuífero y planear su uso sustentable, estableció Eric Morales Casique, investigador del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM.

Aún es necesaria mayor información para conocer las propiedades hidráulicas del acuífero, su extensión y relación con las formaciones geológicas que lo rodean, así como la cantidad y ubicación de sus zonas de recarga.

Una vez que se cuente con estos datos será posible evaluar si la explotación intensa causaría efectos en el acuífero superior, actualmente en explotación (de cero a 400 metros de profundidad aproximada), y si se determina que estos efectos son significativos, en qué lapso de tiempo ocurrirían. Esta información permitirá planear un uso sustentable, añadió.

Potencialmente explotable

La perforación del pozo estuvo a cargo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, del gobierno capitalino, y contó con la autorización y colaboración de la Comisión Nacional del Agua, a nivel federal.

La excavación comenzó en junio de 2011, y en ella participaron, además de las instancias gubernamentales, cuatro especialistas del IGL, entre ellos Morales Casique y Óscar Escolero Fuentes.

“Existe un convenio firmado entre el Instituto de Geología y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, específicamente para este proyecto que acaba de concluir. Estamos en pláticas para reanudar este año el acuerdo y avanzar en las investigaciones con una nueva exploración”, detalló Escolero Fuentes.

En esta primera etapa, los científicos del IGL han colaborado activamente con el gobierno del DF en el análisis de los datos obtenidos y en la realización de pruebas hidráulicas, mismas que confirmaron la producción en este pozo de un caudal económicamente explotable.

Aproximadamente, de mil 500 a dos mil metros de profundidad se encontraron condiciones hidrogeológicas favorables para la producción del agua, aunque la zona de captación del pozo va de mil 140, a dos mil metros.

“Falta saber si se trata de agua antigua, acumulada desde hace muchos años; rastrear de dónde viene y establecer las conexiones con otros acuíferos del Valle de México”, precisó Escolero Fuentes.

“También se requiere información para planear una explotación sustentable, y saber si hay posibilidades de riesgo por hundimiento debido a efectos en el acuífero superior”, añadió Morales Casique que, en principio, consideró que por la profundidad y las características de las rocas intermedias, el impacto en ese sentido podría ser mínimo.

Los investigadores del IGL buscaban rocas calizas al relacionarse con este proyecto de excavación, pues históricamente se sabe que bajo el Valle de México existe ese tipo de material, que puede contener agua en cantidades importantes.

“Nuestro objetivo original era localizarlas. Se pensaba que estaban a mil 600 metros de profundidad, por eso se programó la excavación del pozo a dos mil metros, pero nunca llegamos a ellas; encontramos otro tipo de rocas volcánicas que están entre mil 500 y dos mil metros, que aportan esta agua. Es importante continuar la investigación y encontrar las calizas”, señaló Escolero Fuentes.

En sus laboratorios de la UNAM, los científicos realizan varios estudios que van, más allá de la búsqueda del recurso, a rastrear la historia geológica del Valle de México. “Algunos trabajos se hacen in situ. Durante la perforación se mide el material para saber la densidad, viscosidad y temperatura de ese lodo que sale, cuyas características cambian conforme sale de zonas más profundas”, explicó.

Después, las muestras del material recortado se llevan al IGL para analizar de qué tipo es, su edad y composición mineralógica, y correlacionarlo con la historia geológica del Valle de México. Además, se analizan las características químicas del agua extraída para conocer sus características químicas e intentar medir su edad, saber si es reciente o antigua, y ubicar la zona de recarga.

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Fotos

Eric Morales Casique y Óscar Escolero Fuentes, investigadores del Instituto de Geología de la UNAM.


Los trabajos en el pozo.