México le da la espalda a un recurso estratégico
que podría ayudar a la descentralización de las actividades
económicas, y que apoyaría al sector rural: la bioenergía,
afirmó Omar Masera Cerutti, integrante del Centro de Investigaciones
en Ecosistemas (CIEco) de la UNAM.
El científico señaló que con la política
energética actual, y los escenarios futuros planteados hasta
el momento, se da la vuelta a un recurso que podría ayudar
a mejorar el perfil y la transición del país en la
materia.
No obstante, tenemos un potencial muy grande al respecto,
pues la bioenergía podría satisfacer la mitad de las
necesidades del país, porque está distribuida en los
diferentes tipos de clima y en la cantidad de residuos orgánicos
que se generan.
Por ejemplo, en México anualmente se producen 70
millones de toneladas de residuos de la agricultura, la agroindustria
y las actividades forestales, que ahora representan un problema
sanitario, pero podrían convertirse en un recurso aprovechable
y limpio. Además, en la mayoría de las aplicaciones
la bioenergía es competitiva con las convencionales.
La biomásica o bioenergía, explicó
Masera Cerutti, es la que se deriva de la biomasa, es decir, toda
la materia orgánica, viva o muerta; es el caso de las plantas,
de residuos animales como el estiércol o grasas obtenidas
en los rastros, o desechos de las agroindustrias y de la industria
forestal.
A partir de la biomasa también se pueden obtener
combustibles de diferentes tipos: sólidos, como la leña
o el carbón vegetal; gaseosos, como el biogás, o líquidos,
entre ellos etanol o el biodiésel, abundó el experto.
En el mundo existe un contexto interesante. En la parte
de biocombustibles líquidos Estados Unidos encabeza la producción
de etanol, que lo obtiene a partir de maíz, junto con Brasil,
con base en la caña de azúcar. Ahora se trabaja para
desarrollar los de “segunda generación”, aquellos
que se obtienen a partir de cultivos no alimenticios.
En tanto, Canadá y los países escandinavos
en Europa encabezan la producción de biocombustibles sólidos.
“Hay una industria importante para generar electricidad limpia.
Se usa la madera –por ejemplo, convertida en pellets-, en
vez de gas o combustóleo, para obtenerla”.
Por último, hay un sector importante, sobre todo
en los territorios del tercer mundo, conformado por alrededor de
dos mil 800 millones de personas, que cocinan con leña y
carbón vegetal. A él se le ha comenzado a atender
con una revolución tecnológica 0, que consiste en
el desarrollo de estufas eficientes y limpias de biomasa, que tienen
desempeños parecidos a las de gas.
México va muy atrás en aplicaciones industriales
de la bioenergía, pues no existe una política de incentivos
ni de investigación a largo plazo, y se usa poco con respecto
al potencial.
En lo referente a biocombustibles líquidos, “sólo
se aprovecha el biodiésel a partir de aceite vegetal usado,
y en cuanto a los sólidos, apenas se empieza a co-generar
electricidad en los ingenios azucareros; ahí, el bagazo se
emplea para generarla, al mismo tiempo, que se quema para producir
calor y azúcar”.
También en México, apenas comienza la generación
de biogás a partir de rellenos sanitarios, en las granjas
porcinas y de pollos, donde hay mucho estiércol.
En territorio nacional, 25 millones de personas usan leña
en fogones rústicos; por ello, diferentes grupos trabajan
en la difusión de las estufas eficientes con ese material,
que mejoran significativamente las condiciones de vida de las familias
rurales. Algunos de estos proyectos han tenido reconocimiento mundial,
como el de estufas Patsari.
No obstante, las acciones son aisladas en general, falta
una visión gubernamental, una política a largo plazo
para impulsar la bioenergía y los biocombustibles, indicó
el universitario. De hecho, la actual administración se negó
a incluirla en los proyectos de Centros de Innovación en
Energía, apoyados por el Conacyt, dijo.
Para incrementar el uso de la biomásica, Masera
sugirió crear un centro de innovación, así
como existen otros para la solar y eólica, y tenerla presente
como un objetivo estratégico para el desarrollo. De igual
manera, mejorar la investigación, con programas más
integrados, con visión de largo plazo,
Sobre todo, desde el punto de vista político, propuso
establecer algunas metas concretas, como que de aquí al 2020,
“un cierto porcentaje” de la generación eléctrica
provenga de la biomasa, y que todos los hogares rurales que usan
leña cuenten con estufas eficientes para satisfacer sus necesidades.
El científico indicó que existe investigación
en la materia, pero faltan programas más integrados. “Hay
gente que hace proyectos pequeños, pero necesitamos dos o
tres programas mayores, que conjunten a los investigadores”.
La Red Mexicana de Bioenergía, que hace 10 años se
creó con este propósito, y congrega a más de
120 investigadores y profesionistas en el tema, podría ser
un puente para ayudar en esta tarea”, concluyó.
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