“La biología cambia tu perspectiva. Al abarcar
todo el planeta, aporta conocimientos a cada una de las ciencias.
A lo largo de mis estudios he tomado conciencia del cuidado de plantas,
animales y el ambiente”, compartió Andrea Acosta Rodríguez,
alumna de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza.
En la actualidad, quienes se dedican a esta área
laboran en docencia e investigación, diseñan e instrumentan
proyectos de rescate, conservación y explotación racional
de recursos naturales, y proponen leyes para regular su uso y garantizar
su protección. Además, aportan a la biomedicina, biotecnología,
biología molecular, biodiversidad, educación ambiental,
nutrición y ecología.
La disciplina se enfoca a entender cómo funcionan
los seres vivos y los ambientes a los que pertenecen, y propone
aplicaciones útiles para la sociedad. “Para afrontar
los riesgos que implican el calentamiento global y el desarrollo
económico para la preservación de especies y ecosistemas,
es preciso generar conocimiento”, aseguró Jorge Nieto
Sotelo, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
En ocasión del Día del Biólogo, que
se conmemora en el país el 25 de enero, aludió a la
importancia de esta disciplina ante la destrucción del ambiente.
Por ejemplo, los bosques y otras comunidades vegetales naturales,
al captar lluvia, generan materia orgánica, mantienen suelos
para la agricultura y producen oxígeno, explicó.
Además, los expertos del IB trabajan en la descripción
de la biodiversidad de México, pues aún no hay un
listado completo de las especies existentes en territorio nacional;
concretar uno requiere años de trabajo y apoyo a especialistas.
Sequía, reto inmediato
En el año 2000, el tres por ciento de la superficie
terrestre registraba sequía extrema. De persistir las condiciones
ambientales actuales, para 2100 será un 30 por ciento, refirió
el responsable del Laboratorio de Fisiología Molecular del
Jardín Botánico del IB.
Ante este panorama, desarrolla líneas de investigación
para comprender el impacto respectivo. En específico, estudia
las adaptaciones de las plantas al calor y a la falta de agua.
“En el laboratorio analizamos cómo, a lo largo
de millones de años, los agaves han sobrevivido a la falta
del líquido y temperaturas extremas. Esta capacidad, que
se explica por sus características morfológicas y
fisiológicas, probablemente esté codificada en el
genoma”, expuso.
Estos organismos emplean mecanismos que impiden la pérdida
de líquido en las horas de más calor al evitar la
evapotranspiración. En un humano, equivaldría a no
sudar para retener agua.
El objetivo es determinar cómo los agaves toleran
condiciones extremas, porque estas adaptaciones para evitar la evapotranspiración
complican la regulación de su temperatura.
“Encontramos que el cogollo —que resguarda
a las hojas más inmaduras y al meritesmo apical del tallo—,
al contrario del resto de la planta, abre sus estomas en el día
si el calor es elevado. Esto reduce su temperatura foliar varios
grados centígrados debajo de la temperatura del aire”.
Además, localizamos diferencias entre estas hojas
y las del resto de la roseta a nivel de algunas proteínas
(llamadas chaperonas moleculares) que protegen a otras de la desnaturalización.
Este conocimiento podría ser utilizado en agricultura para
lograr cultivos resistentes a condiciones climáticas extremas,
explicó.
Estos trabajos se realizan en el Jardín Botánico,
que resguarda a una de las colecciones de agaváceas más
importantes del mundo y alberga a 80 por ciento de las especies
existentes en México (centro de origen de esta familia de
plantas) y 65 por ciento del planeta.
El futuro
El especialista expuso que ante las exigencias que plantean
temas como la contaminación o la restauración ambiental,
se deben aprovechar e integrar los conocimientos ya obtenidos y
generar aplicaciones sustentables y robustas.
La bioinformática, relacionada con el manejo de
cantidades grandes de datos —como el número de especies
en un ecosistema, sus interacciones y localización—
permitirá un mejor desarrollo de la biología de sistemas
complejos, precisó.
La combinación de estas disciplinas será
útil para diseñar estrategias orientadas a proteger
el ambiente y explotar una región de manera sustentable.
El futuro de la biología está en el modelaje de herramientas
matemáticas y computacionales que expliquen el funcionamiento
de los ecosistemas, a fin de minimizar los daños causados
por las actividades humanas.
En México, cada 25 de enero se conmemora el Día
del Biólogo, fecha establecida en 1961 por el Colegio de
Biólogos de México y expertos de la Universidad Nacional
y el Instituto Politécnico Nacional, con la finalidad de
proteger a los integrantes del gremio.
El 19 de enero de 1939 fue creada la licenciatura respectiva.
Los planes de estudios se han modificado de acuerdo a las necesidades
académicas y sociales. En la actualidad, las ramas de zoología,
botánica, manejo de recursos naturales y su conservación,
y biología molecular y celular, son las de mayor interés
entre los estudiantes.
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