Es necesario invertir en investigación para desarrollar
tecnologías de mitigación más eficientes, que
permitan reducir la emisión de contaminantes a través
de los sistemas de tratamiento de aguas residuales, en particular
de metano disuelto en los efluentes, instó Adalberto Noyola
Robles, director del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM.
A partir de un inventario de las plantas municipales de
América Latina (AL) y el Caribe, así como del diagnóstico
de las tecnologías utilizadas, se realizó un cálculo
para cuantificar la emisión de gases de efecto invernadero
(GEI), e iniciar en México el enfoque social de la metodología
del análisis de ciclo de vida (proceso para evaluar impactos
ambientales asociados a un producto, proceso o actividad).
Ello como parte del proyecto de investigación IDRC–UNAM,
Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero
en el tratamiento de aguas residuales de América Latina y
el Caribe, al adoptar procesos y tecnologías más sustentables,
que presentó en el Seminario Internacional Tratamiento de
aguas residuales en el contexto del cambio climático: gases
de efecto invernadero y análisis de ciclo de vida, organizado
por la entidad a su cargo.
En el auditorio José Luis Sánchez Bribiesca,
dijo que en la región sólo 20 por ciento de las aguas
residuales municipales son tratadas, el resto se descarga a cuerpos
de agua o, en alguna medida, se destina al riego (con líquido
“crudo”, sin tratar), una práctica común
en países como México.
Lo anterior indica que hay mucho por invertir y construir
en el área; sin embargo, debe considerarse que la infraestructura
para el tratamiento contribuye a la emisión de GEI. Ejemplo
de ello es el metano, que se produce según el tipo de manejo
y la tecnología usada, aunque también depende de la
correcta operación de la planta.
De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático
(IPCC, por sus siglas en inglés), siete por ciento del metano
atmosférico proviene de los desechos de aguas residuales,
citó. Por ello, los sistemas a construir deberán cumplir
con determinados criterios técnicos, económicos y
ambientales, “en particular, ahora que existen compromisos
nacionales e internacionales”.
Los países abordados en este estudio fueron México,
República Dominicana, Colombia, Brasil, Guatemala y Chile,
con la ayuda de consultores en cada uno de ellos, y el uso de información
pública de las páginas de Internet de los organismos
encargados de administrar el recurso. “Obtuvimos una muestra
de dos mil 734 plantas”.
Se encontró que las tecnologías más
empleadas son las lagunas de estabilización, seguidas por
lodos activados y reactores tipo UASB (upflow anaerobic sludge
blanket), que representan 80 por ciento de la infraestructura
de tratamiento de aguas residuales municipales en AL y el Caribe.
Según el análisis, se determinó que
los escenarios que generan menos emisiones totales de GEI son los
UASB, sólo si el biogás sea correctamente captado
y quemado. No obstante, las lagunas de estabilización tienen
alto potencial de mitigación, porque pueden cubrirse para
recuperar y aprovechar eventualmente el generado para producir electricidad.
Esto, prosiguió, representa una oportunidad para
identificar los procesos tecnológicos que podrían
tener una baja huella de carbono para contribuir a contrarrestar
el cambio climático en la región.
Al respecto, Patricia Güereca, investigadora del II,
apuntó que las tecnologías de lodos activados generan
mayor impacto ambiental para acidificación, disminución
de recursos abióticos, deterioro de la capa de ozono, eutrofización
y foto-oxidantes, “todo se debe al uso de la energía
eléctrica”.
La eficiencia energética y el aprovechamiento del
biogás como alternativa dentro de las plantas, contribuiría
a disminuir los impactos en todas las categorías analizadas.
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