El suicidio es la tercera causa de muerte entre los adolescentes
mexicanos, solamente superado por accidentes automovilísticos
y cáncer, detalló Emilia Lucio, académica
de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Según cifras del Instituto Nacional de Psiquiatría,
su incremento para los mexicanos de entre cinco y 14 años,
de 1990 al 2000, fue de 150 por ciento, y de 74 por ciento para
aquellos entre 15 y 24, indicó.
Los varones consuman más este acto, porque tienden
a hacerlo con métodos letales como pistola, armas blancas
o ahorcamiento; en tanto, las mujeres piensan más en cometerlo,
pero usan técnicas menos letales como medicamentos o venenos.
Para su estudio existen puntos específicos que
deben considerarse en las entrevistas tanto a adolescentes, como
a adultos. “Por ejemplo, si han sentido que no vale la pena
vivir, si han pasado situaciones en las que han deseado dejar
de existir, o si han pensado que vale más la pena morir”.
Éstos son aspectos importantes, porque si los
adolescentes los verbalizan, los padres les restan importancia,
sobre todo por el estrés en que viven.
Si bien se trata de un fenómeno que ha aumentado
en los últimos años en México, no se le ha
puesto la atención adecuada, pues la preocupación
va más en el sentido de alarma, que de prevención,
consideró.
Hace un tiempo se pensaba que la gente se suicidaba por
depresión, después se determinó que existen
causas derivadas del alcohol o las drogas, o que ocurre si la
persona está muy asustada, refirió la psicóloga.
Hoy se sabe que más que estar vinculado a la depresión,
está ligado a la desesperanza, es decir, al hecho de que
se pierda la expectativa de una vida con calidad.
Además, se debe ver el contexto y considerar que
es un proceso en el que los individuos pasan por la ideación,
la planeación, el intento y la consumación. “Aunque
existe riesgo en población de todas las edades, me parece
que esta conducta está más presente en adolescentes”,
enfatizó.
Se ha visto que si no se sienten queridos, tienen más
riesgo que quienes cuentan con una red de apoyo. En los niños
hay proclividad, pero no tanto como se ha dicho, porque no tienen
los medios ni la independencia para hacerlo, pero también
porque, en términos generales, en México todavía
se protege a los infantes, indicó.
Prevención
La integrante de la Asociación Mexicana de Suicidiología
aseguró que esa acción se puede prevenir, sobre
todo en los adolescentes, y sostuvo que internar a quienes lo
intentan no es el mejor tratamiento.
Por ejemplo, se debe proporcionar atención a quien
diga que ha probado hacerlo, además de estudiar el fenómeno,
tanto a nivel grupal, como individual.
Asimismo, es preciso crear centros de atención
especializados, con un equipo multidisciplinario integrado por
gente preparada, porque no cualquiera puede trabajar con estos
sujetos.
Finalmente, recomendó hablar también con
los padres, pues no es el sentimiento de culpa lo que solucionará
el problema, sino ver qué se puede hacer para ayudar a
sus hijos.