• Se trata de uno de
los hallazgos más importantes de las últimas
décadas y lo encabeza Gerardo Ceballos, del Instituto
de Ecología de la UNAM
• Un puerco espín (Coendou sp), un mono nocturno
(Aotus sp), posiblemente una zorra gris (Urocyon), un marsupial
(Caenolestes sp), varios roedores y una musaraña (Cryptotis
sp), entre los animales encontrados
Mientras el explorador Curiosity busca moléculas
orgánicas que indiquen la existencia de vida actual o pasada
en Marte, en nuestro propio planeta se hacen descubrimientos importantes,
como el de un equipo de científicos de Perú y México,
encabezado por Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología (IE)
de la UNAM, y Horacio Zeballos, del Museo de Historia Natural de Arequipa,
que hizo uno de los hallazgos en biodiversidad más importantes
de las últimas décadas, en los Andes peruanos.
Se trata de nuevas especies de mamíferos que incluyen un puerco
espín (Coendou sp); un mono nocturno (Aotus sp); posiblemente
una de zorra gris (Urocyon); un marsupial (Caenolestes sp); una musaraña
(Cryptotis sp), y varios roedores (Oecomys sp, Oligoryzomys sp, Chilomys
sp, Thomasomys sp). Asimismo, una nueva especie de olingo (Bassaricyon
sp), junto con ranas (Pristimantis Bustamante), y otros animales.
La relevancia del hallazgo es enorme. “Encontramos mamíferos
muy grandes; aún es relativamente común toparse con nuevas
especies de animales pequeños, como ratones o murciélagos,
pero grandes, como un puerco espín, un mono o un marsupial, que
es muy raro en Sudamérica, es extraordinario”, calificó
el universitario.
Este descubrimiento deja varias lecciones.
“El Santuario Nacional Tabaconas-Namballe, donde se produjo, está
rodeado, en gran parte, por áreas de cultivo y pastoreo; fuera
del sitio, la destrucción del ecosistema es grave. Ello significa
que si no existiera la reserva, esas especies se habrían extinguido
sin ser descubiertas”, lo que ocurre en muchos otros lugares del
planeta.
Ceballos indicó que aún existe
una gran diversidad biológica por descubrir, pero que está
seriamente amenazada, porque las tasas de destrucción del ambiente,
tanto acuático como terrestre, son altísimas.
El experto en conservación consideró
que la pérdida de especies representa un colapso de los sistemas
ambientales, con repercusiones importantes para el ser humano, como
el mantenimiento de su bienestar, porque de la flora y fauna dependen
los servicios ambientales, beneficios gratuitos que la naturaleza nos
brinda, como la cantidad y calidad del agua y del aire, la fertilidad
de los suelos, la polinización de cultivos, y la provisión
de productos como madera, forraje y miel.
En el caso del Santuario Tabaconas-Namballe,
las principales amenazas son la deforestación, la cacería
y la minería que se quiere impulsar en el área, señaló.
Se encuentra al norte de Perú, en la vertiente de los Andes que
se perfila hacia el Pacífico, y que en línea recta no
está más allá de 70 kilómetros de la frontera
con Ecuador.
Es una zona muy especial por ser un área
pequeña, de apenas 32 mil hectáreas. Debido a que el gradiente
altitudinal es enorme (va de los mil 200, hasta más de tres mil
500 metros de altura sobre el nivel del mar), la vegetación también
es muy cambiante.
Hay, en las zonas más bajas, selva tropical;
después, bosques montanos, es decir, más fríos,
pero muy diversos en flora, llenos de epifitas, orquídeas, bromelias
y musgos, y más arriba, los páramos, que son pastizales
y arbustos, donde no llega a nevar, pero las heladas son frecuentes
en el invierno.
Por fortuna para su conservación, el
acceso es difícil. Para llegar se debe volar de la capital peruana,
Lima, a la población de Chiclayo. Desde ahí, por carretera,
son más de 18 horas hasta Tabaconas, el pueblo más cercano
al Santuario, y después, se requieren dos horas y media más
a pie, hasta la estación de biología donde trabajan los
científicos, indicó.
La primera exploración del área
la hicieron sus colegas peruanos en 2009, luego, en septiembre pasado,
se realizó el Primer Curso Internacional de Biología de
la Conservación para Latinoamérica, organizado por los
líderes científicos de ambos grupos.
“Ya teníamos contacto con ellos;
había estado un par de veces en Perú, porque fui invitado
a dar pláticas magistrales en un par de congresos de mastozoología.
También, me invitaron a inaugurar la colección de mamíferos
en el museo de Arequipa. Había una excelente relación
de trabajo previa”, relató.
Con la experiencia adquirida en la primera
visita de los peruanos, y porque según un estudio anterior de
nuevas especies de mamíferos, realizado por el integrante del
IE en la zona del Santuario, deberían existir más, se
llevó a cabo otra, donde participaron los estudiantes del curso.
Parte de esa labor fue hacer inventarios, y
así se encontraron las nuevas especies. Una de ellas es parecida
a la zorra gris de México; “la vi sobre el camino, pero
después, al revisar la literatura encontré que no hay
registros de ella más que en Colombia, y de ahí, hasta
Canadá”.
Es el registro más al sur de todo el
continente. Otros ejemplos destacados son el mono nocturno y la musaraña
marsupial, de las que sólo existen tres especies en América.
En todos los casos se trata de especies denominadas
microendémicas, lo que significa que sólo existen en una
región muy pequeña. Por lo tanto, “son muy vulnerables
a la extinción”.
A raíz del hallazgo, se realizará
otra expedición al santuario –que también alberga
a otras especies importantes, como el tapir de montaña y al único
oso de Sudamérica, el de anteojos–, en el marco del Segundo
Curso Internacional, en Machu Picchu, a realizarse en noviembre próximo.
Además, el gobierno peruano ha tomado
nota de la relevancia y trabaja en la posibilidad de unirlo a otro santuario,
para cubrir entre ambos, 100 mil hectáreas.
También, se reforzarán las acciones
de conservación locales, y por supuesto, continuarán los
inventarios para conocer con mayor precisión el valor del sitio.
Ceballos expuso que seguirán con la
labor. “Buscaremos a la zorra y a otras especies; podría
haber otro puerco espín, porque tenemos un pedazo de piel, es
anaranjado, rarísimo, nada parecido a lo que se conoce”.
Hay muchas especies no descritas, “y
si esto pasa en mamíferos, hay que imaginar lo que ocurre con
insectos. Hablamos de millones que no se han descrito científicamente”.
Por eso, debe conservarse ese territorio.
Además de la descripción de cada
especie, se publicará un artículo general en el Proceedings
of the National Academy of Sciences, una de las revistas científicas
más importantes del mundo.
Finalmente, el universitario consideró
que este proyecto, que ha contado con financiamiento de la Dirección
General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, coloca
a esta casa de estudios en un nivel internacional muy importante. Además,
es una muestra de la trascendencia de la colaboración entre científicos
de la Universidad Nacional, de otros países en Latinoamérica,
y del mundo.
También participaron, por esta institución,
el técnico académico Jesús Pacheco; la estudiante
de doctorado Lourdes Martínez, y el doctor Andrés García,
investigador del Instituto de Biología, especialista en reptiles
y anfibios.
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