• Científicos universitarios pusieron en marcha un
proyecto para evaluar la importancia relativa de los factores genéticos
y fisiológicos de esa enfermedad, frente a la manera de vivir
de las personas
La diabetes es una enfermedad que ya ha alcanzado
grandes dimensiones en México. De ahí que un grupo de
científicos del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de
la UNAM, dirigido por Christopher Rhodes Stephens, físico teórico,
se haya propuesto contribuir a disminuir su impacto entre la población.
De este modo, puso en marcha un proyecto para
evaluar la importancia relativa de los factores genéticos y fisiológicos
de la diabetes mellitus tipo 2, frente a las formas de vida de las personas.
Con un enfoque de la complejidad, los expertos correlacionarán
saberes, información y bases de datos de esa afección,
generados por la genética, la fisiología y la epidemiología
de estilos de vida, precisamente.
SNP
La parte genética es coordinada por
Samuel Canizales, de la Facultad de Química, que junto con sus
colaboradores, trabaja en la identificación de los llamados polimorfismos
de nucleótido único (Single Nucleotide Polymorphisms,
o SNP, por sus siglas en inglés), para la susceptibilidad a la
enfermedad.
“Un SNP es un cambio en uno de los cuatro
nucleótidos (unidades estructurales del ADN: A: adenina, C: citosina,
G: guanina y T: timina) que forman un gen. Si en la secuencia la C se
convierte en T, entonces se puede originar un rasgo fenotípico
distinto: en vez de tener ojos azules, el individuo los tendrá
verdes, por ejemplo”, explicó Stephens, en el marco del
Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora este 14 de noviembre.
Debido a que ya se sabe que varias enfermedades
están correlacionadas con uno o más de estos SNP, Canizales
y sus colaboradores tratan de identificar los genes con sus respectivos
SNP, para saber cuáles se correlacionan con el desarrollo de
la enfermedad.
La parte respectiva es coordinada por Marcia
Hiriart, directora del Instituto de Fisiología Celular (IFC).
Con su equipo labora en la identificación de los cambios fisiológicos
que se producen en tejidos de ratas con una dieta alta en azúcares.
Toda la información que se genere será
correlacionada con factores de estilos de vida. Esta última parte
es coordinada por Stephens, que trabaja en el análisis de bases
de datos obtenidos a partir de encuestas nacionales hechas por el Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la Secretaría de Salud.
Enredados
¿Por qué bases de datos sobre
estilos de vida? Porque, en el caso de la diabetes mellitus tipo 2,
la genética no puede explicar por completo su prevalencia o riesgo.
Stephens ilustra con el caso de los indios pimas.
“Entre ellos, que viven en Arizona, Estados
Unidos, el porcentaje de casos de diabetes es altísimo: 40 por
ciento, mientras, entre los que habitan en Chihuahua, México,
no es así”.
Genéticamente, ambos grupos son similares;
sin embargo, el hecho de que entre ellos haya una susceptibilidad no
significa que necesariamente padecerán esta afección.
Depende mucho de cómo los estilos de vida interactúan
con la genética.
De acuerdo con Stephens, la genética
y los estilos de vida están muy enredados, y no es fácil
tratar de desenredarlos para entender cómo se afectan entre sí.
“Para la epigenética (estudio
de las interacciones entre genes y ambiente que se producen en los organismos),
el estado de los genes no está fijado en piedra. El ambiente
y el desarrollo (es decir, lo que pasa en mi cuerpo), incluso el estrés,
afectan su funcionamiento”, dijo el también investigador
del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM.
Los estilos de vida (qué y cuánto
comemos, por ejemplo) impactan también el funcionamiento de los
genes. Al respecto, hay que apuntar que, aunque dispongan de mucha comida,
las ratas sólo ingieren la que necesitan, a diferencia de los
humanos, que lo hacen en mayores cantidades. Precisamente, éste
es un hallazgo preliminar del análisis de datos obtenidos a partir
de una encuesta de nutrición.
“Hay mitos asociados a esta última
y a la diabetes. Lo que uno come es importante, dicen los nutriólogos,
pero encontramos que es más importante cuánto se come.
Si ingerimos cuatro mil calorías de frutas al día, eventualmente
tendrás un grave problema, sucede igual con la comida chatarra.
Es mejor comer sanamente, pero es más importante sólo
lo necesario”, indicó el universitario.
Respuestas
Al analizar los datos de la encuesta ENCOPREVENIMSS,
la herramienta conocida como minería de datos, que siempre arroja
sorpresas, le ha permitido suponer al científico de la UNAM que
la pregunta ¿sabes qué es el sexo seguro?, tiene relevancia
para inferir si una persona está en riesgo de padecer diabetes.
“Saber qué es el sexo seguro se
relaciona con el grado de conocimiento general sobre la salud, y si
uno lo ignora, probablemente tiene un estilo de vida poco saludable.
Éste sería un factor de riesgo, no un factor directo asociado
a diabetes”.
Stephens consideró que es necesario
hacer más análisis, encuestas, plantear hipótesis
y descubrir, como detectives, si hay otros factores asociados que se
puedan aprovechar para tener un mayor conocimiento sobre la salud.
“Cada intervención tendría
su propio ambiente adecuado. Por decir algo, se podría desarrollar
un sistema inteligente de software para clínicas del IMSS, que
permitiera a los médicos tener el perfil de los pacientes y ver
el grado de riesgo de padecer diabetes mellitus tipo 2. Sería
un apoyo no sólo para el personal, sino también para las
autoridades, que así podrían tomar medidas para el diseño
de campañas de educación”, comentó.
No obstante, es indudable que reducir el impacto
de la enfermedad en la población, y en los sistemas de salud,
requiere recursos, y no hay suficientes. Cualquier medida que se proponga
para mitigar este problema de salud pública tiene que ser económica,
política y éticamente factible.
Para erradicar el padecimiento no se puede
obligar a la gente a consumir menos de mil calorías, ni a que
haga dos horas de ejercicio al día, y a diferencia de lo que
ocurre si los maltratan, tampoco se puede demandar a los padres por
alimentar mal a sus hijos.
¿Qué hacer ante este reto ético?
Por lo pronto, un grupo de humanistas expertos en el tema, encabezados
por Aracely Berny, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL),
ya se encarga de estudiarlo y analizarlo.
“Respuestas a ésta y otras interrogantes
relacionadas con el problema de la diabetes es lo que buscamos en este
proyecto interdisciplinario de la Universidad Nacional. Ya contamos
con el apoyo de la Fundación IMSS y estamos a la espera de contar
con el del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la Secretaría
de Salud”, finalizó Stephens.
Día Mundial de la Diabetes
Para generar conciencia del problema que implica,
y la forma de evitarlo, se instauró el Día Mundial de
la Diabetes, a iniciativa de la Federación Internacional de la
Diabetes y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se conmemora
el nacimiento de Frederick Grant Banting, quien junto con Charles Best,
de la Universidad de Toronto, Canadá, descubrió la insulina,
en 1922, hormona que permite tratar a los enfermos.
Según estimaciones de la OMS, en el
orbe existen 346 millones de personas con esta afección y, de
no intervenir, para 2030 la cifra se habrá duplicado. Casi el
80 por ciento de los decesos vinculados se producen en países
de ingresos bajos o medios.
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