Boletín UNAM-DGCS-783
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 21 de diciembre de 2012


Guillermo Boils Morales

           


EN LA CIUDAD DE MÉXICO SE UTILIZAN 10 AUTOS PARA MOVER A 11 PERSONAS


• Peatones y transporte público son relegados por el parque vehicular de particulares, señaló Guillermo Boils Morales, del IIS de la UNAM
• Son insuficientes los espacios en la zona metropolitana, dijo

Los espacios públicos en la zona metropolitana comprenden todo aquello que no son propiedades o predios privados y de uso particular. Por lo general, se destinan a la circulación vehicular, al desplazamiento a pie, áreas de esparcimiento y ocio, así como a jardines o plazas.

El territorio del Distrito Federal y de los municipios conurbados (más de 50 del Estado de México y uno de Hidalgo) representa alrededor de dos mil kilómetros cuadrados. De éstos, cerca del 40 por ciento lo constituyen espacios públicos, indicó Guillermo Boils Morales, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

En ese porcentaje se incluyen calles, avenidas y viaductos ocupados por vehículos, sobre todo particulares que, con cinco millones, representan el 70 por ciento del parque vehicular total. Según estudios, en cada auto viajan, en promedio, 1.1 personas; entonces, “para que se muevan 11, se ocupan 10 carros”, refirió.

Principalmente para ellos se ha construido la infraestructura, en cambio, para peatones y transporte público, donde se mueve más de las tres cuartas partes de la población que transita por la zona metropolitana, las condiciones son cada vez más estrechas.

En Londres, el porcentaje de áreas verdes es superior al 20 por ciento del territorio; en la zona metropolitana de la Ciudad de México “estamos muy escasos, difícilmente llega al cinco por ciento”, dijo.

Traslados

Las vías de alta velocidad no permiten el transporte público, “de ahí que deban utilizar las laterales u otras alternativas. Quienes se mueven en autobuses, microbuses o en el Metro, con frecuencia tardan hasta cuatro horas en ir y venir cotidianamente”, señaló el investigador.

Desde el punto de vista del parque vehicular, “el espacio público es limitado, pero nunca será suficiente. Se abren alternativas, sobre todo para quienes circulan en el poniente de la urbe, desde el suroeste hasta Santa Fe, un polo de desarrollo importante”, pero ello no resuelve el problema general de desplazamiento de la ciudad.

Los sitios referidos resultan insuficientes, no tanto por el tamaño, sino por la falta de políticas que permitan una solución más racional, que busque un aprovechamiento integral. “Sin embargo, todos contribuimos al deterioro, en especial quienes poseen autos particulares de uso diario”.

La movilidad es difícil, las vías resultan escasas porque cada año se incrementa el parque vehicular particular en cientos de miles y, en consecuencia, crece el número de conductores, remarcó.

En esa situación no sólo intervienen las políticas e intereses de la industria automotriz, sino un tercer elemento, el ciudadano. “Si se utiliza el vehículo hasta para ir a comprar un refresco a la esquina, se contribuye a agravar el problema. Todos tenemos una responsabilidad y debemos acabar con la cultura de movernos para todo en auto particular”, aconsejó.

Soluciones

Entre las posibles soluciones, el universitario sugirió fomentar el transporte público con la participación de empresas privadas y del gobierno, con programas transmetropolitanos, porque si se toman medidas en la capital del país sin aplicaciones en el Estado de México, habrá complicaciones, toda vez que la Ciudad de México se extiende tres quintas partes en territorio mexiquense, y el resto en el Distrito Federal.

Con una política adecuada, redes que crucen la zona metropolitana de norte a sur, de oriente a poniente, y una interconectividad idónea, se puede avanzar. “Un poco lo que ha hecho el Metrobús, hay cuatro, pero tendrían que ser decenas de líneas de este sistema”.

Esparcimiento

La inseguridad que se vive ha empujado a la gente a las plazas comerciales, en cambio, decae la afluencia a los sitios que hasta hace pocos años eran usados como espacios públicos de esparcimiento, como parques y jardines; ahí se dirigía la mayoría de la población de bajos ingresos, o de clase media, para practicar algún deporte o descansar.

“Vivimos con una idea de vulnerabilidad que no es gratuita, pero ha sido magnificada. Los parques han sido abandonados por una percepción de peligro, las personas prefieren quedarse en casa, mirar televisión, jugar videojuegos o usar Internet”, concluyó.

 

—o0o—

 


Fotos

Guillermo Boils Morales, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.