Los espacios públicos en la zona metropolitana
comprenden todo aquello que no son propiedades o predios privados
y de uso particular. Por lo general, se destinan a la circulación
vehicular, al desplazamiento a pie, áreas de esparcimiento
y ocio, así como a jardines o plazas.
El territorio del Distrito Federal y de los municipios
conurbados (más de 50 del Estado de México y uno
de Hidalgo) representa alrededor de dos mil kilómetros
cuadrados. De éstos, cerca del 40 por ciento lo constituyen
espacios públicos, indicó Guillermo Boils Morales,
del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
En ese porcentaje se incluyen calles, avenidas y viaductos
ocupados por vehículos, sobre todo particulares que, con
cinco millones, representan el 70 por ciento del parque vehicular
total. Según estudios, en cada auto viajan, en promedio,
1.1 personas; entonces, “para que se muevan 11, se ocupan
10 carros”, refirió.
Principalmente para ellos se ha construido la infraestructura,
en cambio, para peatones y transporte público, donde se
mueve más de las tres cuartas partes de la población
que transita por la zona metropolitana, las condiciones son cada
vez más estrechas.
En Londres, el porcentaje de áreas verdes es superior
al 20 por ciento del territorio; en la zona metropolitana de la
Ciudad de México “estamos muy escasos, difícilmente
llega al cinco por ciento”, dijo.
Traslados
Las vías de alta velocidad no permiten el transporte
público, “de ahí que deban utilizar las laterales
u otras alternativas. Quienes se mueven en autobuses, microbuses
o en el Metro, con frecuencia tardan hasta cuatro horas en ir
y venir cotidianamente”, señaló el investigador.
Desde el punto de vista del parque vehicular, “el
espacio público es limitado, pero nunca será suficiente.
Se abren alternativas, sobre todo para quienes circulan en el
poniente de la urbe, desde el suroeste hasta Santa Fe, un polo
de desarrollo importante”, pero ello no resuelve el problema
general de desplazamiento de la ciudad.
Los sitios referidos resultan insuficientes, no tanto
por el tamaño, sino por la falta de políticas que
permitan una solución más racional, que busque un
aprovechamiento integral. “Sin embargo, todos contribuimos
al deterioro, en especial quienes poseen autos particulares de
uso diario”.
La movilidad es difícil, las vías resultan
escasas porque cada año se incrementa el parque vehicular
particular en cientos de miles y, en consecuencia, crece el número
de conductores, remarcó.
En esa situación no sólo intervienen las
políticas e intereses de la industria automotriz, sino
un tercer elemento, el ciudadano. “Si se utiliza el vehículo
hasta para ir a comprar un refresco a la esquina, se contribuye
a agravar el problema. Todos tenemos una responsabilidad y debemos
acabar con la cultura de movernos para todo en auto particular”,
aconsejó.
Soluciones
Entre las posibles soluciones, el universitario sugirió
fomentar el transporte público con la participación
de empresas privadas y del gobierno, con programas transmetropolitanos,
porque si se toman medidas en la capital del país sin aplicaciones
en el Estado de México, habrá complicaciones, toda
vez que la Ciudad de México se extiende tres quintas partes
en territorio mexiquense, y el resto en el Distrito Federal.
Con una política adecuada, redes que crucen la
zona metropolitana de norte a sur, de oriente a poniente, y una
interconectividad idónea, se puede avanzar. “Un poco
lo que ha hecho el Metrobús, hay cuatro, pero tendrían
que ser decenas de líneas de este sistema”.
Esparcimiento
La inseguridad que se vive ha empujado a la gente a las
plazas comerciales, en cambio, decae la afluencia a los sitios
que hasta hace pocos años eran usados como espacios públicos
de esparcimiento, como parques y jardines; ahí se dirigía
la mayoría de la población de bajos ingresos, o
de clase media, para practicar algún deporte o descansar.
“Vivimos con una idea de vulnerabilidad que no
es gratuita, pero ha sido magnificada. Los parques han sido abandonados
por una percepción de peligro, las personas prefieren quedarse
en casa, mirar televisión, jugar videojuegos o usar Internet”,
concluyó.