• Representan una aproximación al mundo real, indicó
Benjamín Martínez, investigador del CCA de la UNAM
• Carlos Gay propuso un método alternativo de modelación
basado en la lógica difusa
Aunque los modelos matemáticos hoy se
utilizan para predecir el calentamiento global, resultan insuficientes;
constituyen la única herramienta para experimentar en torno al
incremento de la temperatura atmosférica terrestre, coincidieron
especialistas.
Carlos Gay García, Benjamín Martínez
López, Arturo Quintanar Isaías y Jorge Zavala Hidalgo,
investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de
la UNAM, resaltaron la importancia de reconocer las limitantes de esos
esquemas numéricos, así como considerar la realización
de pronósticos estacionales o anuales, más que por décadas
o siglos.
Gay García, coordinador del Programa
de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de esta casa
de estudios, refirió que el estudio en este ámbito es
difuso, por lo que planteó el empleo de estrategias de modelación
diferentes.
Al respecto, refirió la lógica
difusa, que se adapta mejor al mundo real, y podría ofrecer alternativas
a las fórmulas tradicionales, como información útil
y entendible para los tomadores de decisiones, “que no necesariamente
deben saber física para comprender lo básico”.
En tanto, Martínez López opinó
que los modelos numéricos son necesarios para evaluar mejor los
impactos de los cambios climáticos en el planeta, aunque éstos
“para nada son una verdad, simplemente son una aproximación
al mundo real y, como tal, con desventajas”.
La ciencia se basa en la experimentación,
aunque no existe forma de ensayar con la Tierra; “habría
que hacer experimentos en tiempo real y, desafortunadamente, todo lo
que hiciéramos tendría efectos indeseables”.
Con los esquemas matemáticos se simula
bien el calentamiento global, no así la precipitación,
por lo que sugirió el uso de modelos regionales “para cuantificar
un área determinada”.
Al exponer la importancia de los procesos oceánicos
en el clima, Zavala Hidalgo indicó que son muchos los problemas
ligados a la modelación matemática, desde el pronóstico
de muy corto plazo, que no se hace en México, hasta el vaticinio
adecuado de las condiciones de humedad de algunas regiones como la Cuenca
del Papaloapan o de La Malinche, por ejemplo.
En su intervención, Quintanar Isaías
hizo referencia a la importancia de aprender a reconocer las limitaciones
que se tienen para predecir el clima y pensar un poco más en
términos estacionales o anuales, más que por décadas
o siglos.
En ese sentido, Carlos Gay consideró
que si se habla de pronósticos a 30, 50 ó 100 años,
“hacemos simulaciones o creamos escenarios, y no predicciones”.
Al hablar de la importancia del estado del
suelo para simular el clima, Quintanar señaló que los
cambios en la humedad de aquél dan lugar a variabilidades en
la atmósfera, y pueden conducir a modificaciones importantes
en el viento y en el régimen termodinámico de la capa
límite planetaria. Por ello, concluyó, es necesario incluir
en los pronósticos de ensamble regional la incertidumbre en las
condiciones del mismo.
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