Boletín UNAM-DGCS-669
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 2 de noviembre de 2012

           


NECESARIO, ENCONTRAR NUEVAS ESTRATEGIAS DE PROTECCIÓN CEREBRAL PARA TRATAR EL PARKINSON


• Antonio Cuadrado Pastor, de la Universidad Autónoma de Madrid, ofreció una conferencia en la Facultad de Química de la UNAM
• Los actuales tratamientos sintomáticos sólo contribuyen a paliar los problemas motores y cognitivos, pero no frenan el proceso degenerativo, señaló

Los actuales tratamientos sintomáticos para las enfermedades neurodegenerativas, como el mal de Parkinson, sólo contribuyen a paliar los problemas motores y cognitivos, pero no frenan el proceso degenerativo, por lo que es necesario encontrar nuevas estrategias para la protección del cerebro.

En la Facultad de Química (FQ) de la UNAM, Antonio Cuadrado Pastor, vicedirector del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, y adscrito al Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, España, ofreció la conferencia ¿Podemos frenar la neurodegeneración? Nuevas estrategias basadas en la defensa antioxidante y antiinflamatoria.

Expuso los principales logros relacionados con padecimientos crónicos neurodegenerativos, como el Parkinson, que tienen cada vez mayor incidencia entre la población mundial, hasta convertirse en uno de los retos biomédicos de este siglo.

Cuadrado Pastor, que forma parte del Centro de Investigación en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED), resaltó los avances científicos alcanzados por su equipo de trabajo en torno al factor de transcripción Nrf2, como nueva diana terapéutica en el padecimiento referido, segundo trastorno neurodegenerativo de mayor incidencia en el mundo, cuya prevalencia se incrementa en personas mayores de 50 años.

Ante estudiantes y académicos reunidos en el Auditorio A, explicó que al nacer, los seres humanos tenemos un promedio de 400 mil neuronas dopaminérgicas que participan en el control del movimiento, pero con el paso de los años, muchas de ellas mueren y no se reemplazan.

Por cada década de vida, se pierde cerca del 10 por ciento de este tipo neuronal, pero las personas pueden vivir con mecanismos de compensación que no requieren ningún tratamiento, pues no se trata de una enfermedad, sino “del envejecimiento normal aún lejano del umbral del trastorno”.

Entre los 50 y 60 años, agregó, queda cerca de la mitad de las neuronas, pero hay individuos en quienes se acelera esta pérdida por diferentes motivos, como envejecimiento prematuro, algún tipo de intoxicación ambiental o alteraciones congénitas o genéticas.

“Si el cerebro tiene menos de 60 mil neuronas, nuestros mecanismos de compensación ya no funcionan y el Parkinson se manifiesta. Entonces, el paciente acude a recibir tratamiento sintomático para este padecimiento, descrito hace poco más de 200 años por James Parkinson como la parálisis agitante, caracterizada por tres problemas motores: temblor, movimientos lentos y rigidez muscular”, detalló.

A las personas se les trata con terapias de reemplazamiento de dopamina, sobre todo basadas en levodopa, pero al no evitarse la neurodegeneración, el daño aumenta con el tiempo. “Poco a poco, la levodopa no sólo pierde su eficacia en el control del movimiento, sino que además provoca un incremento de los movimientos involuntarios. Todo esto se podría evitar si dispusiéramos de una terapia eficaz de cerebro-protección que evitara la progresión degenerativa”, indicó el experto.

En el Parkinson, “el envejecimiento es el principal factor de riesgo, además de otros de tipo genético y ambiental como la exposición a ciertos pesticidas”, sostuvo Cuadrado Pastor, quien añadió que aunque no se conoce el origen, se piensa que el estrés oxidante e inflamatorio son elementos clave en su etiopatogénesis.

En este sentido, dijo que los estudios realizados por su grupo de investigación revelan que la proteína Nrf2, que regula la expresión de más de 100 genes implicados de destoxificación y defensa antioxidante, podría tener una función importante de cerebro-protección, por lo menos en Parkinson.

Respaldó esta hipótesis con datos que demuestran que la actividad de Nrf2 disminuye con la edad, principal factor de riesgo y, por tanto, las personas mayores han perdido al menos parcialmente este mecanismo protector.

Además, comentó evidencias genéticas que sugieren que los individuos con mayor expresión de esta proteína presentan un menor riesgo. Por tanto, la intervención farmacológica para activar Nrf2 podría proteger directamente a la neurona del estrés oxidante, y además, modular la inflamación crónica de bajo grado que probablemente participa en su progresión.

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Antonio Cuadrado Pastor, vicedirector del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, y adscrito al Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, ofreció una conferencia en la FQ de la UNAM.