Alrededor del tres por ciento de la población
mundial es migrante. Según datos del Banco Mundial (BM),
la Unión Americana es el país que más inmigrantes
tiene, con cerca de 43 millones; de ellos, entre 11.4 y 12.3 millones
son mexicanos, y alrededor de seis millones están en calidad
de indocumentados.
La migración, entendida como el cambio de residencia
temporal o definitiva, de manera legal o no, por razones que varían
desde la oferta de trabajo hasta motivos empresariales, educativos
o de turismo, puede ser una fuente de riqueza intercultural, de
apoyo mutuo entre las naciones y de oportunidad de crecimiento
tanto personal, como comunitario. Sin embargo, la realidad de
millones de individuos que realizan este proceso es otra.
Se trata de un fenómeno creciente, y su única
finalidad es desear mejores condiciones de vida para quien migra
y para sus seres queridos. De muchas maneras y por diversas causas,
la movilidad humana ha existido en todas las épocas y lugares
del planeta, dijo Elaine Levine Leiter, del Centro de Investigaciones
Sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.
Corredores migratorios
Las razones para estos movimientos humanos son múltiples,
y hay varios corredores establecidos entre países a nivel
mundial, comentó la especialista en mercado laboral, distribución
del ingreso, y estatus socioeconómico de la población
latina en la Unión Americana.
Hoy en día, el corredor México-Estados
Unidos es el más transitado del orbe. No obstante, desde
que inició la crisis económica en el país
vecino, se ha incrementado la expulsión de indocumentados.
“A partir del 2010, se deportan aproximadamente mil personas
diarias, y entre 70 y 80 por ciento son mexicanos”.
Millones de individuos que ya no residen en su lugar
de origen se han mudado por múltiples razones, aunque probablemente
la mayoría lo hace por las laborales; desde luego, hay
desplazamientos por guerras, desastres naturales, conflictos políticos
o interétnicos.
Las personas van en calidad de migrantes indocumentados,
así como legales, trabajadores temporales, asilados, solicitantes
de asilo, refugiados, y hasta como inversionistas, acotó
Levine Leiter, también profesora y tutora de los posgrados
en Ciencias Políticas y Sociales, y en Economía
de la UNAM.
En el marco del Día Internacional del Migrante,
que se conmemora este 18 de diciembre, explicó que otro
factor importante, con las transformaciones económicas
y tecnológicas, ha sido la competencia entre países
por atraer a personas altamente calificadas. En los ámbitos
académicos se ha abierto la discusión sobre los
impactos de este tipo de flujos y el intento de determinar si
se trata de fuga, ganancia o, incluso, circulación de cerebros
o talentos.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Población
(Conapo), nuestro territorio ocupa el cuarto lugar en movilidad
de personas altamente calificadas (sólo detrás de
China, India y Filipinas), con título universitario, que
han emigrado a Estados Unidos y se desempeñan en ciencia
o tecnología. Esa cifra de mexicanos denominados “talentos”,
varía de entre 500 mil, hasta cerca de un millón.
“Hablar de la posibilidad de un acuerdo migratorio
entre México y Estados Unidos en algún momento,
no es más que un buen deseo. Nuestro vecino establece su
política de manera unilateral y no renunciará a
ella. Por otra parte, se ha hablado de la necesidad de una reforma
en la materia en esa nación, pero es difícil imaginar
que se logre algo concreto al respecto, hasta que haya una mejoría
en los niveles de empleo”.
Las deportaciones han servido para deshacerse de mano
de obra que en este momento no es necesaria para la economía
de la Unión Americana. Representa una gran injusticia para
los trabajadores que, desde hace años, han laborado en
ese territorio, aunque sea en condiciones de irregularidad en
su estatus.
Sin embargo, la universitaria consideró que a ningún
país corresponde resolver los problemas laborales de México.
En tanto, nuestra nación no ha hecho nada para remontar
esa situación, no ha planeado ni diseñado una estrategia
para apuntalar sectores clave para incursionar en el mercado mundial;
se ha abierto a todo lo que mandan de afuera, y la mano de obra
barata es todavía una de nuestras exportaciones principales,
apuntó.
Además, el gobierno no cuenta con políticas
de fortalecimiento y estrategia industrial, ni ha apoyado el desarrollo
de sectores en los que sería factible ganar ventajas como
científicos, académicos y tecnólogos.
Según datos de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), el 60 por ciento de la mano de obra en México
está en condición de precariedad, sin contratos
o con un empleo informal, porque no tiene garantía laboral,
seguridad social, ni beneficios en caso de despedido. Ésta
es una de las razones principales por las que están dispuestos
a probar suerte en Estados Unidos, donde también se enfrentan
a condiciones laborales injustas, pero donde les pagan en dólares,
concluyó.