En el marco de las actividades culturales diseñadas
ex profeso para la Segunda Gran Fiesta Internacional de Ajedrez
UNAM 2012, se presentaron tres conferencias en la Sala Carlos
Chávez, del Centro Cultural Universitario.
Fueron ofrecidas por Leontxo García, comentarista
y periodista español especializado; los hermanos Ferriz (Andrés,
Roberto y Rodrigo), de la Escuela Nacional de Ajedrez, y Carlos
Ilardo, periodista argentino del diario La Nación.
En la conferencia “Chips y neuronas. Dos siglos en
jaque”, García afirmó que se trata de un juego
casi infinito: se dice que hay más partidas de ajedrez que
átomos en el universo. Ha cautivado a grandes inventores
y científicos de todas las épocas, y recordó
que hace más de dos siglos, por ejemplo, se inventaron varias
máquinas y artilugios que lo jugaban, el más famoso
de ellos fue el llamado Turco de Kempelen.
“A mediados del siglo XVIII, el escritor e inventor
húngaro Wolfgang von Kempelen creó esta máquina;
la llevó a muchos sitios de Europa, e incluso a Estados Unidos,
y causó fascinación porque lo jugaba tan bien, que
le ganaba a todo el mundo. Entre sus ‘víctimas’
se contaron Napoleón, Catalina de Rusia, Federico de Prusia,
Benjamin Franklin... Claro, pronto se descubrió que en realidad
había trampa, porque un gran maestro, pequeñito de
estatura, se escondía dentro de ella”.
García habló también de la que podría
ser considerada la primera computadora analógica de ajedrez,
“sin trampas, verdadera”, creada exactamente hace 100
años, en 1912, por Leonardo Torres Quevedo, uno de los científicos
más brillantes de España.
“El ajedrecista de Torres Quevedo es una máquina
que da perfectamente el jaque mate de torre y rey contra rey solo,
sin importar las jugadas que se hagan con este último. Eso,
con la tecnología de hace un siglo, es sumamente meritorio.
Si Alan Turing y Claude Shannon son los padres de la informática,
Leonardo Torres Quevedo sería el abuelo de la informática”.
En su oportunidad, los hermanos Ferriz destacaron la importancia
de borrar la idea de que el ajedrez es un juego aburrido, lento,
sólo para personas inteligentes.
Y es que puede funcionar, argumentaron, como una excelente
herramienta pedagógica para que los niños y los jóvenes
desarrollen sus capacidades intelectuales. “Por eso hay que
impulsar su enseñanza y práctica en las escuelas”.
Por último, en su conferencia dedicada al tema del
ajedrez y su utilidad social, Ilardo expuso que, si bien todavía
no se ha demostrado científicamente que éste ayuda
a desplegar la inteligencia de las personas, sí se ha visto
que con él “desarrollamos el pensamiento concreto,
lógico y abstracto, la memoria, los sentidos (la visión,
la audición, el golpe de vista) y el autoanálisis,
que nos permite aprender de nuestros errores”.
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