Boletín UNAM-DGCS-785
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 22 de diciembre de 2012


Héctor Velázquez

           


EN LA UNAM, VALORAN Y TRATAN CEFALEAS PRIMARIAS CRÓNICAS


• Un programa de la Facultad de Psicología ofrece alternativa a quienes viven agobiados por esos padecimientos

Un alto porcentaje de la población mexicana padece, con cierta regularidad, cefaleas, pero también “aprende” a sobrellevarlas, aunque en la mayoría de los casos pueden ser contrarrestadas eficazmente.

Se dividen en primarias y secundarias. Las primeras son aquellos dolores de cabeza que no tienen una causa subyacente identificable, es decir, constituyen una enfermedad en sí; las segundas, en cambio, son síntoma de un mal determinado (hipertensión, diabetes o gripa), de un tumor o de un traumatismo craneoencefálico.

Para valorar las primarias crónicas, y ofrecer una alternativa de tratamiento a quienes las sufren, un grupo de investigadores de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, encabezado por Héctor Velázquez y Juan José Sánchez Sosa, puso en marcha, hace cinco años, un programa de atención que sigue vigente.

“A las cefaleas primarias les damos el carácter de crónicas si se presentan por más de 15 días al mes, a lo largo de por lo menos tres meses seguidos. Estos dolores pueden durar todo el día o manifestarse en episodios de varias horas. Algunos de nuestros pacientes tienen una historia de más de 20 años con ellos”, dijo Velázquez.

Clasificación

De acuerdo con la última actualización (2004) de la clasificación de la International Headache Society (Sociedad Internacional de Cefaleas, IHS, por sus siglas en inglés), hay poco más de 80 tipos (primarias y secundarias).

Las primarias se subdividen en tensional, migraña, en racimos y trigeminal. Como aún no se ha identificado el mecanismo que explica cada uno de estos subtipos, hay varias propuestas etiológicas al respecto.

En el caso de la tensional (frecuente, pero no tan incapacitante como la migraña), durante mucho tiempo se pensó que obedecía a una contractura sostenida en los músculos de la nuca: ésta generaba una isquemia (sufrimiento celular por la disminución transitoria o permanente del riego sanguíneo) y, eventualmente, desencadenaba el dolor. Sin embargo, se ha visto que una persona puede padecerla sin que tenga una contractura en los músculos de la nuca.

“Lo que se sugiere ahora es que hay una sensibililización de las vías sensoriales en los tejidos miofaciales, que afecta directamente la enervación del nervio trigémino, que es el responsable del dolor”, explicó el investigador universitario.

En el caso de la migraña (uno de los subtipos primarios más intensos), las propuestas etiológicas se inclinan hacia factores genéticos y neurovasculares: algunos neuropéptidos generarían una dilatación en los vasos de la duramadre (meninge exterior que protege al sistema nervioso central, constituido por el encéfalo y la médula espinal), principalmente, los cuales también están enervados por el nervio trigémino; de aquí surgiría el dolor. ¿Qué ocasiona la liberación de estos neuropéptidos? Hasta la fecha no se sabe bien a bien.

Criterios diagnósticos

En la clasificación de la IHS vienen los criterios diagnósticos de cada uno de los subtipos de cefaleas primarias y secundarias (algunos son compartidos por varios de esos subtipos).

Así, una tensional es un dolor que presiona ambos lados de la cabeza, y su intensidad va de leve a moderada; no siempre es incapacitante. A veces va acompañada de náusea y/o vómito, y no empeora con la actividad física, a diferencia de la migraña, que por lo general, se incrementa con el simple hecho de levantarse; esta última es un dolor pulsátil en un lado de la cabeza, casi siempre resulta incapacitante y está asociada a náusea y/o vómito.

“A partir de ello, elaboramos un cuestionario de tamizaje que nos permite identificar cuáles presenta el paciente en turno; luego los cotejamos con el diagnóstico del neurólogo que, para realizarlo, utilizó la misma clasificación internacional. Valoramos la cefalea y en función de todo esto, diseñamos una intervención específica”, indicó.

