• Es biorgánico
y puede aplicarse a frutas y hortalizas al momento de su cosecha,
lo que contribuye a eliminar hongos y bacterias que los atacan
después de su cultivo
• Es una alternativa económica y eficiente que
permitiría la obtención de artículos
con calidad de exportación, señaló María
Gabriela Vargas Martínez, de la FES Cuautitlán
de la UNAM
Los productos hortofrutícolas son alimentos
básicos en la dieta humana, pero presentan el inconveniente de
ser perecederos, por causas endógenas o exógenas; se dispone
de ellos durante periodos cortos, además, en muchos de los casos
se trata de cultivos de carácter estacionario.
La necesidad de tenerlos todo el año
ha llevado a investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES)
Cuautitlán de la UNAM, encabezados por las investigadoras María
Andrea Trejo Márquez y María Gabriela Vargas Martínez,
a desarrollar un recubrimiento comestible para frutas y hortalizas en
poscosecha; se elabora a partir de bioinsumos vegetales de extractos,
aceites, gomas y ceras de plantas del semidesierto mexicano.
El proyecto, apoyado por la Secretaría
de Economía y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Conacyt), consiste en el aprovechamiento de vegetales como el orégano,
damiana, gobernadora, hoja sen, sangre de drago y jojoba, “variedades
comunes que no necesitan ser cultivadas, pues crecen solas en el desierto”,
indicó Vargas.
Sus extractos se combinan con un polímero,
“en este caso experimentamos con mucílago (baba) de nopal”.
A partir de esa mezcla, el grupo obtuvo un recubrimiento biorgánico,
que puede aplicarse a frutas y hortalizas al momento de su cosecha,
lo que contribuye a eliminar hongos y bacterias. También, puede
hacerse de resinas aceitosas, y aplicarse por inmersión o aspersión”.
Los universitarios han demostrado que este
producto, empleado en fresas, brinda impermeabilidad y permite alargar
su vida útil tras ser cultivadas, lo que es benéfico si
se pretende exportarlas o consumirlas directamente sin necesidad de
lavarlas.
“A ese fruto se le colocó un recubrimiento
de extracto etanólico de orégano que no afectó
su sabor, y se conservó en refrigeración hasta 25 días.
Normalmente, en esta condición sólo dura alrededor de
10, y después lo ataca un hongo”. En el plano económico
constituye una buena opción para los agricultores que buscan
exportar, opinó.
Aunque el estudio está dirigido a frutas
que se consumen con todo y cáscara (manzana, pera, uvas y guayaba,
entre otras), experimentan con papaya, pues su manejo es muy delicado.
Recubrimientos saludables
Si bien los recubrimientos no son la única
opción para preservar, “sí es una de las formas
con las que podemos contribuir, con la ventaja de que son inocuos para
la salud; además no alteran las características organolépticas
y favorecen al consumidor, pues los componentes además de ser
antioxidantes, son potenciales promotores del sistema inmunológico”,
explicó.
Se han hecho estudios con paneles de personas
que evalúan los extractos, que son tan diluidos que no presentan
un sabor desagradable; no se puede identificar si se trata, por ejemplo,
de orégano.
Asimismo, explicó, su uso no afecta
al ambiente, porque sus residuos son fáciles de degradar; además,
constituyen una alternativa económica y eficiente.
Por último, resaltó que un porcentaje
importante del territorio mexicano entra en la categoría de desierto,
“ahí existen tantas plantas que crecen por sí solas,
que son desaprovechadas”.
—o0o—