• En aproximaciones realizadas
para conocer sus repercusiones en 2050, se concluyó
que el país podría estar afectado tanto por
lluvia como por sequía excesivas
• Ambos escenarios consideran el aumento de la temperatura
en territorio nacional de entre dos y tres grados centígrados,
sostuvo Lourdes Villers, del Centro de Ciencias de la Atmósfera
Con la aplicación de modelos de cambio
climático, que incluyen eventos naturales extremos, es posible
determinar que un gran número de especies vegetales corren peligro
de extinguirse para 2050, de no aplicarse políticas públicas
orientadas a mitigar los efectos del fenómeno, advirtió
Lourdes Villers, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA)
de la UNAM.
En el trabajo Comportamiento de las comunidades
vegetales y especies en ecosistemas de montaña del centro de
México ante el cambio climático para el horizonte temporal
2050, la experta realizó aproximaciones, con escenarios
de altas temperaturas y cambios extremos en las lluvias, para conocer
las especies y comunidades que podrían adaptarse mejor a las
variaciones.
Los resultados, presentados en la Cuarta Comunicación
Nacional ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
el Cambio Climático, están basados en tres modelos. Dos
tienden hacia la sequía y uno es consistente, desde hace dos
décadas, con el incremento de las lluvias.
Para el caso de los ecosistemas de montaña
del centro de México, en el escenario de incrementos en temperaturas
y precipitaciones se señala que 88 por ciento de las especies
estudiadas reducirían su distribución; entre ellas, Pinus
hartwegii, Cinna poiformis, Muhlenbergia macroura, Pinus leiophylla
y Trisetum rosei. De éstas, 54 por ciento podrían
desplazarse a mayores alturas, como Arenaria reptans, Quercus rugosa
y Senecio toluccanus.
En la aproximación de sequía,
84 por ciento de las especies se verían mermadas, como Roldana
barba-johannis y Eupatorium pycnocephalum, mientras que
otras podrían encontrarse hacia la cima de las montañas,
como Fuchsia microphylla, Physalis stapelioides y Penstemon
gentianoides. Bajo esta consideración, tres especies desaparecerán
del volcán: Calamagrostis tolucensis, Trisetum rosei y
Arenaria bryoides, detalla el documento.
Escenarios futuros
Un modelo climático es una aproximación
a la realidad, pero no determina lo que sucederá. Se utilizan
datos históricos observados con la finalidad de validarlo. En
el mundo, los grupos de investigación pueden producir más
de 20 modelos, coincidentes en el incremento global de la temperatura,
para estudios regionales o globales.
Al elegir los de estudio de la República
Mexicana, se comparan con las condiciones actuales del clima y los datos
históricos. Al considerarlos, la inclusión de la influencia
oceánica es básica, pues se registran fenómenos
naturales en el Atlántico y el Pacífico que afectan al
territorio, ejemplificó.
En el CCA se utilizan modelos diseñados
en Estados Unidos, Alemania, Canadá e Inglaterra, para obtener
resultados válidos. A la par de los datos físicos, atmosféricos
y oceánicos, se ponderan factores socioeconómicos, involucrados
en la emisión de gases de efecto invernadero. Así, se
dispone de ocho aproximaciones, con los efectos más extremos,
a fin de indagar todas sus implicaciones.
Desde 1990, en el CCA se desarrollan líneas
de investigación que disponen de estos acercamientos, aplicados
al clima del país y el estudio de ciertos sectores, con el objetivo
de construir posibles escenarios futuros, en torno a los impactos que
puede tener el incremento de la temperatura en vegetación, silvicultura,
biodiversidad, hidrología, agricultura, ciudades, salud, entre
otros.
Efectos verticales y horizontales
La experta refirió que los ecosistemas
de montaña representan un ejemplo de las repercusiones del cambio
climático en la biodiversidad, al presentar gradientes térmicos
y cantidades de lluvia distintas, en un espacio corto, lo que facilita
su estudio.
Estas características propician el análisis
de los efectos en el territorio nacional, al presentarse decremento
en la temperatura por cada cien metros que aumenta la altura sobre el
nivel del mar, detalló.
"Ejemplifica las repercusiones en los
ecosistemas a nivel altitudinal y de lo que podría suceder en
el latitudinal. Mientras más nos aproximemos al norte, observamos
ecosistemas boreales; hacia el sur, prevalecen los tropicales; por ello,
constituye la mejor aproximación".
El análisis abarca la biodiversidad,
a varios niveles, al implicar el número de especies, y sus agrupaciones
en poblaciones interrelacionadas, que integran al ecosistema en armonía.
Está orientado a ubicar nichos ecológicos, es decir, en
qué altitud, temperatura y niveles de precipitación se
desarrolla cada una de ellas.
Se determinó su ubicación geográfica
y su función, para localizar las áreas en las cuales pueden
asentarse, con ciertas restricciones. En conjunto con el Instituto de
Biología (IB), se han utilizado modelos de cambio climático,
aplicados en más de 30 especies de vegetación y fauna,
precisó.
En el caso de las montañas, las especies
de mayor capacidad adaptativa, ante los escenarios extremos de calor
y lluvia, se desplazarían a mayores altitudes para sobrevivir;
las dependientes de temperaturas restringidas, prácticamente
desaparecerían.
En general, las condiciones proyectadas son
desfavorables para la comunidad de zacatonal de alta montaña,
compuesta por las especies Calamagrostis tolucensis-Trisetum rosei,
-ubicadas en la línea de arbolado del ecosistema, entre tres
mil 600 y cuatro mil metros sobre el nivel del mar-, por lo que sus
posibilidades de permanecer son casi nulas, precisó.
En el caso de las especies Pinus hartwegii-Calamagrostis
tolucensis, que ocupan el gradiente inmediato inferior de la comunidad
de zacatonal, el aumento de temperatura varía entre dos y tres
grados centígrados, lo que implicaría la reducción
de su distribución actual. Probablemente, se podrían desplazar
a mayores alturas, gracias a la “migración asistida”,
es decir, por ayuda humana.
Además de los efectos de la variable climática, no sobrevivirían
al desplazarse a mayores alturas, donde el suelo es arenoso, pobre en
sustratos necesarios para su existencia. Las especies que sobreviven
en estas condiciones extremas son de menor tamaño.
En el caso de las localizadas en altitudes
inferiores, algunas se adaptarían a las variables térmicas,
como hierbas, arbustos y pastos. En contraparte con los ciclos bianuales
de reproducción de los árboles, esta vegetación
sólo requiere un año, lo que facilita su adaptación.
La experta aludió a la necesidad de
impulsar líneas de investigación orientadas a determinar
los efectos de esta disminución o desaparición. Al estar
asociadas a otras, animales o vegetales, se afecta toda la cadena alimenticia.
Es necesario trabajar a nivel de poblaciones y comunidades, por las
interacciones que establecen y para conocer las comunidades más
susceptibles a las variaciones de temperatura y precipitación,
detalló.
No sólo desaparecen los árboles,
también los insectos que dependen de ellos para subsistir. Es
el ejemplo de las abejas que necesitan flores del naranjo para producir
miel. Si se altera el ecosistema y se pierden las especies vegetales,
se afectaría la generación del producto, finalizó.
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