Factores asociados

En los últimos 30 años se han descubierto los siguientes factores que pueden estar presentes antes, o durante una de ellas, e incluso actuar como mediadores o mantener el cuadro:

El sexo. Son más comunes en mujeres que en hombres (la proporción es casi de dos a uno). Muchas informan sufrir un dolor de cabeza si el ciclo menstrual está por llegar, o ya lo hizo.

La dieta. Algunos alimentos como quesos fermentados y chocolate, así como los sulfitos del vino, contienen ciertos aminoácidos que pueden originar una vasodilatación y, por lo tanto, una cefalea.

El estrés. Su mal manejo puede hacer que la respuesta inmune se reduzca y surja desde una gripe y un malestar estomacal, hasta un episodio de migraña.

La carga genética. La mayoría de las personas que padecen migrañas tiene o tuvo padres que también las sufrían. Parece que esta sensibilidad se transmite de generación en generación.

La interacción familiar. En la medida en que en ese núcleo hay violencia, castigos y peleas, se generan cuadros depresivos o de ansiedad, que a su vez pueden precipitar la aparición de dolores de cabeza.

La edad. Muchos episodios de cefaleas ocurren más en la edad productiva (entre 18 y 45 años), que en cualquier otra.

Tratamientos

Los tratamientos diseñados por los universitarios toman en cuenta todo tipo de componentes: instrumentales, cognitivos y emocionales. En ocasiones, una persona está todo el día con los hombros cargados o el cuello muy tenso, con la mandíbula apretada, y esto conduce a una cefalea tensional.

Velázquez y sus colegas enseñan a notar si un músculo está tenso o relajado, y a poner en práctica métodos para reducir esa actividad muscular. “Con el tiempo se puede ser capaz de notar esa respuesta en casa o en el trabajo, y reducirla mediante la técnica de relajación muscular progresiva”.

Los especialistas recurren, asimismo, a la retroalimentación biológica: conectan electrodos de un amplificador de señales en los músculos que han identificado como los más propensos a sufrir una contractura muscular, y la misma persona ve su señal reflejada en la pantalla de la computadora. “De este modo, se percata de qué tan contracturados están, y como ya cuenta con un entrenamiento de relajación, empieza a reducir esa respuesta”.

En relación con los componentes cognitivos, se ha observado que es común que una persona, en el momento que llega, piense que tiene un tumor cerebral y no un problema de cefalea primaria (aunque se lo haya explicado el neurólogo); cree que nada de lo que haga le ayudará a regular su dolor, o bien, espera que se lo quiten de inmediato con una pastilla o un consejo.

Esto mantiene su estado de angustia o ansiedad y, evidentemente, su cefalea, o su expectativa de que se le quitará el malestar como por arte de magia, subrayó.

“Entonces exploramos esos pensamientos con técnicas de reestructuración cognitiva utilizadas en terapias tradicionales, para poner a prueba las creencias de la persona: si puede o no hacer algo para mitigar su dolor, o si de verdad ya ha probado todo lo que dice”, apuntó.

Finalmente, los investigadores abordan el aspecto emocional. Muchos individuos que las padecen se sienten frustrados porque, aunque ya consumieron el fármaco más fuerte, no se les quita el dolor, y empiezan a desarrollar las conductas típicas de alguien con un cuadro depresivo.

“Una medida que proponemos es redistribuir las cargas de trabajo para que el estrés disminuya. Se advierte que siempre habrá situaciones estresantes, pero que ahora se dispone de herramientas para hacerles frente y manejarlas mejor. También usamos técnicas de distracción del pensamiento, porque hemos comprobado que muchos pacientes todo el día sólo piensan en su dolor”, finalizó Velázquez.

 

 

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Fotos

El mal manejo del estrés puede hacer que las respuestas inmunes se reduzcan y aparezcan desde una gripe y malestar estomacal, hasta un episodio de migraña.