• En su mensaje, el rector
José Narro Robles estableció que la única
condición para resolver la vieja y la nueva patología
social es asegurar que a México no se le enferme el
alma; eso, desde la Universidad, no podemos permitirlo
• Sierra creó una institución vinculada
al país, que muestra la razón que tenía
al pensar que México necesitaba una instancia capaz
de darle a la sociedad la emancipación mental para
avanzar en el camino de la modernización, añadió
• Cristina Barros Valero, bisnieta del prócer,
expresó que en estos momentos cruciales, la voz de
la UNAM es fundamental. Es a ella, nacional y autónoma,
a la que debemos preservar para bien de la patria
A 100 años de su fallecimiento, la Universidad
Nacional rememoró a su fundador, Justo Sierra. En la ceremonia
respectiva, el rector José Narro Robles estableció que
hoy los problemas que tiene el país son complejos y tomará
tiempo atenderlos, pero tienen solución. “La única
condición para resolver la vieja y la nueva patología
social es asegurar que a México no se le enferme el alma; eso,
desde la UNAM, no podemos permitirlo”.
Al darle vida, evocó Narro, Sierra creó
una institución fundamental para el avance del país. Los
estrechos vínculos entre la Universidad y la nación, al
igual que los resultados de esa relación, son la mejor muestra
de la razón que tenía al pensar que México requería
una instancia liberadora, capaz de darle a la sociedad la emancipación
mental que le permitiera transitar en el camino de la modernización.
Es hora de reconocer que nuestros grandes problemas,
actuales e históricos, no tendrán solución si seguimos
por la misma ruta, si no se realizan reformas de fondo, si no se definen
políticas alternativas, si no se imagina y diseña un nuevo
proyecto para el desarrollo. Es tiempo de recordar el ejemplo de Sierra
y otros que confiaron en la educación y el saber para transformar
la sociedad, añadió.
En este sentido, Narro Robles planteó
que el simple control de las variables macroeconómicas y del
déficit público, no pueden ser más importantes
que el bienestar colectivo y que el propio crecimiento de la economía.
No pueden pesar y valer más los equilibrios fiscales que los
desequilibrios sociales.
Menos aún –añadió-
servirán esos senderos para enfrentar los retos alimentarios
que amenazan con rebasarnos; los problemas energéticos que pronto
serán críticos si no hacemos algo; las nuevas y costosas
patologías que acompañan el envejecimiento poblacional;
los desafíos derivados de las aglomeraciones urbanas, los planteados
por grupos delictivos; el continuo deterioro del medio ambiente; el
abastecimiento de agua, y el crecimiento de las adicciones entre nuestros
jóvenes.
Revalorar la política social
Requerimos nuevos diseños para impulsar
un verdadero desarrollo económico que fortalezcan las instituciones
sociales. Tenemos que repensar y revalorar la política social
en su conjunto, indicó.
Los nuevos cursos deben poner en el centro
de la atención el crecimiento económico con desarrollo
social. Tenemos que reconocer que ningún proyecto económico
vale la pena si no sirve para mejorar las condiciones de vida de la
gente y el actual no lo hace.
Queremos un México donde se viva en
paz, sin los niveles alarmantes de violencia que hoy experimentamos,
donde se pueda transitar libremente y con seguridad. Recuperar la paz
y la armonía, donde predomine el Estado de derecho, se abatan
corrupción e impunidad, y que el sistema de justicia funcione
de manera expedita y equitativa, añadió.
Frente a este panorama, es hora de que todas
las fuerzas políticas del país tengan altura de miras
para pensar en la nación, más que en los legítimos
intereses particulares. La tarea es colectiva, de todos, y requiere
pactos y un gran acuerdo nacional. Es por México, y todos debemos
contribuir con lo que nos corresponde, asentó.
La UNAM, voz fundamental
En el Salón El Generalito del
Antiguo Colegio de San Ildefonso, Cristina Barros Valero, bisnieta de
Sierra, dijo que es uno de los personajes de mayor importancia en la
vida política y cultural de México. Su obra abarca, como
la de otros hombres del siglo XIX, las más diversas áreas:
literato, abogado, ministro de la Suprema Corte, legislador y, por encima
de todo, educador.
Consideraba que “la educación
pública es uno de los primeros deberes de todo gobierno ilustrado,
y sólo los déspotas y tiranos sostienen la ignorancia
de los pueblos para abusar más fácilmente de ellos. No
hay verdadera democracia sin educación”.
Tenía la convicción de que sin
instrucción obligatoria las instituciones democráticas
están incompletas, porque “el sufragio universal requiere
de la educación universal”, acotó. Es por ello que
en cuanto fue nombrado, primero subsecretario de Instrucción
Pública y, luego, titular de la nueva Secretaría de Instrucción
Pública y Bellas Artes, su actividad fue incesante.
En estos momentos cruciales para el país,
prosiguió, la voz de la Universidad es fundamental. Es a ella,
nacional y autónoma, que ya ha hecho suya la nación, como
lo deseaba Sierra, a la que debemos preservar para bien de la patria.
Asistieron Elena Medina Mora-Icaza, presidenta
en turno de la Junta de Gobierno; Alfredo Adam Adam, presidente del
Patronato Universitario, así como autoridades universitarias,
familiares, académicos y alumnos de la UNAM.
(Mensaje
íntegro del rector José Narro Robles)
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