• El acervo comprende gran variedad de orquestales, tradicionales
y para educación musical, que van desde cuerdas, aliento
y percusiones, hasta un órgano tubular y un fortepiano del
Siglo XIX
• Además, la ENM tiene el salón de percusiones
más equipado en América Latina
A la orilla del barrio coyoacanense, se halla
un inmueble pautado de la UNAM. Existen pocas treguas al silencio y
notas negras en el pentagrama de su interior. Desde las aceras,
se percibe el rumor de los salones, entre ceceos y el sol que se escucha.
En los edificios que componen la Escuela Nacional
de Música (ENM) de la UNAM, se resguardan y ejecutan alternadamente
alrededor de 700 instrumentos de diferentes familias, que componen el
acervo institucional.
Se ha consolidado a través de los años,
prácticamente se creó con el propósito de contar
con el instrumental necesario para impartir las clases y, en segundo
lugar, brindarle a los alumnos la posibilidad de acceder a un instrumento
si carecen de él por problemas económicos, o simplemente
porque no lo pueden tener en el momento en que ingresan a la carrera,
señaló Luis Pastor Farill, secretario Técnico del
plantel.
En el recorrido por el recinto, Gerardo Contreras
Robles, Jefe del Departamento de Bienes y Suministros de la ENM, desglosó
sin titubeos la cifra del cúmulo instrumental.
“La escuela tiene alrededor de 130 pianos,
entre verticales, de cuarto de cola, media cola y cola completa; cinco
clavecines; un pianoforte; un órgano tubular; cuatro órganos
electrónicos con pedales; 20 teclados electrónicos; alrededor
de 10 guitarras; 15 contrabajos; seis juegos de timbales, así
como 10 marimbas de concierto e infinidad de tambores, platillos, atriles,
tam-tams, y toms de piso, entre otros.
El universo es cercano a los 700, pues recientemente
han ingresado poco más de una docena. Algunos están ubicados
en cada uno de los cubículos y esos no se mueven. Solamente en
el almacén (Mixcoacalli) se resguardan los portátiles
como alientos, guitarras, violonchelos, contrabajos, violines, violas
y material de apoyo para las clases, precisó.
Se debe mencionar, dijo Luis Pastor Farill,
que no sólo tenemos instrumentos orquestales, sino para educación
e iniciación musical, y tradicionales mexicanos: arpas, guitarras
de diversos tipos, vihuelas, guitarrones, jaranas, entre otros, que
se utilizan en la carrera de Etnomusicología, aunque el piano
es quizá el más requerido, pues contamos con una gran
población de ejecutantes.
Tras mediar un paso con escaleras, cruzamos
el jardín donde, al fondo, se atrinchera el corazón de
la escuela: las salas de percusiones donde el docente Juan Gabriel Hernández,
pulsa la enseñanza.
Es el salón más equipado en América
Latina. Contamos con un acervo instrumental amplio, acumulado a lo largo
de los años, gracias a la iniciativa de los maestros Julio Vigueras
y Alfredo Bringas. Todo lo que es de la percusión sinfónica
existe en estas instalaciones, además del piano que consideramos
dentro de esta categoría, abundó.
Servicios
Con cuatro técnicos de mantenimiento
y reparación, uno de los servicios más nobles de la ENM
es el de restauración que, según Pastor Farill, tiene
el reto no sólo de recuperar la parte estética del instrumento,
sino su sonoridad y funcionalidad; tal es el caso de un fortepiano del
siglo XIX.
También destaca el servicio de préstamo,
con una disponibilidad de 325 piezas, mediante un reglamento específico.
Este último otorga orden y estructura
al servicio. Incluye medidas que podemos llamar de políticas
de uso. La higiene es importante, sobre todo en los de aliento. Se pide
a los chicos lavarse la boca, y en algunos casos, que traigan la boquilla;
además del aseo de manos, porque el sudor, la misma grasa del
cuerpo cambia el PH y puede oxidar o maltratar a largo plazo las piezas,
explicó.
Concluye el recorrido irremediablemente sonoro,
con la aproximación de uno de los 20 alumnos con discapacidad
visual que estudian en esta escuela, quizá con la frase de William
Shakespeare en el soliloquio: “Cuando se mira con el oído,
se entiende mejor la vida”.
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