• La deliberación
es un elemento fundamental para consolidarla, dijo el integrante
del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en el
marco del Día Internacional de la Democracia, que se
celebra este 15 de septiembre
En México, la democracia puede ser considerada
como de baja calidad, pues aún no se otorga a la deliberación
el peso que requiere en la toma de decisiones. Al darle mayor importancia,
el sistema elevará su nivel en la nación, aseguró
Fernando Castaños Zuno, del Instituto de Investigaciones Sociales
(IIS) de la UNAM.
Para que en nuestro país se consolide
y llegue a ser de calidad, es necesario que la deliberación entre
actores políticos, y entre éstos y la ciudadanía,
adquiera un lugar central. Es la mejor compañera del respeto
a la pluralidad de posturas y de la toma de decisiones en órganos
colegiados representativos, y son imprescindibles en un sistema democrático
como el que aspiramos a tener los mexicanos, y se impulsan entre sí,
sostuvo.
De ellos, la deliberación es quizá
el menos visible, pero sin ella la pluralidad y la colegialidad no bastan
para tomar decisiones que sean legítimas, estableció en
el marco del Día Internacional de la Democracia, que se celebra
este 15 de septiembre.
Por fortuna, ésta gana terreno en la
arena política del país, aunque lentamente. La reforma
electoral de 2007 es ejemplo de ello: articuló 95 iniciativas,
lo que no hubiera sido posible sólo con la negociación
y la disputa. Además, si bien algunos de sus elementos son criticables,
en términos generales representa un avance, sostuvo.
La deliberación exige responder a razones,
y no sólo a intereses. Por eso, se apoya en las libertades fundamentales
de pensamiento y expresión, pero también las apuntala.
En un régimen democratico de calidad, nadie es, a priori, dueño
de la verdad, y se establecen procedimientos que garantizan a todas
las posiciones la posibilidad de participar en el debate.
Castaños Zuno consideró que en
un régimen de alta calidad, el concepto referido requiere y promueve
la transparencia y el acceso a la información. En territorios
de democracias avanzadas, sobre todo en los escandinavos, se considera
como un derecho ciudadano no sólo tener información gubernamental,
sino también entenderla. Se exige que las oficinas públicas
eviten la contabilidad opaca y la redacción oscura.
La deliberación está rezagada
respecto a la pluralidad, abundó. Aunque todavía hay políticos
que descalifican de entrada a quienes no piensan como ellos, el respeto
a las diferencias entre los ciudadanos cada vez es mayor.
El investigador explicó que la conciencia
de la importancia que tiene la colegialidad tampoco corresponde al avance
del pluralismo.
Como contexto imprescindible de la deliberación,
del pluralismo y de la colegialidad, en una democracia consolidada y
de calidad hay un espacio de opinión pública más
desarrollado que en nuestro país.
Visión incluyente
Castaños Zuno subrayó que el
concepto de democracia es controvertible. Al edificar una construcción
histórica, se ha transformado con el tiempo. En la historia,
las sociedades han recurrido a esta idea con la finalidad de acotar
el abuso del poder.
Quien actúa en democracia no sólo
tiene que defender sus fines y aceptar que el contrincante tenga los
propios; también debe convencer a quien no está interesado.
Por eso, la deliberación produce legitimidad, aunque no siempre
conduzca a consensos, lo que quizá no se ha destacado debidamente,
señaló.
Sin embargo, opinó, podemos ser optimistas.
Hay indicios de que las reglas y las habilidades se darán. “La
ciudadanía lo exige, con la premisa de que en una democracia
no sólo se representan intereses, sino también la manera
de defenderlos. Un buen representante en un régimen no es el
que excluye a los otros por la fuerza, sino aquel que encuentra puntos
de negociación, compatibles con la razón”.
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