Boletín UNAM-DGCS-566
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 15 de septiembre de 2012


Rocío García Martínez

           


DETECTAN PRESENCIA DE METALES PESADOS EN HOJAS DE ÁRBOLES DEL BOSQUE DE TLALPAN


• Se halló mercurio, vanadio, aluminio, plomo o cadmio, todos en cantidades mínimas. No obstante, su simple presencia es motivo de preocupación, porque es lo que respiramos todos los días, dijo Rocío García Martínez, del CCA de la UNAM
• Esos metales se originan debido al diésel o las gasolinas, al registrarse un proceso de corrosión de los catalizadores de los autos

Un equipo del Laboratorio de Química Atmosférica del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, detectó metales pesados en hojas de la especie Ligustrum vulgare, árbol mejor conocido como aligustre o trueno, en el Bosque de Tlalpan, en el Distrito Federal.

El grupo, que encabeza Rocío García Martínez, halló mercurio y vanadio, así como aluminio, plomo o cadmio, en cantidades mínimas, de partes por millón. No obstante, su simple presencia “es cuestión de preocupación, porque es lo que respiramos todos los días”.

Esos elementos se originan en el momento que, debido al diésel o las gasolinas, se registra un proceso de corrosión de los catalizadores de los autos, que los libera. Por ello, recomendó que la gente que tiene más exposición, como la que trabaja al aire libre, cuente con exámenes periódicos de sangre y orina para su detección.

Este trabajo tiene sus antecedentes en otro, realizado por la universitaria en Juriquilla, Querétaro, donde hizo una estancia posdoctoral. La idea, en ese caso, era detectar material radiactivo, como uranio o radón, como indicadores del magnetismo que existió en esa zona. Se estudió la lluvia y los árboles, en cuyas hojas se presenta la deposición o depositación de los contaminantes.

Luego, se decidió hacer el estudio en el DF, en específico en el Bosque de Tlalpan, ubicado entre avenidas de intenso tránsito vehicular. Ahí, se determinó qué especies se podrían usar como “trazadores”, de acuerdo con el tipo y tamaño de hoja. A este procedimiento se le conoce como biomonitoreo atmosférico.

Para que la hoja sirva como un trazador, se hacen evaluaciones: cuál es la especie más abundante, la edad y el tipo de aquélla que permita observar la deposición o la concentración del metal.

Se eligió el trueno o Ligustrum vulgare, un árbol muy abundante en el bosque y con las características requeridas. Gracias a eso se detectaron nueve metales de interés por su grado de toxicidad, entre ellos, aluminio, cadmio, cromo, vanadio, níquel, plomo y mercurio.

Respecto a este último, abundó García, hay pocos estudios. “El dos-dimetil mercurio es el más tóxico de los metales, se volatiliza y, en efecto, lo hemos encontrado”.

Empero, no se puede decir si las cantidades son “altas” o “bajas”, porque no hay una norma establecida; pero existen, y se pueden acumular y alojarse en el organismo, eso es lo importante, refirió.

La científica explicó que existen variaciones o periodos estacionales en el registro. En tiempos de lluvia, en secas “frías” y secas “calientes”. Por ejemplo, en secas calientes, después de febrero y hasta el inicio de las lluvias hay menores concentraciones, debido a los patrones de viento, y con las precipitaciones, por el “lavado” de hojas, pueden disminuir.

Por ello, las muestras se tomaron tres veces al año, de hojas verdes y lisas (no porosas), que no sean amarillas ni pequeñas. Además, se obtienen de los mismos árboles y a tres alturas diferentes: baja, intermedia y alta. Para su análisis se emplea la técnica de Espectrofotometría de Absorción Atómica con horno de grafito.

De ese modo, se muestrearon alrededor de 30 árboles. “Fue una selección que tomó en cuenta las coordenadas geográficas, en un radio de 50 kilómetros. Obtuvimos alrededor de 150 muestras, en cada una de las cuales se determinaron los nueve metales”.

Aunque el análisis apenas inicia y para validarlo como un método indicador de contaminación atmosférica contundente hacen falta datos de cinco a 10 años, la experta y su equipo se han topado con resultados favorables, que señalan que sí es una técnica que puede ser una herramienta útil.

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Fotos


Rocío García Martínez, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.