Boletín UNAM-DGCS-800
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 29 de diciembre de 2012


Jorge Álvarez Martínez

           


ADAPTAN A NECESIDADES DE LA POBLACIÓN, PROGRAMA DE INTERVENCIÓN EN CRISIS DE LA UNAM


• Fue creado en la Facultad de Psicología, para apoyar a los afectados por el huracán Paulina en Acapulco

• Ya se ha aplicado en Argentina y Paraguay, y en estados como Coahuila y Guerrero, entre otros


Creado hace 15 años en la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, para apoyar a los afectados por el huracán Paulina en Acapulco, Guerrero, el Programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales y Sociorganizativos crece, pero sobre todo, se adapta a las necesidades de la población.

Jorge Álvarez Martínez, de la entidad universitaria y creador del programa, junto con otras personas de la misma FP, habló de las aplicaciones que ha tenido en territorio nacional, incluso más allá de las fronteras, y particularizó la importancia de la prevención y los efectos sobre la gente.

En 2002, convocados por académicos y estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán, a causa del huracán Isidoro, el grupo unamita asistió a la población afectada y entrenaron a los profesionales de la salud mental en el modelo de atención psicológica; transcurrido el tiempo, los superaron en aspectos como organización y aplicación de modelos acordes a las condiciones de la población, refirió Álvarez.

En Colima, autoridades de la Universidad Autónoma de la localidad también solicitaron apoyo por los frecuentes sismos. Allá contaban con un plan de intervención; el equipo de la FP sólo ultimó detalles. “Hoy saben lo que deben hacer y cómo socorrer a las comunidades”.

En 2006, con el desastre de Pasta de Conchos, en Coahuila, los universitarios auxiliaron a familiares y amigos cercanos de los mineros, y formaron a sacerdotes de la diócesis en primeros auxilios psicológicos, pues ellos continuarían con esa labor después de la partida de la brigada de la FP.

Asimismo, este modelo se ha probado en países como Paraguay, en el incendio del supermercado YCUA-Bolaños, en 2004, y unos meses después, en Buenos Aires, Argentina, durante la conflagración de la discoteca Cromagnon.

Objetivos

Álvarez Martínez, también jefe del programa, señaló que éste brinda atención psicológica a personas con problemas derivados de un evento traumático, sea desastre natural o socio-organizativo, que rebasa el núcleo social o de gobierno.

De igual manera, hay manifestaciones como lo ocurrido en la epidemia de AH1N1 de 2009. “En esa ocasión el apoyo del grupo fue vía telefónica básicamente, debido a que gran parte de la población se recluyó en sus casas”.

Entonces se atendió a víctimas directas e indirectas; en el primer segmento están los afectados, sobrevivientes, familiares y amigos cercanos; en el segundo, quienes prestan ayuda humanitaria, como médicos, enfermeras, profesores de educación básica, sacerdotes, e incluso reporteros que deben cubrir eventos catastróficos.

La atención psicológica no sólo es para los afectados, también para personal de protección civil, fuerzas armadas y voluntarios, pues “en los desastres los primeros usan como espejo a quienes los asisten; en ellos desahoga su problemática. Si la brigada del proyecto hace su trabajo, queda exhausta y entra en crisis”, comentó.

Otros afectados son los funcionarios que toman ciertas decisiones, como desalojos de la población o suministro de víveres; incluso el público en general, que se entera de los desastres por los medios informativos. Tras la valoración, se determina la necesidad de atención especializada.

La idea es que la gente se equilibre y se contenga con técnicas de relajación, respiración, restauración cognitiva o afectación emocional.

De ser necesario, el jefe del grupo permanece en el sitio entre seis y ocho días más tras el regreso de la brigada, para brindar terapias breves y de emergencia; ofrece sesiones cortas para que los individuos manifiesten temores y malestares; asimismo, supervisa y asesora a los que se quedarán a cargo de la atención.

También, organiza grupos de reflexión, con especial atención a niños y ancianos, los más vulnerables; con mujeres, que asumen las tareas de alimentación, higiene y administración de recursos, y con hombres, responsables de labores tangibles como levantar un muro y colocar bordes.

Primeros auxilios

Terminada la parte crítica, si las autoridades de las localidades afectadas lo solicitan, los universitarios proporcionan cursos de primeros auxilios psicológicos y de intervención en crisis, y entrenan a médicos y psicólogos que se hacen cargo de la situación.

Otro aspecto es el vínculo con los habitantes de las comunidades, se hace por teléfono, y ahora por medio de redes sociales; existe el compromiso de asesorarlos para que sigan la labor. En caso necesario, se regresa a los sitios uno o dos meses después, para reforzar el apoyo.

La prevención es de gran importancia, e incluye entrenar a personal de auxilio humanitario para que sepa qué hacer en caso de un temblor o una inundación; preparar a quienes están en protección civil, estudiantes de licenciatura, especialidad y posgrado, voluntarios, o  alumnos que realizan servicio social o prácticas profesionales supervisadas por profesores.
“Existe una red de ex alumnos con experiencia, algunos con especialidades o posgrado, expertos en adicciones, o terapeutas familiares, que ayudan al Programa”, enfatizó Álvarez.

Para terminar, expuso que después de los desastres entre los pobladores suelen manifestarse problemas de alcoholismo y drogadicción, así como complicaciones en cuanto a la sexualidad responsable, conflictos familiares y de pareja, y violencia de género, entre otras secuelas, por lo que esta tarea se apoya y asesora por diferentes académicos, expertos en áreas del comportamiento humano.

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Fotos

Jorge Álvarez Martínez, creador del Programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales y Sociorganizativos, de la FP de la UNAM.